¿Por qué este maravilloso pueblo costero de Cádiz se vuelca en el homenaje al gran Federico Oliver Crespo?
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En la costa Noroeste de la provincia de Cádiz se ubica el pueblo cuna de una de las artistas más geniales de España: Rocío Jurado. Por ello, Chipiona es conocida más allá de sus fronteras. Pero no es La Más Grande la única gran personalidad nacida en tierras chipioneras y tampoco la primera. El 22 de octubre 1873 nació Federico Oliver Crespo fue un escultor, escritor, dramaturgo, director teatral y primer presidente de la Sociedad General de Autores de España y la localidad se viste de gala para conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento.
Con pocos años se trasladó a Sevilla, donde estudió escultura y participó en la reforma de la Catedral. En 1894 fue a Madrid para ingresar en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado, y obtuvo en 1897 medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes por su grupo escultórico Sin pan, de acusado realismo. Forjó una gran amistada con los dramaturgos hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Ambos le animaban a escribir.
El éxito de su primera pieza La muralla (1898), le consagró por entero al teatro. Se casó en 1903 y formó ese mismo año con su esposa, la actriz Carmen Cobeña, una compañía de la que fue director artístico. Los dos fueron padres de la actriz Carmita Oliver y abuelos del escritor y cineasta Jaime de Armiñán.
La compañía llevó a la escena numerosas obras de autores españoles, entre ellos Benito Pérez Galdós (Casandra), Miguel de Unamuno (La esfinge), Jacinto Benavente (Señora ama) y José López Pinillos (Hacia la dicha y La otra vida), así como la primera versión contemporánea de La Celestina de Fernando de Rojas en 1909, arreglada por el crítico Francisco Fernández Villegas 'Zeda'. Hizo giras por España y América y en 1914 se encargó de la dirección artística del Teatro Español.
Oliver en dos líneas
La producción dramática de Oliver sigue dos líneas fundamentales: la comedia de crítica de costumbres de impronta regeneracionista en la línea de Galdós y Joaquín Dicenta, y la comedia burguesa. A la primera pertenecen sus piezas más conocidas: La muralla (1898), melodrama que, con el mundo obrero de fondo, explora la controvertida relación entre un aprendiz de escultor y la hija de un aristócrata; La Neña (1904), que, ambientada en un pueblo asturiano, se sumerge en los temas de la emigración americana y la trata de blancas; El pueblo dormido, (1917) interesante, aunque muy irregular pieza sobre la regeneración de la política española; Los pistoleros (1931), melodrama centrado en el movimiento obrero barcelonés durante los años veinte. También, el drama social Los semidioses (1914), su obra más conocida y representada, una apuesta compleja en la que desarrolla algunos de sus temas predilectos: bajo la evidente crítica del vicio por la fiesta nacional representado por el padre y el hermano del protagonista.
En el campo de la comedia burguesa, destacaron piezas como El azar (1926), Lo que ellas quieren (1926), Oro molido (1928) y, sobre todo, Han matado a Don Juan (1929), una versión desmitificadora, en clave política, del mito del eterno seductor sevillano.
Además, Oliver cultivó también la poesía y el ensayo. La necrológica del ABC destaca en particular sus versos sobre gitanismo.
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