Tribuna

Francisco González García

Profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada

'Quousque tandem', Junqueras

'Quousque tandem', Junqueras 'Quousque tandem', Junqueras

'Quousque tandem', Junqueras / rosell

Leo en la biografía de Oriol Junqueras i Vies que es licenciado en Historia, con especialidad en Historia Moderna y Contemporánea (es decir, y según la tradicional división de la historia, aquella que va de 1492 en adelante). Esa división, como todas, es arbitraria, pero se toma como hito ese año en que se descubre el continente americano por Cristóbal Colón. Colón, el almirante, que como todo buen independentista sabe, era catalán por mucho que los pérfidos castellanos digan que era genovés o portugués o de cualquier otro sitio. Un robo más, al parecer, realizado a la sufrida historia de Cataluña.

En definitiva, el tener esa especialidad, Moderna y Contemporánea, puede disculpar a Oriol de los errores que comete cuando pone como ejemplos de personajes históricos que no huyeron de persecuciones a tres varones de la Historia Antigua (hasta la caída de Roma, más o menos). Ya saben, parece que Oriol, en su entrevista a un diario francés, cita a Sócrates, Séneca y Cicerón. No sé si Oriol aprobaría la Historia Antigua en primera convocatoria y con nota elevada, pero está claro que no le vendría mal repasar los manuales más básicos de la materia.

Veamos cada caso por separado. De Sócrates (470-399 A.C) y su famoso juicio y condena, que nos relata Platón en sus diversos diálogos, se ha escrito tanto y desde enfoques tan diversos que caben múltiples interpretaciones. Ciertamente podemos admitir que Sócrates podría haber evitado su muerte e incluso el juicio, pero en su idea de moral no cabía tal posibilidad y aceptó todas las consecuencias. Recordemos que Sócrates fue juzgado en un momento en que en Atenas gobernaba un sistema democrático, entendida como la democracia griega de aquellos siglos. Ni está de más recordar que Oriol no va ser condenado en ningún caso a la pena capital. Si acaso, por seguir cierto paralelismo, puede que estuviéramos ante la muerte de su carrera política.

Lo de Séneca (4 A.C-65 D.C) está bastante documentado por historiadores romanos y tomarlo como ejemplo de no huida empieza a resultar algo erróneo. Séneca fue preceptor de un joven que luego se convirtió en emperador, un tal Nerón. Quizás la imagen que se nos venga a la memoria sea la de Peter Ustinov interpretando al tal Nerón en la película Quo vadis; pero lo documentado es que, descubierta una conspiración contra los excesos tiránicos del emperador, éste hizo una lista de conspiradores a los que había que eliminar. Muchos de ellos probablemente no participaron en el intento de deponer a Nerón, pero era un buen momento para quitarlos de la arena senatorial. Entre ellos estaba Séneca. Conocedor de cómo se las gastaba Nerón, en general cualquier emperador enfadado, y no en vano lo había intentado educar, Séneca siguió la costumbre romana de quitarse la vida antes de que llegara un centurión espada en mano. Si Séneca hubiera sido militar se habría dejado caer el mismo sobre su espada, pero como era hombre ilustrado prefirió abrirse las venas y tomar cicuta, imitando a la memoria de Sócrates. Puede que Oriol estuviera pensando en que Séneca tuvo mala suerte en ser preceptor de un mal gobernante, pero aquí no hubo juicio ni democracia; eso sí, Oriol se juntó con Puigdemont, quizás la cosa vaya por ahí.

Y finalmente Cicerón (106-43 A.C). Aquí, querido licenciado Oriol, sí que la hemos fastidiado pues Marco Tulio Cicerón no puede ponerse como ejemplo de alguien que no huyera. Cicerón defendió amnistiar a los asesinos de Julio César (idus de marzo del año 44 A.C.) pues veía en César a un tirano frente a las instituciones de la República de Roma. En vida, Julio César aceptaba las críticas de Cicerón. Sin embargo, cuando el triunvirato de Octavio, Marco Antonio y Lépido, en particular M. Antonio, se afianzó en el poder, cada uno de ellos elaboró una lista de senadores a eliminar. Y en la de Marco Antonio estaba Cicerón. Los historiadores de la época narran que Cicerón trató de huir, pero fue interceptado en su huida y degollado de forma brutal. Sus manos fueron cortadas y expuestas, junto a la cabeza, en el foro de oradores de Roma. En la lengua, algunos textos narran, parece que le hincaron unas horquillas como gesto de desprecio hacia su gran capacidad oratoria.

No creo que Oriol piense que a él le puede pasar algo similar a Cicerón, salvo que el pensamiento independentista quiera, en un supremo ejercicio de anacronismo histórico, igualar las formas de los gobernantes de la época romana a las reglas por las que se rige la Justicia española.

Todos podemos poner ejemplos más o menos afortunados, pero en las palabras del licenciado Oriol parece mantenerse esa constante independentista de ataque y desprecio al sistema democrático español. El mismo sistema que ha dado la mayor autonomía al pueblo catalán. Yo diría, imitando a Cicerón, ¿Hasta cuándo abusarán, algunos, de nuestra paciencia?

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