No se puede bajar la guardia con los incendios

La gravedad de algunos incendios obliga a darles un nuevo enfoque como un problema de protección civil

Hasta ahora los incendios forestales han quemado 3.000 hectáreas en Andalucía, aunque buena parte de la superficie se concentra en la provincia de Huelva. No es una cantidad preocupante, aunque Andalucía siempre está situada en una zona de riesgo donde son posibles los grandes incendios hasta finales de septiembre. Los incendios padecidos este verano en Grecia, Portugal y California -territorios con climas muy parecidos- nos han dejado algunas lecciones que conviene subrayar. Lo sucedido en Grecia y Portugal, como lo ocurrido en Galicia hace dos años, tiene que ver con un nuevo tipo de grandes incendios que prenden en días de mucho calor y en superficies de una gran concentración de materia vegetal. La velocidad del fuego es tremenda pues se produce una ignición casi espontánea debido al alto estrés hídrico de la vegetación. Lo que algunos expertos comienzan a explicar es que la extinción permanente de todo tipo de incendios año tras año comienza a dejar en el monte enormes masas de vegetación. En Andalucía hay una potente legislación que obliga a propietarios públicos y privados a mantener limpios los montes y es una costumbre rozar el sotobosque para dejar las especies más umbrófilas. La inversión que se dedica a los trabajos forestales no puede decaer, es necesario seguir con las labores de invierno y hay que acometer planes de naturalización en aquellas masas que provienen de viejas repoblaciones. Pero hay algo más. Y quizás sea lo más preocupante. La extinción de los incendios es, cada vez más, un problema de protección civil. Han proliferado las urbanizaciones junto a las zonas boscosas, y estamos viendo cómo cada año hay que desalojar viviendas en zonas afectadas. Todos los municipios deben contar con planes de evacuación de todos sus núcleos urbanos, se deben probar mediante simulacros y es necesario realizar campañas informativas al inicio del verano. Ya se comprobó el año pasado en la costa onubense cómo un incendio puede amenazar a las urbanizaciones. Lo que vienen explicando los expertos es que a medida que se agrave el cambio climático nos expondremos a más situaciones críticas, tanto de olas de calor como de enormes tormentas, por lo que es preciso enfocar el problema de los incendios forestales desde nuevas ópticas. Afortunadamente, los profesionales del Infoca han aprendido mucho durante décadas, pero nuestra latitud y riqueza forestal obligan a elevar el nivel tanto de prevención y extinción, como de manejo de situaciones donde se vean implicadas la población.

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