Lunes Santo

Radiante Lunes Santo

  • El día, al final, fue bueno en lo meteorológico con una tarde y noche agradables. Siguen viéndose demasiados palcos desocupados

L UNES Santo para enmarcar. Tal vez porque los ánimos se alientan con el buen tiempo, los días nos parecen maravillosos. La tarde del Lunes Santo nos dejó unas muy buenas impresiones. En lo meteorológico, cielo celeste pero con un molesto y, en algún momento, viento racheado. Buen ambiente para ser el segundo día de la Semana Santa, pero con demasiados huecos en los palcos, especialmente en Aladro. Menos gente por las calles. Ya se sabe que no es domingo pero, ¿dónde está la afición? Dios sabe. Una pregunta: ¿Están vendidos todos los palcos? Los cortejos, en general, correctos en la medida de años precedentes. La música fue buena, acorde con lo que se exige y se paga. Y al cumplimento horario, tampoco hay que ponerle demasiadas objeciones.

Ayer sí estuvo la mesa del palquillo a tiempo para que La Paz pidiera la venia y rindiera su entrada en Carrera Oficial, cumpliendo con un nuevo Lunes Santo, algo que para la gente de Fátima fue especial y triste por la ausencia de Enrique Bellido, un buen cofrade que lo dio todo por la hermandad. Habrá que seguir trabajando para hacerla crecer más allá del ímpetu que imponen los pasos.

La hermandad sigue afianzándose con paso firme y con ganas, que al fin y al cabo es la esencia para labrar el futuro. Precioso de flores fue el palio del Refugio y preciosa fue la música de la Álvarez Quintero, un clásico cofrade que sigue estando ahí, al pie del cañón, con 'Corpus Christi' para entrar en palquillo. Y don Buenaventura Sánchez Falcón dando ejemplo en la presidencia. Qué no pare el ritmo, cofrades de La Paz.

Buenas sensaciones nos dio la hermandad de la Cena, con un cortejo ordenado pero en el que mandaban nazarenos demasiado jóvenes para una cofradía de largo bagaje temporal, algo que por desgracia es bastante común en las hermandades de aquí. ¿Dónde están los mayores? Parece que ya se da por hecho que lo de vestirse de nazareno queda para los 'peques'. Un mal demasiado común. Al menos en la cofradía de San Marcos el trabajo por reforzar el cortejo va dando sus frutos, lo que no es nada fácil.

Apabullante fue la 'revirá' del misterio en Aladro, con tres marchas, y el palio de La Paz y Concordia del que nunca nos casamos de ver la finura y maravilla de los bordados de Elena Caro en su techo de palio. Es una dulzura verla andar de frente a los compases de 'La Madrugá' muy bien interpretada por una magnífica banda del Nazareno de Rota.

La judicatura estuvo un año más en el cortejo de La Candelaria. Muy bien vestida fue la Verónica en el armonioso conjunto del misterio de la cofradía. Detallazo del Perdón devolviendo el gesto que el domingo tuvo con su cofradía hermana de La Plata, ocupando ayer un tramo completo del cortejo. Gustó -y mucho- la hermandad dejando una grata impresión. Filas nazarenas bien ordenadas, pasos que no desentonaron. Lástima que aún se sigan pisando los sonidos del misterio y del palio.

Amor y Sacrificio nos dejó la clásica impronta que transmite una hermandad que huye de brillos y oropeles. No es ni mejor ni peor dejar de lado la estética cofrade andaluza para adoptar otra de más arriba. No descubrimos ahora que los penitentes de la hermandad de Madre de Dios son fieles a la tradición muy aceptada en la cofradía desde sus orígenes. La verdad de la misión de testimonio se vio un año más tras el negro manto de la Señora, con esos devotos que marchan al ritmo de cargadores y esparcen aromas a alhelíes y azahares.

La Viga es el crucificado que mandó silencios a su paso, cosa nada fácil por la algarabía que prevalece en los palcos. Como dice el buen amigo y cofrade Alberto Espinosa, en los palcos se comen pipas como el que ve un partido de fútbol. Charlar, se charla tela del telón, pero qué le vamos a hacer. Tampoco vamos a estar como en misa, aunque en esto sí en obligado dejar constancia de que pagan justos por pecadores. El crucificado de la Catedral cerró la primera parte con los cardos blanqueados a sus pies que don Rafael quiso que siempre estuvieran ahí. En junio, con las elecciones previstas, se cierra el episodio que vive la hermandad para que el bueno de Paco Gil pueda dar por cumplida su engorrosa misión como comisario de la hermandad. El Socorro, con sólo mirar su rostro es más que suficiente.

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