Crónica de un ensayo

Con la pasión a hombres

  • Los costaleros del palio de la Esperanza de la Yedra realizan el último ensayo del año a las órdenes de Tomás Sampalo

“Este último ensayo va a ser un regalo para nosotros”, anuncia Tomás Sampalo a sus cuadrillas del paso de palio de la Esperanza en la casa de hermandad de La Yedra. El capataz, que este año se estrena con la cofradía de la madrugá comunica que no se esperaba “a una gente tan preparada bajo el paso cuando entré por la puerta hace meses”, por lo que en esta última noche de preparativos van a darse “un homenaje” por la tierra de su señora, en la Albarizuela.

Aunque este año se estrena en la Hermandad de la calle Sol, a Tomás Sampalo Torres lo de dirigir un paso no le es nuevo a sus 39 años. Su primera toma de contacto fue precisamente en una madrugá, en este caso de 1999 y con la Hermandad del Perdón. Si nos remontamos a su experiencia como costalero se tendría que retroceder 24 años. En todos este tiempo ha sacado a hombros hermandades como La Cena o La Soledad y ha tocado el llamador de Coronación, Tres Caídas o la Hermandad de la Resurrección de Castilleja.

A las diez de la noche, las dos cuadrillas de Sampalo comienzan a prepararse en la azotea de la casa de hermandad, desde la que se vislumbra perfectamente una calmada noche en las calles Sol y Empedrada. Aunque la mayoría de hombres traen la molía preparada de casa, los compañeros se necesitan unos a otros para colocarse la faja, medida de seguridad de primer orden que previene lesiones en la espalda durante la salida procesional. Se preparan en la terraza mientras los costaleros del misterio terminan sus preparativos en la primera planta del edificio. Una vez que los de La Sentencia están preparados, los 74 hermanos encargados de La Esperanza bajan a escuchar al encargado del llamador. El capataz les anuncia que el día anterior estuvo hasta las dos de la mañana planificando los relevos y les da una de las noticia más esperadas por sus hombres, qué cuadrilla sacará este año a la reina de la Albarizuela. “El culpable de la decisión final es aquel, así que a mí no me deis las quejas”, dice Sampalo mientras señala a su hijo con una sonrisa en los labios. En esta ocasión, será nuevamente la alta quien saque el paso de palio y la baja quien la recoja, una decisión que causa tanta alegría entre los más altos como resignación entre los más recortados. Después del revuelo causado, el capitán del barco da unas cuantas reseñas a sus hombres, como el no olvidar “que mientras la procesión esté en la calle, nosotros somos la Hermandad. Somos la representación de la Virgen de la Esperanza, por lo que tenemos que tener el máximo respeto y guardar la compostura durante todo el recorrido. La gente viene a observar lo bien que trabajamos, así que cuando hagamos los relevos, no quiero a nadie en bares o delante de la Esperanza, dejad que Jerez la contemple”. Al fondo se escucha un costalero decir, “¿y cuándo lleguemos a La Plazuela?”. La respuesta de Tomás no se hace esperar. “Todas estas reglas son cuando la Virgen esté en Jerez, una vez que entremos por su Plazuela es otra ley. Quien en ese momento no esté al lado de La Esperanza se las verá conmigo”. Las últimas palabras del capataz van dirigidos a dos costaleros que “han tenido la mala suerte” -dice de broma- “de dejar embarazadas a sus mujeres”. Antes de empezar a igualar las cuadrillas, uno de sus hombres le dice que si en un momento del recorrido pueden parar a rezar bajo el balcón de una familia que tiene un hijo bastante enfermo. La respuesta ya la sabían todos.

