Jesús Jordano Fraga

El ‘Kao (s)’ de Sánchez

La tribuna

El ‘Kao (s)’ de Sánchez
El ‘Kao (s)’ de Sánchez

26 de julio 2023 - 00:45

La calurosa noche del 23 julio produjo un vuelco demoscópico en el mapa político solo anticipado por Carlos Herrera. No se puede establecer un paralelismo con las elecciones generales de 1993, porque a diferencia de entonces en 2023 Feijóo ha ganado las elecciones y Aznar no tenía a nadie disputándole su espacio electoral. La última encuesta del CIS de mi amigo Tezanos del lunes antes de las elecciones afirmaba que el PSOE obtendría el 32,2% de los votos y el PP, segundo con un 30,8% a 1,4 puntos distancia de los socialistas. GAD3 también ha fallado, pero con la sutil diferencia de que sus encuestas no se pagan con fondos públicos y que no se equivocan siempre en la misma dirección. Lo mejor de las elecciones como siempre es la gente que está por encima de la clase política. Acudiendo a votar todos dimos ejemplo de democracia y de valores ciudadanos. Vi con mis ojos en el colegio electoral la amistad entre dos apoderados del PP y de SUMAR surgida de la jornada. La victoria de pírrica de Feijóo del domingo no fue felicitada por su oponente de forma insólita mostrando una vez más el talante democrático de Pedro Sánchez: pero ¿cómo iba a felicitarlo si se veía dando una pasada con el Falcon en vuelo rasante sobre Génova?

Las cifras globales muestran un falso empate de los grandes partidos PP-PSOE (8.091.840-7.760.970) y de los grandes bloques PP-VOX (11.125.584) y PSOE-SUMAR (10.774.976). Fíjese el lector en el empate entre extremos (VOX 3.033.764-SUMAR 3.014.006, con solo 18.758 votos de diferencia). Sin embargo, el virtual empate PP-PSOE o de los bloques es falso porque el árbitro nacionalista de izquierdas siempre elegirá a SÁNCHEZ. Nos guste o no la realidad es que España es mayoritariamente de izquierdas y, sobre todo, que solo el voto agrupado del centro derecha puede derrotar a la izquierda siempre que esta se presente por separado o se quede en casa. Para mí hay otra conclusión obvia. Para que el PP gobierne necesita la mayoría absoluta porque siempre se unirán el resto de partidos. ¿O no pasa esto en Madrid, Sevilla, etc.?

Cuando el PP ha ganado las elecciones han concurrido varios factores. El fundamental ha sido el no fraccionamiento de voto. Pero también ha sido decisivo el factor de hartazgo del gobierno, cosa que no se ha producido hasta el nivel de provocar un vuelco en esta ocasión. Parte de la población no ha despertado del sueño dopado de fondos europeos, prestaciones públicas y empleo público adobado con bono cultural/interrail y ahora probable herencia universal. Solo falta la moto.

Las razones del éxito-fracaso de Feijóo son complejas. El escenario es de damero maldito y olvidamos la historia. Alianza Popular como Coalición Popular con Manuel Fraga tuvo siempre un techo máximo en 107 diputados en 1982 y 105 en 1986. Vox jamás ganará las elecciones. Para ganar las elecciones se necesita el centro, pero teniendo a la derecha Vox el movimiento al centro abre espacio a Vox. Pero a su vez el movimiento a la derecha espanta al centro sin el cual es imposible ganar las elecciones. Puestos a hacer autocrítica falta renovación en las propias filas y listas buscando nuevos liderazgos en la sociedad y el mundo profesional. Hace falta ilusión y no solo hartazgo. Muchas veces las listas nos producen a los votantes todo menos ilusión y votamos siempre solo pensando en el mal menor. Feijóo tiene un inmenso reto por delante de renovación del partido y de las listas.

Para mí la conclusión es obvia. Mientras que exista Vox, la victoria es sencillamente imposible. En Francia, en segunda vuelta se vota no en positivo (a mi elección), sino en negativo (para que no salga lo más opuesto a mi opción). Mientras no se produzca este movimiento de segunda vuelta el gobierno de Sánchez está garantizado hasta el 2050 sin necesidad de contar con el voto de Txapote.

Pedro Sánchez cree que ha ganado por KO técnico a la oposición (a Rocky Núñez Feijóo Balboa), pero lo que nos espera en el horizonte es el Kaos. Es obvio que la factura que siempre se paga la pagaremos todos. Todos los que los han votado y los que no los hemos votado. Las cuentas no cuadran y registran un déficit endémico. España no puede endeudarse más y la Unión Europea no lo va a permitir. Y la forma de pagar es subir los impuestos (frenando la actividad económica) y reduciendo prestaciones no limitadas al bono cultural. Ello pone en el horizonte un ajuste de difícil gestión en una coalición de alacranes montada sobre la rana Sánchez. En Rocky II el final puede ser distinto.

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