Cofradías

En el año 1984 también hubo debate sobre las procesiones del Sábado Santo

  • El religioso dominico Agustín Turrado escribió un artículo en este periódico que después de 38 años vuelve a estar de actualidad

El paso de misterio del Cristo Yacente en la tarde del Viernes Santo.

El paso de misterio del Cristo Yacente en la tarde del Viernes Santo. / Miguel Ángel González (Jerez)

El año de 2022 ha pasado por ser el del Sábado Santo. Continua el debate abierto a la espera de la respuesta que monseñor José Rico Pavés dé finalmente su última palabra para bendecir esta jornada con pasos, declarar dejarla tal y como está o esperar un tiempo para llevar a cabo este proyecto de una forma más meditada. Sin embargo, en los primeros años de la década de los ochenta el Sábado Santo también estuvo en boga. Fue en el año 1984 cuando don Rafael Bellido Caro, siempre añorado por los fieles y primer obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, cerraba la jornada tras una pequeña tradición de algo menos de cuarenta años con procesiones en las calles. Un paso que se llevó a cabo por la poca asistencia de fieles y público en las calles ante el transitar de la cofradía del Santo Entierro y por declarar esta jornada como alitúrgica y como una expectante espera a la Vigilia Pascual donde Cristo Resucita y vence a la muerte.

En la edición de hoy queremos rescatar un artículo publicado el Viernes Santo del año 1984 —en una Semana Santa muy tardía—, concretamente corresponde al 20 de abril este este mismo año, y que publicaba el religioso dominico el padre fray Agustín Turrado, especialmente conocido en la ciudad en los años en los que estuvo destinado en Santo Domingo. El escrito del sacerdote viene a modo tras el debate creado sobre esta jornada. Una pieza de opinión que bien podría haberse escrito en el pasado año de 2022.

El artículo se titulaba “¿Qué celebramos mañana Sábado Santo?” y el texto íntegro es el siguiente:

Si hoy, Viernes Santo, celebramos desde la fe la muerte de Jesús y si en la vigilia-madrugada del domingo festejamos la Resurrección del Señor, mañana, Sábado Santo, se conmemora la sepultura de Jesús. Día de sosegada espera ante el sepulcro del Señor. Día “no litúrgico”, en el que el creyente cristiano está recogido y quedo en la espera de la Resurrección.

No hay, por eso, el Sábado Santo acto litúrgico ninguno en nuestros templos. Ninguno. Porque, aunque la vigilia de la Pascua comience el sábado-noche, litúrgicamente corresponde, no al sábado, sino a la madrugada del domingo de Resurrección. Ni tampoco debiera haber el Sábado Santo procesiones de Semana Santa en nuestras calles. Por carecer del misterio que “representar” y por respetar también el matiz “no litúrgico’ del día.

Digamos a título de curiosidad, que el Viernes Santo procesionan en las distintas sedes episcopales de Andalucía más de medio centenar de cofradías, el Sábado Santo, en cambio, tan solo procesionan sus “pasos” cinco, nada más: cuatro en Sevilla y una en Granda. Pero ni Málaga, ni Jerez, ni Córdoba, ni Cádiz, ni Almería, ni Huelva, ni Jaén, ni Guadix tienen procesión ese día. Lo que ciertamente habrá que valorar como logro incuestionable, desde el carácter “no-litúrgico” del Sábado Santo.

Desde la perspectiva de la fe, dentro de las procesiones de Semana Santa, la del Resucitado, en la mañana del domingo, debe de ser la más importante de todas, al ser la Resurrección la que da luz y sentido a la Pasión y Muerte del Señor. Y, en línea de curiosidad, digamos también que la Semana Santa de tres sedes episcopales andaluzas: Granada, Guadix y Jerez no procesionan aún al Cristo Resucitado, con lo que , desde la vivienda de la fe, su Semana Santa resulta a todas luces incompleta, truncada y manca por demás.

Pero volvamos a nuestro Sábado Santo, como día “no-litúrgico”, como actitud contenida, meditativa y expectante ante el sepulcro de Jesús, en la espera de su gloriosa Resurrección.

Resurrección de Jesús que la Iglesia, desde siempre, celebró con las más solemnes de sus vigilias festivas: la vigilia de la Resurrección. Vigilia que, como su propio nombre indica, es un “estar en vela”, un “estar despiertos” en medio de la noche, aguardando el comienzo del domingo para celebrar la Resurrección del Señor.

Y entiendo que ni razones de una mayor asistencia de fieles ni argumentos de una indudable mayor seguridad callejera, justifican adelantar la vigilia de la Pascua, incluso a hora de clara luz del sábado, hora litúrgicamente improcedente, intempestiva e inadecuada para lo que esta vigilia significa y para lo que con ella se pretende celebrar. Quédese claramente el Sábado Santo en lo que realmente es: día “no-litúrgico”, en expectante espera de la Resurrección de Jesús.

Porque no es la vigilia de la Pascua el acto litúrgico del Sábado Santo. Y mucho menos es una habitual y adelantada misa vespertina del domingo. Es la “vigilia”, la “vela” del comienzo del domingo, día de la Resurrección del Señor. Agustín Turrado, OP.

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