Súbanse a este trayecto que los llevará a un lugar y una época pasados en los que realidad y leyenda se funden. El escenario se halla en el jerezano barrio de San Mateo, concretamente en un recoveco detrás del Palacio de Riquelme, cerca de la Plaza del Mercado. Acomódense…

Cuentan…

Rincón Malillo, en el barrio de San Mateo, Jerez.

Según ha llegado hasta nuestros días, varias narraciones o leyendas han transcurrido en este lugar conocido, al menos desde 1589, como Rincón Malillo, un cruce peligroso en la noche, como puede deducirse. Dicen que uno de los salteadores que danzaban por la vía se cruzó don Álvaro de Mendoza y Virués, asiduo a las disputas, al juego y la bebida y quien una madrugada, justo en este callejón, asesinó sin piedad a su asaltante.

Luego, De Mendoza y Virués -ahora empieza a sonar a leyenda- osó retar al mismísimo Diablo. Al hacerlo, inmediatamente después, sintió una punzada en el dolor en el brazo derecho en el cual se le abrió una herida de espada. Don Álvaro, en pánico, huyó hacia su casa ubicada en la calle Justicia. La hemorragia no cesaba y la herida nunca se le llegó a curar del todo.

Al parecer, no volvería a salir de su casa. Lo apodaron ‘El Enjaulado’. A éste se le colocar una hornacina con una cruz de hierro forjado en una de las esquinas de su casa orientada hacia el Rincón Malillo, con la clara intención de espantar al diablo y curarse. Cuando falleció, décadas después, se descubrió la sangre fresca en el cadáver, prueba de que la cruz no funcionó. Sin embargo, varias casas del barrio de San Mateo lo imitaron colocando sus propias cruces en hornacinas. De la familia del caballero, hay una lápida dentro de la  la Iglesia de San Mateo.

Cruz de forja en una hornilla, Jerez.

Lo cierto es que aún no se sabe con certeza si por entonces aquella encrucijada tenía el nombre de Rincón Malillo o lo adquirió en lo sucesivo, pero sí existen otras leyendas en el mismo escenario.

Finca municipal de la calle Liebre.

Curiosidad

El compositor Germán Álvarez Beigbeder (Jerez, 1882- 1968), padre del también compositor Manuel Alejandro, dedicó la segunda de sus sinfonías al 'Rincón Malillo'. Se estrenó en 1949 en el Teatro Villamarta por la Orquesta Sinfónica de Madrid. Las diferentes alteraciones urbanísticas hicieron que Rincón Malillo fuera poblado por cascos de bodega. Actualmente, en apariencia no se encuentra en su mejor momento.