La sartén por el mango

Editorial

Puigdemont exhibió en su comparecencia de ayer la actitud del chantajista que sabe que tiene acorralada a su víctima

06 de septiembre 2023 - 00:00

El lunes se produjo la reunión en Bruselas entre la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, y Carles Puigdemont, el ex presidente de la Generalitat de Cataluña huido desde hace seis años para eludir a la Justicia española y no responder por la intentona secesionista de 2017 en Cataluña. Apenas 24 horas después, el dirigente separatista comparecía públicamente para sacar pecho y dejar bien claro que la amnistía y el derecho de autodeterminación son condiciones imprescindibles para que facilite la investidura que permitiría a Pedro Sánchez prolongar su presencia en la Moncloa. Si la primera escena simbolizó como ninguna otra hasta ahora el entreguismo del Gobierno español ante el separatismo y la ausencia de líneas rojas con tal de conseguir la permanencia en el poder, la segunda plasmó la prepotencia de un dirigente al que los resultados electorales del 23 de julio han transmutado de prófugo a interlocutor necesario para alcanzar una mayoría parlamentaria. Lo de menos es polemizar sobre si Yolanda Díaz acudió o no a Bruselas como representante de un Gobierno o de un partido o analizar la esquizofrenia de un PP que mientras critica el encuentro del lunes intenta negociar en Madrid con los representantes de Puigdemont. Lo trascendente es que la gobernabilidad del país y la puesta en marcha de la legislatura está en manos de un delincuente dispuesto a explotar al máximo el premio que la aritmética parlamentaria ha puesto en sus manos. En la comparecencia de ayer Puigdemont exhibió la inequívoca actitud del chantajista que sabe que tiene a su víctima acorralada. A partir de ahora entramos en una fase en la que todo es posible. Pero de lo que no cabe duda es de que en esta negociación el separatismo, los protagonistas del golpe secesionista de 2017 y el propio Puigdemont han obtenido ya un triunfo claro: el de su blanqueamiento. No van a dejar pasar ninguna oportunidad para demostrar que son ellos los que tienen la sartén por el mango.

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