TV-Comunicación

Eurovisión dice basta

  • Los organizadores del festival reconocen que Azerbaiyán intentó comprar votos en 2013 y anuncian castigos severos para cualquier intento de fraude

La Unión Europea de Radiodifusión, UER, organizadora del Festival de Eurovisión, no está dispuesta a que esta cita vuelva a verse envuelta en polémica. Los rumores (a voces) que apuntan a que la votación de este certamen es susceptible de fraude o, simplemente, que los países participantes no conceden sus votos en base a la calidad musical de los temas sino a la afinidad política del país al que representan ha sido una constante casi desde los orígenes del certamen. Con estos mimbres como base y con la polémica suscitada el pasado año tras descubrirse que Azerbaiyán había intentado comprar votos en 15 países, los organizadores de Eurovisión han alzado la voz para poner freno a nuevos intentos de fraude.

Tras comprobar las malas artes empleadas en mayo del pasado año por los caucásicos, la UER ya dejó claro que no estaba dispuesta a que se volvieran a repetir este tipo de actos fraudulentos y que pondría todo de su parte para dar al certamen más transparencia y evitar así nuevas irregularidades en las votaciones. Lo primero que se dijo entonces es que se tendría que conocer la identidad de los miembros de jurado antes de que se celebrase la competición y no a posteriori, como ahora, y que la composición de este órgano estaría limitado a profesionales de la música para evitar de esta forma cualquier incidencia. A estas normas se suman ahora unos "castigos severos" que recaerán directamente sobre los participantes en caso de que se detectaran irregularidades en el voto "antes, durante o después del concurso" y que conllevarían la exclusión de la cadena participante del concurso por un período máximo de tres años consecutivos.

La compra de votos no es un fenómeno nuevo en Eurovisión. José María Íñigo reconoció públicamente que Massiel ganó el festival en 1968 porque directivos de TVE viajaron por europa para comprar series que nunca se llegaron a emitir y contrataron conciertos de grupos que nunca cantaron a cambio de votos que apoyaran a España en una época en la que el régimen franquista necesitaba dar una buena imagen en el extranjero. Y de paso, organizar el festival aquí. Trayendo el caso al presente y poniendo como ejemplo el caso de Azerbaiyán, Eurovisión no es sólo un buen escaparate internacional con una audiencia potencial de 100 millones de espectadores en todo el mundo sino también y sobre todo un importante reclamo turístico.

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