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Tranquilo, que se lo vamos a hacer pagar", le dijo Sánchez al funcionario con la cabeza abierta. Policías que arriesgaron su integridad para hacer frente a una banda de fanáticos, se encuentran hoy con juicios pendientes. Mientras tanto, los políticos que generaron un conflicto civil están de veraneo. Algunos lo calificaron como ensoñación pero, en realidad, fue la infructuosa búsqueda del muerto que forzara la anhelada intervención internacional. Dicen que están negociando la salida de la Policía Nacional del centro de Barcelona. Una más. Añaden que expulsarán a la Guardia Civil de las costas catalanas. Otra.
"¿Sirvió para algo?". Es una pregunta legítima que se plantean los que pararon el golpe de 2017. Ciudadanos, cuya resistencia diaria en centros de trabajo, asociaciones o en la calle muestra que quizá no todo esté perdido. El problema más grave al que nos enfrentamos es el desamparo de la mayoría de catalanes y los servidores públicos que a diario honran nuestra Constitución.
El PSOE identifica a los separatistas con Cataluña. Se inventan valores constitucionales para justificar los indultos. Los ministros actúan como si fueran empleados del nacionalismo. Causa bochorno escuchar lo que afirmaban antes de las elecciones. Se han situado en abierta hostilidad contra el Poder Judicial, al que desean denigrar y amordazar. Pretenden eliminar el recurso previo de inconstitucionalidad de los estatutos autonómicos, mientras difunden o permiten la propaganda secesionista en Europa.
Lo peor es la baja consideración que tienen de nosotros. Te quitan la mascarilla, te bajan un poco la luz y prometen espectadores en el fútbol. Todo resuelto. Me temo que no. España fue uno de los países con una caída del PIB mayor, mientras continúan los recortes en servicios públicos y los ERTE se convierten en ERE. Sólo faltaba continuar castigando a las peluquerías. Lo hicieron. Pero esperen a 2023 cuando la UE exija su parte.
La agresión a nuestras instituciones alcanza al Tribunal de Cuentas. Presionan para que los nacionalistas no tengan que responder con su patrimonio de los ilícitos cometidos. Están por la justicia estamental. No hay límites. La verdad o mentira es relativa porque lo relevante es la eficacia del mensaje. Dicen que ahora van a respetar la ley. Como si la regulación educativa se cumpliera en Cataluña.
El PSOE tiene el apoyo de la jerarquía eclesiástica y la aristocracia empresarial. La próxima vez que usted se confiese, no tendrá que arrepentirse. ¿No será que el espíritu santo tiene el porte de Junqueras y el ADN de Ortuzar? Vivir para ver. Llevaron bajo palio al dictador, sacaron cadáveres de guardia civiles por la puerta de atrás y ahora ponen la bandera de la opresión en los campanarios. Y no me refiero al cura de su barrio que ayuda a los chavales para que no caigan en la droga o a las familias que no llegan a fin de mes.
El empresariado olió la pasta de los fondos europeos. Los que sacaron las sedes de las empresas de Cataluña, retoman la estrategia ventajista respecto a al resto de España. Si los políticos nos consiguen prebendas y en Madrid las asumen, ya tenemos el mercado cautivo 2.0, pensarán. A estos individuos sólo les interesa una buena cuenta corriente donde sea. Si España desaparece, da igual, porque lo que se fastidia es la seguridad social de los trabajadores. Su sustento está garantizado. Siempre habrá una Cataluña o el cantón de Cartagena para hacer la Eurocopa más interesante.
La estrategia separatista es lógica. El Estado debe desaparecer definitivamente de Cataluña. A cambio se mantendría durante un tiempo una unidad de esas que aparecen en los mapas. El Poder Judicial debe ser asumido por el nacionalismo. El Gobierno central no debe entorpecer la república digital catalana, que es una herramienta decisiva. Se debe celebrar un referéndum que pueda ser interpretable para facilitar un reconocimiento internacional posterior. Tienen que ser nación, con el fin de reivindicarse como minoría nacional oprimida. De la propaganda exterior pagada con nuestros impuestos, del adoctrinamiento escolar y de las subvenciones a los medios afines ya se encargan ellos.
El Gobierno extiende el desamparo que padecen la mayoría de ciudadanos catalanes al resto de españoles, cuyo futuro se va a jugar en una mesa a espaldas del Parlamento, la ciudadanía y la propia Constitución. Oponerse a este Gobierno en las instituciones, en la calle o con un lazo rojo, y siempre por medios legales, son formas de combatir el desamparo. Hoy España recuerda, en parte, al príncipe Myshkin del Idiota dostoyevskiano, una persona henchida de valores, pero que, sin embargo, desbarata tanto su vida como la de aquellos que se le acercan buscando el abrigo de su virtud. El escritor ruso admiraba a Cervantes y tomó a don Quijote como referencia. España tiene que sobrevivir y los españoles encontrar su amparo.
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