Cuando las cornetas y los tambores todavía están sonando por dos puntos dispares de la ciudad, concretamente en La Plazuela y en el barrio de Picadueñas, con sus cofradías aún en las calles, la tónica general ha sido la de normalidad en estas primeras horas del Viernes Santo donde seis cofradías han cumplimentando su estación de penitencia en la Catedral jerezana.

Una noche que ha tenido algunas rachas de viento sin apenas incidencia y una temperatura agradable. No fue madrugada de abrigarse mucho ni de tampoco de ir con el traje a pelo. Pero agradable en cualquier caso.

Las procesiones de esta jornada donde el Pueblo de Dios celebra la Pasión y Muerte del Señor, lucieron a gran altura. Desde la alegría lógica de la Esperanza de la Yedra en su barrio de San Miguel, y más concretamente en la zona de La Plazuela, hasta la de Jesús que le pone nombre a esta Noche que es una de las más señaladas de todo el calendario de la ciudad. Tan solo destacar dentro del capítulo de incidencias que la hermandad de la Misión Redentora suprimía el recorrido por las calles Luís de Isasi y San Honorio por problemas con un zanco del paso.

La del Santo Crucifijo, luciendo elegancia y buen gusto a primera hora de la Madrugada pasando, casi de puntillas, por la plaza del Arenal en el camino de ida buscando Consistorio y plaza Plateros que le llevaría hasta la zona de Cristina.

La hermandad de las Cinco Llagas cumplimentó con elegancia su estación de penitencia. Una estación donde pareció estar más arropada en el número de nazarenos blancos. Y este año con dos grandes novedades: por un lado un grupo de pequeños que formaban una encantadora ‘pavería’ y el exorno floral del Señor que dejó a un lado el clásico monte de césped para colocar con primor rosas rojas al paso del nazareno que tallara con gran esmero Ramón Chaveli. María Santísima de la Esperanza caminó por la ciudad con la fuerza y el garbo que sus costaleros le imprimieron, aunque hay que destacar la salida y entrada al templo que se hizo con ruedas para dosificar el desgaste de fuerza de la cuadrilla ‘profesional’.

Desde Cristina, una vez cumplimentada la venia del Santo Crucifijo, pasó la hermandad de Jesús Nazareno. La que da nombre a esta jornada tan clásica y tan jerezana. Esa cofradía donde parecen parados los tiempos y se hunde en las raíces más genuinamente jerezanas.

Y desde Santiago, la hermandad seria del barrio. La de la Buena Muerte que fue de nuevo contrapunto con sus nazarenos de ruan negro y cirios al cuadril. Este año la cofradía que tiene también por titular al Dulce Nombre de Jesús, estrenaron nuevo techo de palio. Con un baquetón que son obra de Juan Manuel Merlo, siendo ejecutados en los talleres del jerezano bordador Ildefonso Jiménez. Además del sobretecho del paso de palio. 

El Señor de la Sentencia iba primoroso con su túnica de Santa Bárbara que es una auténtica barbaridad. Y la Esperanza de la Yedra Coronada una año más ha ido durante toda la noche regalando esa dulzura de su mirada en el maravilloso palio que bordara el taller de Esperanza Elena Caro. 

Y para concluir, la hermandad de la Misión redentora que sobre las cuatro de la mañana pasaba por la basílica de la Merced Coronada para presentar credenciales de cofradía en fase de construcción pero no por ello exenta de belleza con el Señor que tallara Fernando Murciano. 

En definitiva una magnífica Madrugada donde se pudo ver mucho público por la calles y donde casi relució más que el sol de la tarde anterior del Jueves Santo como si hubiera sido una maravillosa continuidad de la jornada del Amor Fraterno.