Salud mental y tumores cerebrales: el reto invisible tras el diagnóstico

Pacientes

El glioblastoma o el oligodendroglioma no solo afectan el funcionamiento físico del cerebro, sino que también alteran profundamente la vida emocional, psicológica y social de quienes los padecen

La figura del neuropsicólogo es esencial para abordar tanto el impacto del diagnóstico como el posible daño neurológico.
La figura del neuropsicólogo es esencial para abordar tanto el impacto del diagnóstico como el posible daño neurológico. / Freepik
Redacción

24 de junio 2025 - 11:04

Cuando se diagnostica un tumor cerebral, la atención médica se vuelca casi por completo en el abordaje clínico: ¿cirugía?, ¿radioterapia?, ¿quimioterapia? Sin embargo, más allá de esas decisiones críticas, existe otra dimensión profundamente afectada que durante mucho tiempo ha quedado en un segundo plano: la salud mental del paciente y de su entorno más cercano. Tumores como el glioblastoma o el oligodendroglioma no solo dañan estructuras neurológicas; impactan directamente en las emociones, la personalidad, el ánimo y la vida social de quienes los padecen.

A diferencia de otros tipos de cáncer, los tumores cerebrales comprometen el órgano que regula nuestras emociones, pensamientos y conductas. No es extraño que surjan trastornos del estado de ánimo como ansiedad, depresión, irritabilidad o incluso transformaciones radicales de la personalidad. Estos síntomas no solo responden al shock del diagnóstico, sino que a menudo derivan del propio daño neurológico causado por el tumor o sus tratamientos. Por eso, el abordaje psicológico debe formar parte esencial del tratamiento.

Visión de las asociaciones

En este contexto, la labor de asociaciones como ASTUCE Spain, que agrupa a pacientes con tumores cerebrales y del sistema nervioso central, resulta imprescindible. Con motivo del Día Mundial de los Tumores Cerebrales, el pasado 8 de junio, la entidad organizó un encuentro informativo dirigido a pacientes y medios, donde se abordaron los principales desafíos del colectivo. Desde la perspectiva de ASTUCE Spain, las dificultades para acceder a información sobre ensayos clínicos y el escaso apoyo psicológico son algunas de las barreras que condicionan profundamente el camino de quienes conviven con un tumor cerebral. La asociación advierte que no se puede seguir ignorando el impacto emocional, funcional y social de esta enfermedad, y reclama a las instituciones que reconozcan estas necesidades y actúen con urgencia.

La lucha contra un tumor cerebral, recuerdan desde ASTUCE, no termina en la sala de operaciones. Sanar también es acompañar, escuchar y atender el sufrimiento invisible.

Labor neuropsicológica

En este contexto, el papel del neuropsicólogo cobra un protagonismo creciente. El Dr. Miguel Sánchez Barredo, coordinador de Neuropsicología en la Unidad de Neurociencias del Hospital Quirónsalud Torrevieja, explica que “a nivel cognitivo y conductual, el neuropsicólogo facilita al paciente ayuda en la percepción de las propias dificultades y de sus repercusiones en la vida diaria, contribuyendo al proceso de ajuste de las expectativas de futuro tras el daño cerebral. Facilita, además, mediante distintas estrategias rehabilitadoras (restauración, compensación o sustitución), optimizar los procesos cognitivos afectados”.

Este enfoque centrado en proteger no solo la función física sino también la dimensión emocional ha dado lugar a intervenciones pioneras, como la realizada recientemente por el equipo del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid. Allí, un equipo multidisciplinar llevó a cabo una cirugía cerebral con el paciente despierto para extirpar un glioma de bajo grado, con el objetivo de preservar funciones relacionadas con la empatía. “En la zona donde estaba el glioma está localizada la motricidad de la pierna, pero también otras funciones cognitivas relacionadas con la empatía”, señala el Dr. Santiago Gil-Robles, jefe del Servicio de Neurocirugía, subrayando la complejidad de la intervención.

Gracias a una resonancia magnética funcional, se mapearon previamente las conexiones cerebrales del paciente, que también realizó un test de empatía antes de la cirugía. El objetivo era identificar con precisión las zonas implicadas en las emociones para no dañarlas durante la intervención. En quirófano, el paciente fue despertado y, guiado por una neuropsicóloga, repitió las pruebas de empatía y movilidad. “Mientras que realizamos la resección (extirpación), el paciente realiza una doble tarea: mover la pierna y realizar el test de emociones (…) cuando el paciente comienza a cometer errores en el test de emociones al que se le está sometiendo o a tener dificultad para mover la pierna es el momento de finalizar la resección”, detalla la Dra. Cristina Aracil, neurocirujana del centro.

Impacto en la salud mental

Pero los daños no siempre son visibles. Más allá de la pérdida de movilidad, del habla o de la memoria, muchos pacientes experimentan un profundo malestar psicológico. La baja autoestima derivada de cicatrices quirúrgicas o de la caída del cabello, el aislamiento social, la imposibilidad de realizar tareas cotidianas como conducir o trabajar y la pérdida de autonomía generan una sensación de inutilidad que puede desembocar en cuadros depresivos graves. Aun así, muchos pacientes no solicitan ayuda. Creen que sentirse así es “normal” en su situación, cuando en realidad un apoyo psicológico especializado puede marcar la diferencia.

Ese acompañamiento lo proporciona el psicooncólogo, figura cada vez más integrada en los equipos que tratan tumores cerebrales en hospitales como los del Grupo Quirónsalud. Su trabajo consiste en ofrecer al paciente un espacio de confianza para expresar sus miedos, emociones o inquietudes sin temor a “cargar” a sus familiares. También enseña herramientas para afrontar situaciones difíciles y mejorar la comunicación con su entorno.

La Dra. Patricia Martí, psicooncóloga del Instituto de Oncología de Barcelona del Centro Médico Teknon, resume su función: “ayudarles a vivir con una mayor serenidad y seguridad el proceso del tratamiento”. Además, pone el foco en quienes suelen pasar desapercibidos: “El familiar suele ser el gran olvidado. El protagonista de todo es, obviamente, la persona diagnosticada, pero el familiar también sufre, también tiene que hacer un proceso de adaptación. Tenemos que sensibilizar a la sociedad entera de que tan importante es cuidar a la persona enferma como a su familiar”.

Una idea que también destaca Nuria Javaloyes, psicooncóloga del Hospital Quirónsalud Torrevieja: “el ser humano es un todo, y es un todo social. Yo atiendo mucho al familiar, al cuidador principal, que en algunos casos está incluso más afectado que el propio paciente”.

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