El valor que supone un solo momento
De frente
TODOS los cofrades lo sabemos. Vivimos a fuerza de momentos, de recuerdos, de sensaciones que nos dejaron marcados y que nos acompañarán mientras vivamos. Hoy les cuento la pequeña historia de un 'equipo musical' en plena calle. De pequeño me enteré que había un invento maravilloso llamado estéreo, que venía a sustituir al 'mono'. Suponía por entonces que escucharas unos instrumentos por un altavoz y la voz, por ejemplo, a unos metros de distancia. Todo, unido, componía una sinfonía maravillosa. Había una evolución, que curiosamente no funcionó en los mercados: el cuadrafónico. Lo mismo que les he contado, pero multiplicado por dos. Hace unos años, en compañía de mi buen amigo Kiko Abuín y del siempre recordado Pepe Antonio (Dios le guarde por siempre) nos embutimos -nunca mejor dicho- en una recogida del Cristo del Amor con la Banda del Sol sonando a pulmón pleno y a mano prieta por la calle Francos. Las cornetas se preguntaban y respondían mientras nos sentíamos, allí, en el centro, unos verdaderos privilegiados. Los tambores marcaban el ritmo mientras la noche se hacía eterna. Tan sólo hizo falta que nos miráramos a los ojos para saber que habíamos vivido un momento único, fugaz, pero inolvidable. Esa noche el estéreo se disolvió para siempre en mi recuerdo.
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