Rafael Rodríguez Prieto

23-J: lo malo y lo peor

La tribuna

23-J: lo malo y lo peor
23-J: lo malo y lo peor / Rosell

29 de julio 2023 - 00:45

La democracia no debiera ser elegir entre lo malo y lo peor. No debería consistir en votar contra alguien. Los ciudadanos no tendrían que participar agarrotados por el miedo. Tampoco la democracia implica necesariamente sentarte en tu sofá para que insulten tu inteligencia un día sí y el otro también, contándote el apocalipsis o haciéndote partícipe de un infantilismo tan idiota como retorcido. Civilización o barbarie. Todos los que no piensen como tú son tus enemigos. Desde esta nefasta óptica, no existen los conciudadanos con diferencias políticas que pueden discutirse en el bar de enfrente.

Palabras tan grandilocuentes como fatuas han adornado las mismas promesas de siempre, aireadas por los opinadores oficiales en el duopolio y las televisiones de partido. Los salarios españoles pierden cinco veces más poder de compra que el de los vecinos europeos. El supermercado y la carta de la eléctrica o del gas se asoman a nuestras vidas como el fragmento de realidad que golpea sin piedad a esta política con sabor a ultraprocesada. Ya lo dijo Chirbes, en esa novela total de la España de inicios del siglo XXI, “hoy llamamos progreso a algo que no sabemos cómo lo llamarán los que vengan.”

El problema de los votos por correo ha sido la síntesis de este periodo de la historia democrática de España. Los sindicatos llevan años advirtiendo de la nefasta gestión de la dirección actual de Correos. Mil millones de deuda, desmantelamiento del funcionariado especializado, precarización o privatización encubierta. Una empresa pública, esencial en la vertebración de nuestro territorio, cuyo personal ha vuelto a ejemplificar las grandes virtudes de España. En nuestro país aún contamos con trabajadores cualificados que defienden, como se pudo apreciar en el caso de los sanitarios durante la pandemia, nuestros servicios públicos a un precio altísimo. Los héroes de hoy, que contra todo pronóstico han logrado que voten cientos de miles de españoles, serán los olvidados de mañana cuando se negocien los Presupuestos Generales del Estado. La España plurinacional, que dicen. Pero Correos ha mostrado el doble discurso de este Gobierno y las consecuencias materiales del mismo.

No resulta extraño. Solo hace falta preguntar a trabajadores de la justicia, a las gentes del mundo rural y a los pescadores o a los altos funcionarios del Estado, cuyos puestos pasan a ser desempeñados por cargos de designación directa. Las instituciones se agrietan bajo la sombra de referéndums de autodeterminación que se denominarán de cualquier otra forma, pero cuyos efectos desintegradores serán análogos. Nada importa, mientras Sánchez cumpla su promesa de llevar a Wyoming en el Falcon y los amigos empresarios estén contentos; la maquina necesita gasolina y el poder no se conforma solo con electricidad.

Las elecciones del pasado domingo han sido moralmente ganadas por el Gobierno. El resultado electoral dicta que nuestro destino queda directamente en manos de un prófugo de la justicia y del pavor a tener que confeccionar los Presupuestos Generales del Estado de 2024, donde la UE exigirá algo más que el pago por el uso de las autovías. La lógica y el sentido de Estado justificaría otro tipo de decisiones, pero ambas son tan ajenas a políticos del PSOE y PP como la sintaxis. Serán grupos con pocos votos, pero con escaños decisivos, los que decidirán qué obras se hacen. Los que moldearán las leyes orgánicas de acuerdo con sus intereses electorales, mientras amortajan el bien común. Y los que, si nadie lo remedia, dictarán el epitafio de uno de los Estados más antiguos de Europa, lo que se concretaría en el fin de los servicios públicos.

Ya se pueden armar de paciencia los numerosos colectivos que se han decidido a protestar contra este Gobierno. El refrendo de las urnas será una dosis extra de arrogancia. Los conciudadanos no nacionalistas que viven en autonomías, donde los votos del nacionalismo son claves para la gobernabilidad del Estado, continuarán abandonados. Probablemente la presión se incrementará. Y las instituciones continuarán su deterioro hasta que sean completamente colonizadas por los partidos políticos de turno. Nuestra política exterior es cautiva de esta debilidad interna.

¿Cuál es la responsabilidad de la oposición ganadora? Inmensa. Han fracasado y han puesto de relevancia sus carencias. Deberían darse tiempo para reflexionar y tomar decisiones. En parte, Sánchez está en el Gobierno gracias al PP y Rajoy. El deterioro actual no es producto de un único responsable. Los complejos, la falta de visión en momentos clave y un desconocimiento de nuestra propia historia nos han conducido hasta aquí. Con mando en la dirección del Estado quedan grupos supremacistas, reaccionarios y alguno hasta con terroristas sin arrepentir. Se comenzó por preferir a Pujol sobre Anguita y se termina blanqueando a Bildu. Desgraciadamente, una alternativa de izquierdas centralista y verdaderamente social queda, de momento, postergada. Pietas ad omnia utilis est.

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