Esta se trata de la quinta vez que las cuadrillas salen a la calle con su nuevo capataz. “En un ensayo se intentan simular y reproducir situaciones que se pueden dar durante una estación procesional y sobre todo de encontrar entre los compañeros una coordinación en las formas y en el modo de llevar un paso por la calle”. Aunque no todo es trabajo, uno de los aspectos importantes de congregar a todos los costaleros es buscar “una hermandad, una convivencia entre el grupo”. Cabe recordar que la Hermandad de la Yedra es una de las cofradías con mayor recorrido en la calle. Un total de nueve horas en la que los hombres de Tomás tendrán que demostrar los frutos de los ensayos. “Se trata de una exigencia física enorme por parte de los costaleros”. El deterioro del capataz, por otro lado, “es sobre todo mental. Es una tensión constante porque todo salga bien, por estar pendiente de todos los detalles, y algo muy importante, la voz. Tenemos que cuidarnos muy bien las cuerdas vocales y aprender a proyectarla correctamente”.

El paso intermedio entre alentar a sus hombres y colocarse bajo las trabajaderas del palio, seis en el caso de La Esperanza, es igualar las dos cuadrillas, la alta y la baja. Ayudado de dos hermanos y su propio hijo, Tomás va llamando a los costaleros en grupos de cuatro o cinco personas para saber en qué posición van. Entretanto, anuncia que hoy, al ser un día de lucimiento más que de ensayo van a tratar de hacer una de las técnicas más difíciles, echar el paso a tierra, que consiste en agacharse lo máximo posible para que el palio quepa por sitios donde la altura presenta un problema. También previene que no se extrañen por las dos piezas de candelería que hoy van encima del paso. “La Hermandad está haciendo pruebas para ver cuál de los dos tipos de cera aguanta más, no tiene mucho más secreto”, comenta.

Entre los intríngulis del mundo costalero, Sampalo también señala la diferencia entre ir debajo del Cristo o de la Virgen. “En el paso de misterio, al tener una canastilla más alta, te puedes poner de pie en las paradas más largas, es un descanso para la espalda y las piernas. Otro aspecto que se nota es el movimiento de las caídas del palio, que machaca los riñones, para lo que se precisa un equilibrio y una coordinación espectacular entre los compañeros”. Debido al amplio recorrido por delante, el capataz ha programado 18 relevos para la madrugada del viernes y aunque las chicotás irán marcadas “por lo que ordene el fiscal”, el jefe de las cuadrillas supone que La Yedra puede hacer en la noche alrededor de 90 chicotás. Un aspecto a señalar es la nocturnidad. “Hay que tener en cuenta que a la hora que salimos, es un tiempo que nuestro cuerpo está acostumbrado a descansar, es algo contra lo que también tienes que luchar durante el recorrido”.

Por fin, alrededor de las once de la noche, las puertas de la casa de hermandad se abren y la canastilla del paso de palio sale a una silenciosa calle Empedrada merced de emocionada cuadrilla, cara descubierta. Una emoción sin disimulo porque cada vez se dislumbra más cerca la esperada madrugada del Viernes Santo, uno de los días más azotados por la lluvia de toda la Semana Santa. Sin ir más lejos, el año pasado, La Esperanza no pudo alumbrar con el brillo propio de su plateada canastilla la noche de la pasión por puntos clave del recorrido como Bizcocheros y todo el entorno del barrio de San Pedro. Tuvo que quedarse en casa, acompañada por el llanto de sus hermanos.

Algún rezo, alguna lágrima y mucha emoción contenida se palpa y se siente mientras el desnudo palio de la titular de La Yedra surca por las calles de La Albarizuela. Al grito de “¡Al palo, Tomás!”, la canastilla de madera se pierde por el final de la calle Empedrada. Al bajar por la palza León XIII, la noche deja quizás la primera estampa cofrade del año 2012. La Esperanza se encuentra en calle Medina con un ensayo de los costaleros de Las Viñas. Concepción y Esperanza, dos palios claves en sus respectivos días procesionales se guiñan. El año que viene estarán aún más cerca en espíritu, ya que se producirá la esperada coronación de Nuestra Señora de la Esperanza de la Yedra, como hace varios años ocurrió con la titular de la Hermandad de La Vid. Tomás y los suyos, por ahora solo disfrutan de ese regalo en forma de ensayo que hace sentir un poco más cerca la salida procesional de la próxima madrugá del Viernes Santo, que tiñe las calles de Jerez de ese verde esperanza que tanta falta le hace.

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