Cofradías

Patricia Moreno ensalza en el Stabat Mater Dolorosa del Amor a la mujer más universal

  • Las voces de las Hermanas Agustinas de Santa Rita pusieron la nota sonora a una velada muy emotiva

Patricia Noelia Moreno, en un momento de su intervención.

Patricia Noelia Moreno, en un momento de su intervención. / Manuel Aranda

El Convento de Santa María de Gracia, conocido popularmente por Santa Rita, acogió en la noche del pasado viernes el tradicional Stabat Mater Dolorosa que cada año organiza la Hermandad del Amor. La pandemia ha hecho que este histórico enclave de la ciudad, donde residen las Hermanas Agustinas, fuese de forma extraordinaria escenario de este acto, que en esta edición corrió a cargo de Patricia Noelia Moreno, Licenciada en Filología Hispánica y cofrade de la hermandad.

En un ambiente reconfortante donde las medidas de seguridad se hicieron ver, fue Juan Luis León, hermano mayor del Amor, quien abrió la velada recordando emotivamente a los hermanos fallecidos en los últimos meses.Acto seguido fue José Manuel García, ex hermano mayor del Cristo, el encargado de presentar a la oradora, destacando su fe y devoción por las imágenes titulares del Amor y repasando algunas de sus disertaciones recientes, como la Exaltación de la Saeta de la Peña Buena Gente.

La oradora, mirando a Nuestra Señora de los Remedios, en Santa Rita. La oradora, mirando a Nuestra Señora de los Remedios, en Santa Rita.

La oradora, mirando a Nuestra Señora de los Remedios, en Santa Rita. / Manuel Aranda

Una vez en el atril, Patricia Moreno se adentró en un sobrio diálogo con la Virgen en el que fue alternando la prosa y pensamientos interiores con versos estructurados en torno a ella (en ocasiones de creación propia y en otras citando a autores como Lope de Vega, Antonio Machado o Sor Juana Inés de la Cruz) , desde sonetos a una plegaria pasando por un himno dedicado a Nuestra Señora de los Remedios.

Esta explosión de sentimientos canalizada a través de la escritura tuvo su perfecto contrapunto con las conjuntadas voces de las Hermanas Agustinas que pusieron el toque musical, a veces con la base de guitarra y otras con el órgano, a la oración creando un vínculo y un ambiente especial durante toda la noche.

En ese recorrido por el momento de la pasión, la oradora tuvo también un recuerdo a Jesús Cautivo, al que dedicó un poema que fue especialmente aplaudido por los presentes. La noche culminó con los sones del Salve Regina Coelitum y una eucaristía, donde se recordó a los hermanos fallecidos de la hermandad.

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