TURISMO CULTURAL

Entre tumbas de gigantes

  • Desde Huelva hasta Almería, cada una de las provincias andaluzas cuenta con monumentos dolménicos, muy variados en formas y diseños, pero todos con un elemento en común, alrededor de 4.000 años de historia

Imaginarse a un grupo de personas arrastrando enormes moles de piedra de varias toneladas de peso con sencillas cuerdas de fibra vegetal a lo largo de decenas de kilómetros resulta realmente difícil. Los historiadores no se ponen de acuerdo acerca de si podrían ser 40, 50 o incluso 100, pero desde luego, coinciden en la complejidad de la tarea: después de arrastrar las piedras, haciendo palanca, las clavaban en vertical sobre una gran zanja previamente excavada y fabricaban un techo pétreo con otras moles de piedra, igual o más grandes, y cubrían de tierra todo el exterior de esa increíble construcción llamada dolmen para levantar una montaña.

Más que difícil, parece algo increíble propio del mundo de los mitos y las leyendas. Pero los dólmenes existen. ¿Quién levantó estas piedras? ¿Para qué? ¿Cómo pudieron cortar, tallar y transportar estos descomunales bloques? Para el imaginario popular, sólo cabe una explicación: los megalitos son obra de una raza de gigantes. De hecho, la toponimia de algunos de los dólmenes  andaluces, como el del Gigante, en el Gastor, Cádiz, o el malagueño dolmen de la Giganta, atestiguan la creencia. Bien sea como meros marcadores territoriales, en el caso de los menhires, aisladas piedras verticales de indescifrable función, ya sea como lugares de celebración ritual  y enterramientos colectivos de una élite social, en el caso de los dólmenes, Andalucía ha sido testigo del paso de esos gigantes constructores y aún es posible visitar muchos de los varios cientos de edificaciones megalíticas que perduran en la región.

No resulta fácil encontrar hoy dólmenes con sus túmulos intactos. La gran mayoría han sido excavados, dejando al descubierto su estructura interna, con cubierta, en el mejor de los casos. Por ello, el dolmen de El Término, en Sevilla, impresiona con sus 4.400 años. Las construcciones dolménicas, una vez finalizadas, debieron verse así. También en Sevilla, en pleno corazón del Aljarafe, el dolmen de La Pastora tiene el orgullo de poseer el corredor más largo de este tipo de construcciones en Europa: 44 metros.

Las tumbas de la sierra de Huelva se localizan en torno a la N-435. Caminos rurales transitables conducen a las construcciones megalíticas de El Pozuelo o al conjunto de Los Gabrieles. Algunos de los bloques de piedra del dolmen de Soto, que llegan a pesar 21 toneladas, recorrieron 38 kilómetros hasta su ubicación definitiva.

Cuando se camina por el corredor del dolmen de Menga y se accede a la cámara final, uno no puede dejar de sentir que se encuentra en el interior de una iglesia prehistórica. En menos de tres kilómetros, el soberbio complejo megalítico de Menga, Viera y El Romeral, nos enseña tres maneras de estructurar un dolmen: de galería (Menga), de corredor (Viera), y de falsa cúpula o toloi  ( El Romeral). Esta valiosa concentración es señal inequívoca de la importancia que tuvo esta zona  durante el tiempo que pasó entre la construcción del más antiguo y tosco que es Menga, 2500 a 2000 a.C, y la del más moderno y refinado, de influencia oriental, que es el Romeral, 1800 a.C.

Hablar de esa influencia oriental es referirse a la extraordinaria fortaleza almeriense de los Millares. Cuatro líneas de murallas y trece fortines protegían a la ciudad europea más importante de la Edad del Cobre, que acogió a una población de más de 1.500 personas durante unos 1.000 años, desde el 3250 al 2200 a.C. Su necrópolis conserva más de un centenar de tumbas megalíticas con 50 a 100 enterramientos cada una.

Entre el modo constructivo almeriense y el arquitectónico occidental, que toma a los dólmenes del Algarve portugués como referencia, los megalitos de la provincia de Granada han sido considerados como un territorio de frontera entre ambas tendencias. A lo largo de casi 8 kilómetros, en el tramo fluvial del Gor comprendido entre Gor y Gorafe, se sitúa la que probablemente sea la mayor concentración de dólmenes de  la Península: 198 sepulcros megalíticos, estimando los expertos en 40 los dólmenes que han desaparecido.

Las acumulaciones dolménicas de la provincia de Córdoba coinciden con el Valle de los Pedroches, Belmez y el Guadiato. Jaén está despertando al Megalitismo en los últimos años. Destaca la necrópolis de Otiñar, 10 kilómetros al sur de la capital.

Casi siempre los dólmenes se localizaban en puntos dominantes del paisaje, para ser visibles a mucha distancia. Su orientación tampoco era aleatoria: mirando al este, hacia donde sale el Sol. De los 300 megalitos existentes en Andalucía, sólo tres no están orientados hacia el punto de salida del astro. No puede ser casualidad. ¿Por qué? ¿Para qué? Eso sólo los gigantes lo saben.

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