La tribuna
Cristianismo: un enfoque pragmático
La tribuna
Una vez escuché a un ex ministro decir que cuando un Gobierno es incapaz de resolver los problemas de sus ciudadanos se dedica a solucionar el conflicto palestino-israelí. Para tan magna empresa, contamos con un ministro que se asemeja a un oficinista de los años cincuenta, de esos que anhelaban la mesa camilla de la pensión mientras te requerían la inevitable póliza. Aunque un día tenga que situar como prioridad la oficialidad del catalán y al siguiente garantizar un puesto a una ministra en Bruselas, siempre quedará un ratito para arreglar Oriente Medio. Con este propósito, Sánchez marchó a Egipto, mientras nos hacía olvidar la estéril presidencia de la UE. Se desconoce si España ha obtenido algún beneficio que no sea hacer más presidenciable a SuSanchidad, gracias al inacabable desfile de coches eléctricos camino de la cena y el flamenco. Cursilería y confeti, aunque haya que buscarlo debajo de las piedras. No obstante, hay cosas que ni la mejor publicidad puede ocultar.
El PSOE ha muerto. Sus vestigios son una herramienta en manos del sanchismo a imagen y semejanza del populismo iberoamericano. Su Sanchidad no necesita militantes. Solo admite el vasallaje incondicional de los que le rodean. Cuenta con las ministras del sanchismo-podemismoplus, cuya gestión transcurre entre declaraciones antisemitas o el apoyo entusiasta al nacionalismo reaccionario. Son coherentes con sus ideas, a la vez que le hacen los recados. Perfecto apéndice político. Otras pertenecen al sanchismo tranquilo de Page. Su representante principal es una insigne ex magistrada del Tribunal Supremo que, aun contando con la formación para comprender la gravedad del proceso, no hace nada para remediarlo. Y es que el sanchismo nos arrastra a una autocracia en la que ni tan siquiera está garantizada la continuidad de España. Su Gobierno en funciones corre como pollo sin cabeza tratando de contentar a sus socios actuales o potenciales. Una estampa que, por lo reaccionario de sus objetivos y protagonistas, nos recuerda a unos caprichos en pleno siglo XXI, pero sin un Goya que los pinte. Frente a la igualdad y la justicia, privilegio y caridad.
Para contentar a los golpistas y terroristas sin arrepentir, Su Sanchidad adapta apresuradamente España a la imagen deformada que el separatismo ha propagado por el mundo con nuestro dinero. Un Estado sin separación de poderes, trufado de instituciones deterioradas y con una justicia politizada. Vamos, Turquía, su ejemplo favorito. La erosión del Tribunal Constitucional, la disminución de controles, el asalto a la fiscalía o incluso la inspección de hacienda. Nada es ajeno a esta descomposición institucional que perpetra Su Sanchidad. Incluso el CNI. Y es que el PSOE albergó sombras, pero mantuvo ciertos límites que el sanchismo ha superado con la convicción que le aporta haber asumido tanto el populismo de Podemos como los argumentos que asisten a los enemigos de España, rematados con la certeza de que la mentira es una herramienta cargada de investidura.
Este iter destructivo cuenta con dos declaraciones clave. La primera fue cuando Su Sanchidad aceptó sin matices en Nueva York la perversa e irreal idea de que el golpe fue un conflicto político que se ha judicializado. La segunda tuvo lugar en la Cumbre de Granada donde hizo suyas las razones separatistas para una amnistía delante de sus homólogos europeos. Humilló a cuantos sirvieron a España en aquel aciago momento. Lo siguiente parece que consistirá en reconocer al separatismo la ansiada categoría de minoría nacional, algo tan fantasioso como letal para España, pues facilita la autodeterminación. Jaque. Con razón los nacionalistas proclaman reiteradamente que la amnistía es solo un punto de partida. Pactar una consulta se torna innecesario si el Estado de derecho hace aguas, a la vez que se generan estructuras paraestatales fuertemente financiadas –en detrimento de las necesidades de los españoles– que, a la espera del primer reconocimiento internacional, mantengan el control sobre el territorio. Solo le quedaría al Gobierno central el ejército como garante del orden constitucional y la integridad territorial. Mate.
¿Por qué abrazar una senda tan destructiva y humillante como, posiblemente, cortoplacista? Para la mayoría, Sánchez solo piensa en permanecer en el poder. Incluso le favorecería la probable demolición del 78. Es como si un desconcertante cruce entre Gollum y el Pijoaparte condujera el destino de España. Pero ¿y si estuviera siendo chantajeado o contara con la promesa de un fabuloso cargo futuro? Quién sabe. Seguimos sin conocer el contenido de su móvil y el precio del “cambio de opinión” sobre el Sahara.
El PSOE, como todo difunto ilustre, cuenta en su esquela con foto y leyenda. Junto a la instantánea de Sánchez con Bildu se puede leer que este partido ha “mejorado la vida de los españoles”. Seguro que la amnistía y la desintegración la hará extraordinaria. Los alimentos suben un 26% en dos años. Calma. Solo es el principio.
También te puede interesar
La tribuna
Cristianismo: un enfoque pragmático
La tribuna
Inteligencia, algoritmos y emociones
La tribuna
El móvil del notario
La tribuna
El ‘derby’ Barcelona-Madrid