Álvaro Domecq Romero, el más importante embajador de la ciudad de Jerez, ha galopado a las marismas del Cielo en la madrugada del 18 de noviembre, a los 85 años. No existe en el mundo ni plaza ni cuadra ni bodega que necesite que le expliquen quién ha sido este caballero. El gran mito de todos los aficionados al caballo se va como fue, en silencio, con torería….
Querido amigo,
volveremos juntos a apretar nuestras cinchas para galopar los campos del cielo cuajados de liebres en mañanas de cacerías.
AL MEJOR DE LOS CABALLEROS
Hay en Jerez un señor,
famoso en el mundo entero,
es artista soñador
y apasionado torero;
el mejor de los jinetes,
intachable caballero,
tiene bondad y saber,
templanza en el corredero,
inigualable anfitrión,
ni que decir ganadero…
Es grande su humanidad
y le emociona el flamenco,
la guitarra pá escuchá,
esas que suenan a viejo,
y hasta se atreve a bailar,
con un compás tan torero,
que el suelo con su replante,
se le convierte en albero.
A él le gusta que en sus patios,
florezcan geranios nuevos,
que sus cuadras relucientes,
alberguen caballos buenos;
que el guadarnés sea museo,
de la artesanía del cuero
y que las yeguas parias,
brillen como el terciopelo.
¡Que gusto tan exquisito!
y que sabor tan vaquero,
se respira en su cortijo,
que es templo de historia lleno.
¡Cuánto ha hecho por su pueblo!
que por poner un ejemplo,
gracias a él es Jerez,
mas mariano y rociero,
con su casa de hermandad,
de forja y cimientos nuevos.
Él se ofreció a torear,
en el coso de su pueblo
y convirtió en realidad,
el sueño de peregrinos,
que sacan de su ciudad,
el simpecado divino,
que hoy tienen donde dormir,
por mor de este caballero.
No hace falta que yo diga,
a quien dedico mis versos,
que nacen del sentimiento
y la admiración que siento,
por persona tan sensible,
que de pureza está lleno.
Ya es imagen de Jerez
y rejoneador de ensueños,
de alta escuela fundador
y galguero de los buenos.
En la historia del caballo,
es maestro de maestros,
en el arzón de la silla,
estampa en el burladero
y en los tendidos destaca,
por el sombrero bien puesto.
Hoy le escribo este romance,
porque de orgullo estoy lleno,
por permitirme a su lado,
ser testigo de sus hechos,
por compartir aficiones
y por haberme hecho un hueco,
en su relación de amigos.
¡Álvaro Domecq Romero!
DEP "Amigo"