Cofradías

Las imágenes de la Cabeza y el Amparo sembraron fervor mariano y devoción

  • El fin de semana estuvo protagonizado por las salidas de las imágenes de la Virgen de la Cabeza y la del Amparo del Cristo de la Sed

La Virgen del Amparo, en la Ermita de Guía.

La Virgen del Amparo, en la Ermita de Guía. / Manuel Aranda

Dos procesiones, dos, las que este fin de semana se llevaron a cabo. Dos imágenes de María; una de Gloria, otra Dolorosa. Ambas protagonistas de la devoción de dos barrios jerezanos.

A primera hora de la mañana salía desde la parroquia del Cristo de la Sed la Virgen del Amparo. Rosario que si tradicionalmente era vespertino, tras la pandemia, se convirtió este año en acto piadoso de la aurora. Camino de la ermita de Guía donde los cofrades del Cristo del Perdón esperaban a la hermandad de la Sed como si se quisiera rememorar los dos Lunes Santos en los que la cofradía de la Zona Sur no ha podido hacer estación de penitencia.

Acto piadoso y misa de campaña en los jardines que anteceden a la ermita donde la Virgen del Amparo presidió. Por la tarde, se preparó la procesión extraordinaria para la vuelta de la imagen de María a su casa. Acompañó la banda de música de San José Obrero con acordes alegres como una acción de gracias más que como una rogativa. Hasta que la comitiva quedó recogida de nuevo en la parroquia de la Sed.

La Virgen de la Cabeza avanza por las calles de Picadueñas. La Virgen de la Cabeza avanza por las calles de Picadueñas.

La Virgen de la Cabeza avanza por las calles de Picadueñas. / Manuel Aranda

Virgen de la Cabeza

Por otro lado, la imagen de la Virgen de la Cabeza cerraba el ciclo de procesiones de gloria como ha venido siendo habitual desde antes de la llegada de la pandemia. Desde la parroquia del Corpus Christi, en Picadueñas, la ‘morenita’, que es centro de la devoción de muchos vecinos del barrio, acudió a la basílica de la Merced como fraternidad mercedaria. El saludo a la Patrona en la basílica y los ya clásicos “vivas” a la Virgen que el padre Felipe Ortuno invita a los devotos a corear como sello del hermanamiento de la casa de la Merced. Los hermanos de la Cabeza acuden una vez al año con su Virgen para hacer más fuertes esos lazos de fraternidad que une a toda la familia de los redentores de cautivos.

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