Tribuna

Manuel gracia navarro

Presidente del Parlamento de Andalucía entre 2012 y 2015

La derecha que viene

Toda la derecha atribuye a Sánchez un plan perverso para subvertir la Constitución, amparar la secesión de Cataluña y terminar con el orden y la moral ciudadanas

La derecha que viene La derecha que viene

La derecha que viene / rosell

Los recientes acontecimientos vividos en Brasil, asociados en la memoria al asalto por una turba de energúmenos al Capitolio de los EEUU son un buen ejemplo de las consecuencias a las que puede llevar la polarización de la política en las sociedades democráticas. Entre nosotros, la deslegitimación permanente del Gobierno desde antes que tomase posesión, bien sea a cuenta de la renovación del Tribunal Constitucional, bien sea con la negativa del PP a renovar el máximo órgano del Poder Judicial para dar cumplimiento al mandato constitucional, o a propósito de las consecuencias indeseadas de algunas reformas legales, han dado lugar a reflexiones relativas al fenómeno de la polarización de nuestra vida política, como si fuera atribuible tanto a la derecha como a la izquierda el interés en fomentar ese clima porque, supuestamente, beneficia a las formaciones mayoritarias en cada lado del espectro político.

Por el contrario, esa radicalización es impulsada por quien más se beneficia de ella a medio y largo plazo, la derecha, porque ahuyenta el voto de amplios sectores del electorado de las barriadas populares proclives a votar a la izquierda, además de servir como coartada para que el PP se erija en defensor de políticas centradas, moderadas y transversales, apelativos estos que son empleados profusamente por los altavoces mediáticos de la derecha. Al mismo tiempo, la estrategia de la polarización pasa por atribuir al adversario -enemigo a insultar, calumniar y eliminar de la vida política- todos los males del presente, del incierto futuro, y, si es preciso, inventarlos. Es lo que está haciendo la derecha, utilizando a Vox para marcar distancias aparentes con sus posiciones más conservadoras, a la par que arroja al PSOE al rincón de los enemigos de la Constitución y de la unidad de España, los liberadores de agresores sexuales y los autócratas con tentaciones y planes dictatoriales. Sin más justificación ni argumentos, toda la derecha atribuye al Presidente del Gobierno un plan perverso para subvertir la Constitución, amparar la secesión de Cataluña y terminar con el orden y la moral ciudadanas, todo de una vez, y sin saber muy bien explicar cómo se supone que lo podría conseguir en el falso supuesto de que lo deseara, ¿y para qué? Pero da igual, de lo que se trata es de inventar, no un relato de lo que ha pasado, sino de lo que hipotéticamente podría pasar.

Frente a toda esta monumental maniobra de engaño y manipulación, conviene no olvidar que esa derecha que se presenta como centrada y moderada está llevando a cabo políticas concretas que afectan a las condiciones de vida de la gente, no respaldando ni una sola de las rebajas fiscales y medidas de todo tipo para reducir el precio de los combustibles, de la electricidad y de los alimentos básicos frente a la inflación, privatizando la sanidad imponiendo listas de espera insoportables en la sanidad pública, beneficiando a los centros privados de enseñanza en detrimento de los colegios públicos, financiando las entidades antiabortistas y pretendiendo presionar a las mujeres para que acepten su particular concepto de la moral, relajando la legislación para favorecer la especulación urbanística sobre el suelo rural y el abuso de los escasos recursos hídricos; consagrando, en fin, un modelo de sociedad en el que cada cual se busca la vida como puede, dejando a la intemperie y sin escudo social a esas clases media y trabajadora que son la columna vertebral de nuestra sociedad.

Ahora, para colocar el foco de la opinión pública otra vez más en lo que son sus intereses electorales, Feijóo y Moreno abogan porque los dos grandes partidos acuerden medidas para que gobierne la lista más votada, todo ello envuelto en el bonito celofán de la calidad institucional. En 2018 Moreno gobernó Andalucía mientras quien ganó las elecciones fue el PSOE, lo hizo el PP en 2019 en Madrid, Murcia y Castilla y León, a pesar de que el partido más votado fue el PSOE en todas ellas. Escuchar o leer a Moreno Bonilla decir que "el ciudadano entiende que lo racional, lo lógico, es que el preferido de los ciudadanos sea el que gobierne" es, sencillamente, un insulto a la inteligencia, a la memoria y a la decencia.

La amenaza para el bienestar de la mayoría de la sociedad española no es que la derecha tenga que gobernar con la ultraderecha, sino el PP, que ni tuvo cuando gobernaba tras la crisis de 2008, ni tiene ahora donde gobierna, como en Andalucía y Madrid, una política a favor del bienestar para la inmensa mayoría de la sociedad, sino para favorecer a una minoría de privilegiados que pretenden dejar en la cuneta a la mayoría social de las clases media y trabajadora, por mucho adorno de moderación y centralidad con que lo disfrace.

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