Cofradías | Análisis

2021: Una odisea en las cofradías

  • Con la llegada del nuevo año, las hermandades se enfrentan a importantes retos económicos en una complicada etapa que se perfila con otra suspensión de las procesiones

Nuestro Padre Jesús de la Pasión.

Nuestro Padre Jesús de la Pasión. / Manuel Aranda (Jerez)

La última semana del año no ha podido ser más desesperanzadora para los cofrades. Era como rememorar aquella pesadilla que se vivió en el mes de marzo cuando los consejos de hermandades y las diócesis iban suspendiendo semanas santas por minutos en una escalada que daba hasta cierto vértigo por la velocidad a la que se sucedían las noticias.

Si el pasado martes se hacía público el movimiento de ficha de Sevilla y suspendía todos los actos y celebraciones en la vía pública durante los días de Semana Santa y Cuaresma, el miércoles, era el Arzobispado de Granada el que, en un gesto de solidaridad, se sumaba a la capital hispalense y suspendía también sus procesiones.

A pesar de la buena intención de muchos cofrades por esperar algunas semanas con el fin de observar cómo se va desarrollando la pandemia del COVID-19, la realidad es tozuda y son muchas las vidas que se han perdido en estos meses de crisis sanitaria. La historia es bastante fácil de explicar: A mayor contacto humano las posibilidades de contagio se incrementan, por tanto, más personas con la enfermedad agravada y un crecimiento de ingresos en los hospitales. Esto da, como resultado final, un desbordamiento de las unidades de cuidados intensivos. Son habas contadas y con un simple manual de lógica elemental se puede llegar a la conclusión de que es imposible. El capricho y el pataleo —muy dado entre los cofrades— de poco o nada sirve cuando miles de vidas se pierden en este siniestro sendero de la pandemia. Es algo muy serio lo que está en juego.

Sin embargo, no por mucho madrugar amanece más temprano. Y se han visto estos meses auténticos ejercicios de tozudez cofrade en foros y redes sociales donde el único análisis fácil es el alumbramiento de una conjura de malvados maridado con una teoría conspiranoica que a la vez está ligada a los intereses políticos de unos cuantos que se levantan cada mañana con la única intención de ver cómo se cargan las cofradías. Mientras las tasas de incidencia fluctúan y las personas enferman, el cotilleo cofrade dirime en si hay que sacar pasos o quedarnos un año más viendo las retransmisiones del 2019. Un debate de besugos.

El origen de las hermandades siempre fue el auxilio del más necesitado. Ayuda asistencial, cuando se caía en una grave enfermedad o en tener la certeza de cuando uno pasaba al Cielo Eterno alguien iba a apiadarse de tu cuerpo mortal y te enterraría dignamente. Después vinieron las manifestaciones públicas de fe. Y esta es una de las grandes funciones de las cofradías. Dar a conocer la doctrina cristiana a través de las catequesis plásticas que se representan en los pasos. Todo esto suponiendo que la totalidad de los cofrades saben lo que cada paso representa elevado sobre un canasto dorado.

El nuevo horizonte

Dejando a un lado el anecdotario, las curiosidades cofrades y las ‘corrientes de pensamiento’, la cuestión se basa ahora en el horizonte que se vislumbra para los próximos meses. Nada alentador. Las tertulias cofrades hubieran aprovechado mejor el tiempo si, en lugar de pensar si se sale o no se sale —creencias aparte—, se hubiera configurado un proceso de adaptación a los complicados tiempos que se acercan. Tan dificultosos que en este medio adelantó que podría darse el caso de la disolución de algunas hermandades en la ciudad. Esperemos que nunca haya que recurrir a este titular para tomarlo como premonitorio.

La cuestión económica es más grave de lo que parece. Una vez suspendida la Semana Santa en todas y cada una de las poblaciones andaluzas y españolas, el auténtico enemigo se va a encontrar en los ajustes de cuentas. En las partidas de gasto y en las exiguas entradas de ingresos. Ahí es donde la pandemia puede hacer verdadero blanco en las corporaciones nazarenas. Y ahí es donde habrá que sortear el hachazo que se aproxima para que, al menos, sea lo menos letal posible.

Con una Semana Santa suspendida, entramos de nuevo en un escenario de ingresos cero. Muchas cofradías se nutren económicamente del reparto de las sillas y palcos de la carrera oficial. El ya pasado año 2020 se esquivaron los problemas económicos pero ahora quedan doce meses más de vía crucis. A este importante flujo de entrada de ingresos hay que añadirle que un porcentaje nada desdeñable de hermanos no actualizan sus cuotas al ver el futuro incierto. Las loterías han bajado en las previsiones de venta y los eventos que se organizan para fortalecer las tesorerías no constan ahora en la hoja de ruta de las juntas de gobierno.

Por otro lado, las tesorerías deben de estar deseando la suspensión oficial. Esto redundaría en los presupuestos que se verían más aliviados quitando gastos de flores, cera o bandas de música. Menos ingresos aunque al menos un factor que ofrece la oportunidad de un fuerte ajuste y contención del gasto.

El consejo

El consejo local de la Unión de Hermandades también se verá afectado con la oleada de crisis económica que se avecina. Si muchas hermandades tienen gran parte de sus ingresos puestos en el alquiler de los palcos, el órgano con sede en Curtidores tiene como único caudal económico esta partida de la cual plantea sus propios presupuestos. Unas cuentas que van destinadas a las actividades del consejo y que sostienen una partida nada desdeñable gracias a los palcos de la carrera oficial. Habría que añadir a los gastos normales del consejo un crédito solicitado para comprar las más de doce mil sillas en el año 2019. Una operación que se llevó adelante gracias a la financiación que encontró el aval del mismo Obispado. Este sería un capítulo que mejor es no tocar en el caso de que el consejo caiga en suspensión de pagos.

Una parte importante de los abonados dejó en depósito el dinero de su palco en el año 2020. Este remanente ha posibilitado la viabilidad del consejo durante estos meses en los que no hubo procesiones. Sin embargo, con la posible suspensión del presente año, habría que ver cuántos abonados reclamarán un dinero que está pagado desde principios del fatídico año. Habría que preguntarse cómo va a plantear el consejo la falta de liquidez ante una posible devolución masiva de palcos en el caso de que los abonados no quieran esperar más.

En definitiva, los problemas de las cofradías son más serios que si salimos este año o lo dejamos ya para el 2022. Todos los cofrades tienen un mismo denominador común: el deseo puesto en una Semana Santa como la que siempre hemos conocido. Llegar, es más que probable que se llegue a ese escenario. Tarde o temprano el ser humano se impondrá a la pandemia. La vacunación masiva de la población será el gran hachazo al virus, al menos a priori. Pero también se puede advertir que, al ritmo que se está llevando la inmunización por medio de vacunas, no será de la noche a la mañana. La pregunta es ahora en qué condiciones llegarán las cofradías a la recta final. Y mientras unos reflexionan sobre esta importante cuestión, otros siguen pensando en que queda un resquicio para la esperanza. Es como querer tomarte el antídoto de un veneno justo debajo de una espada de Damocles.

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