Nutrición

Los secretos del microbioma

  • Un estudio explica cómo la familia, los amigos e incluso los vecinos influyen en la rica variedad de microorganismos que pueblan el intestino

El análisis confirmó la estrecha relación entre los microbiomas de las madres y los de sus hijos.

El análisis confirmó la estrecha relación entre los microbiomas de las madres y los de sus hijos. / Freepik

Los microorganismos, como bacterias, hongos o virus están en todas partes del planeta, desde el interior de los seres vivos a el hielo ártico. El término microbioma alude una comunidad de diferentes microorganismos que ocupa un escenario particular y a cómo se relacionan entre si y con el entorno. El término microbiota hace referencia al universo de microorganismos que viven en conjunto en un hábitat, por ejemplo, en los intestinos de los seres humanos. La relación entre, por ejemplo, la microbiota intestinal y la salud general de una persona ha ido cobrando relevancia en las últimas décadas. Una de las aportaciones recientes en este ámbito a partir de estudios con miles de personas de todo el mundo, plantea la posibilidad de que las enfermedades relacionadas con la disfunción del microbioma, como el cáncer, la diabetes y la obesidad, puedan ser parcialmente transmisibles.

Se trata de un estudio liderado por científicos italianos, en el que ha colaborado también el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que ha publicado Nature recientemente. “Este estudio es la mirada más completa hasta la fecha sobre cuándo y por qué los microbios se transmiten a los microbiomas intestinales y orales”, dice Katherine Xue, investigadora de microbiomas en la Universidad de Stanford en California, Estados Unidos. “Los nuevos microbios pueden continuar remodelando nuestros microbiomas a lo largo de nuestras vidas”.

Según recoge Nature, la mayoría de los estudios sobre cómo los humanos adquieren sus microbiomas se han centrado en el primer contacto de las personas con los microbios: a través de sus madres. “Es clave proporcionar un kit de inicio microbiano”, afirma Hilary Browne, microbióloga del Instituto Wellcome Sanger de Hinxton (Reino Unido). Para examinar cómo y por qué cambia este kit de inicio a lo largo de la vida, un equipo dirigido por los investigadores del microbioma Mireia Valles-Colomer y Nicola Segata, de la Universidad de Trento (Italia),analizó el ADN de casi 10.000 muestras de heces y saliva de personas de todo el mundo,  desde aldeas rurales de Argentina a una ciudad de China, pasando por poblaciones de Europa y Norteamérica. A continuación, los investigadores buscaron coincidencias en las cepas de microbios presentes en los intestinos y la boca de familiares, parejas, compañeros de piso y otros contactos sociales.

Analizaron el ADN de 10.000 muestras de heces y saliva de todo el mundo

El análisis confirmó la estrecha relación entre los microbiomas de las madres y los de sus hijos, sobre todo en los primeros años de vida. Durante el primer año de vida de un bebé, la mitad de las cepas microbianas de sus intestinos eran compartidas con sus madres. El grado de solapamiento disminuía a medida que los niños envejecían, pero no desaparecía. Las personas mayores, de entre 50 y 85 años, seguían teniendo cepas microbianas intestinales en común con sus madres.

Aprovechando más de 9.700 metagenomas humanos y perfiles computacionales de cepas, hemos detectado un amplio intercambio de cepas bacterianas entre individuos (más de 10 millones de casos) con distintos patrones de transmisión de madre a hijo, intrafamiliar e intrapoblacional. La transmisión del microbioma intestinal de madre a hijo fue considerable y estable durante la infancia (alrededor del 50% de las mismas cepas entre las especies compartidas (tasa de intercambio de cepas)) y siguió siendo detectable a edades más avanzadas.

En cambio, la transmisión del microbioma oral se produjo en gran medida de forma horizontal y se vio favorecida por la duración de la cohabitación. Los individuos que cohabitaban compartían muchas cepas, con tasas medias del 12% y el 32% para los microbiomas intestinal y oral, y el tiempo transcurrido desde la cohabitación afectaba al intercambio de cepas más que la edad o la genética. Según indican las conclusiones de este trabajo, el intercambio de cepas bacterianas recapituló las estructuras de la población huésped mejor que los perfiles a nivel de especie.

Por último, distintos taxones aparecieron como propagadores eficientes a través de los modos de transmisión y se asociaron con diferentes fenotipos bacterianos previstos relacionados con la capacidad de supervivencia fuera del hospedador. El alcance de la transmisión de microorganismos que describimos subraya su importancia en los estudios sobre el microbioma humano, especialmente en los relativos a enfermedades no infecciosas asociadas al microbioma.

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