Seguramente sea algo que a todos nos ha pasado en la cocina: salamos nuestro guiso pero sin darnos cuenta nos pasamos y estropeamos su sabor. Para solucionarlo, es común echarle más agua, aunque a veces ya es 'demasiado tarde' y con ese gesto no bastaría. Sin embargo, todavía podría subsanarse.

Un truco que sirve para arreglar casi cualquier guiso que hemos salado demasiado consiste en echar una patata troceada en la olla, mientras está al fuego, pues esta absorberá el exceso de sal que hay en el guiso. Si no queremos que nuestra receta lleve patatas, tan solo habrá que retirar los pedazos cuando ya haya cumplido su función.

También hay otras formas de retirar el exceso de sal en un guiso y, como en el caso anterior, todas se llevan a cabo mientras la olla está en el fuego. Por ejemplo, podríamos retirar el exceso de sal con leche y gaseosa, siempre que la receta admita el primer alimento, como por ejemplo, los guisos que llevan nata. Podríamos echar en la olla una mezcla de leche y gaseosa, a partes iguales. Sino, también serviría verter simplemente la gaseosa, que gracias a su punto dulce rebajará el sabor salado.

Otra opción es añadir pan. Sobre todo está es una muy buena idea si el guiso que se nos ha quedado demasiado salado lleva salsa. La única pega de este truco es que el pan también absorberá mucho líquido, por lo que luego tendremos que echar algo de agua para así conseguir la cantidad que teníamos anteriormente. 

Con otras recetas puede ser más sencillo rebajar el exceso de sal, como con unas verduras al vapor o cocidas. En este caso, tan solo bastará pasar los alimentos por agua sin sal, algo que además también mejorará su textura. Asimismo se puede utilizar este procedimiento con la pasta, que es común que quede demasiado salada: se coloca bajo el grifo de agua fría y en cuestión de segundos el agua ayudará a arreglar el problema.

Algunos consejos para evitar que se nos 'vaya la mano' con la sal

Para evitar pasarnos cuando salemos nuestros platos, puede ser interesante utilizar sal tipo kosher, pues sus granos son más grandes y, por lo tanto, los 'controlamos' más fácilmente. Necesitaríamos echar una gran cantidad para dejar la comida demasiado salada, así que es más complicado.

El siguiente consejo hay que llevarlo a cabo cuando espolvoreemos la sal en nuestro plato, y consiste en que coloquemos nuestra mano a, aproximadamente, 25 centímetros de alto respecto a los alimentos que vayamos a salar. Pues así se esparcirá de manera más uniforme.