Diario de Pasión

Corazón devocional y carmelitano

  • La Virgen del Carmen cumplió sobradamente con la tradición de salir a las calles de Jerez en una jornada calurosa y con la incorporación del público conforme llegaba la noche

Nuestra Señora del Carmen Coronada.

Nuestra Señora del Carmen Coronada. / Manuel Aranda (Jerez)

Tras unas jornadas de terrible calor, parecía que la tarde amainaba con algún grado de menos cuando la Virgen del Carmen, corazón devocional de muchos jerezanos, salía por la baja puerta de la basílica que lleva su nombre.

Muchos devotos y feligreses se hicieron encontradizos con la Madre del Carmelo. No falla. Cuando una procesión tiene la pátina de la historia y la tradición, la ciudad nunca da la espalda. Y así, como septiembre es de la Patrona, julio es de la Virgen del Carmen. Un antiguo puntal de la religiosidad que se clava en las esencias de Jerez desde la llegada de los padres carmelitas a esta ciudad que comenzaba a ser la de los conventos. Hundió la huella del Carmelo grande en la ciudad y a partir ahí comenzaba a tener sentido que la Patrona del mar y de las gentes de la marinería tuviera su importante puntal en Jerez, que es una ciudad sin ese mar verde tan de la provincia pero de mareas cargadas de devoción mariana.

Salía poco a poco la Santísima Virgen. Las llamadas muy cortitas, y de esta forma también se hicieron presentes los sones de la banda del Maestro Tejera que, desde Sevilla, volvía a cumplir con la tradición de acompañar a una de sus imágenes más queridas, como siempre presume José Manuel Tristán cuando del Carmelo jerezano se trata. Perfecta la simetría de cada compás y perfectos los acordes —terciopelo marrón— cuando sonaba esa ‘Reina del Carmelo’ que compusiera el gran maestro jerezano don Germán Álvarez-Beigbeder.

El cortejo avanzaba por la calle que lleva el nombre de la Virgen. Se echa de menos más presencia antecediendo a la Señora. Habrá que seguir trabajando para animar a los muchos devotos a formar parte del cortejo. Tintinábulo y conopeo como atributos basilicales seguidos de los estandartes carmelitanos como el de la Tercera Orden Seglar. La presencia de distintos efectivos de la Armada Española así como miembros del cuerpo de bomberos vestidos todos de ellos de gala, antecedían a la presidencia que estaba presidida por el obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, monseñor José Rico Pavés y junto a él Francisco Holgado como diácono asistente y el secretario el sacerdote Luis López-Cuervo además de un religioso de la orden del Carmen.

Detalle

Antecediendo al paso de la Santísima Virgen iban los fiscales del paso. A la llegada del número ocho el paso se para. Llegaba el momento emotivo dedicado a Carlos Otero, un carmelitano como la copa de un pino que este año ya no está junto a su Virgen aquí en este mundo mortal. Raúl Vázquez, capataz del paso, alertaba a los suyos de que “todas las levantadas son emotivas, pero esta si cabe más porque estamos ante la casa del tío Carlos. Lo hemos echado de menos este año en la novena. Pero sabemos que ya disfruta de la Santísima Virgen en el Cielo”, decía a los suyos. José Carlos Gutiérrez fue el que tocó el martillo para que la Señora se levantara a pulso, muy poco a poco, como sintiendo la importancia del momento a través de la dulzura del lento movimiento. El cronista quería acercarse a José Carlos para preguntarle por lo más destacable de la procesión pero ya no hizo falta. La Virgen iba hermosísima y con eso bastaba. Tras el guiño de la Señora a lo más sentido de la devoción carmelitana poca importancia tenía ya los supuestos estrenos.

Destacar que el Niño Jesús iba con un precioso traje rojo de su importante ajuar mientras que la Santísima Virgen iba con sus mejores galas. Reflejaba los brillos de las perlas que lleva su maravillosa corona en el contraluz natural que ofrecía el tramo de entraba por su calle. Todo un espectáculo para los sentidos que el publico asistente, no mucho a la salida, pudo disfrutar cuando el sol se apaciguaba tras una jornada de batalla y calor.

A partir de ahí, la procesión fue avanzando por su recorrido tradicional aunque este año no pudo llegar hasta la plaza del Asunción por mor de unas obras en la zona. Plaza de la Yerba y Conde Cañete del Pinar sirvió para llegar hasta la plaza Plateros y así buscar la calle Carmen para llegar hasta su casa basilical.

Justo a la recogida, se interpretó el Himno de la Coronación de la Santísima Virgen gracias al regalo ofrecido por un devoto. Y así, tras el fervorín final, la Virgen entró en su casa hasta nueva orden. Muchas podrán ser las misiones y las salidas que la Virgen pueda hacer durante el resto del año. Mas no es menos cierto que su día es el dieciséis de julio. donde los tiempos se paran por su festividad. Cuando el mar respira a fuego que marca la devoción histórica a una imagen de belleza sin parangón.

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