Ya lo contó mejor que nadie Vince Gillian en Breaking Bad, que para sobrevivir en la delincuencia la escalada es proporcional a la violencia, los métodos y el número de víctimas. Griselda sigue ese camino, basado en una historia real, como ya se contó en Narcos. Netflix apela a la cantera y repite esquemas, que para esos sus algoritmos especifican la ruta. Otra cuestión es si calcar y calcar seduce a espectadores humanos. La inteligencia artificial no es tan lista como se cree, aunque le estemos entregando los marrones.

Griselda es la escalada de una señora que huyendo de su país y con un fardo compacto comienza a sobrevivir en el siniestro narcotráfico a través de ensayos de prueba/error. De ritmo irregular, con flashbacks no bien resueltos, en la actuación de Sofía Vergara está gran parte de la base del aceptable resultado de esta ficción.

La actriz colombiana, icono sexual y hasta ahora encasillada en la comedia, está irreconocible para ser lo menos agraciada posible para que nadie vea a ella, sino a su personaje. Con la guapura no se llega a los premios, así que con la narco Vergara va a por los galardones y reconocimientos para abrirse así una vereda más allá del rol de señora estupenda, lo que no es mala decisión.

Sofía Vergara, irreconocible en su caracterización, en 'Griselda'

Griselda es sobre todo su actriz, que para eso es también productora ejecutiva, para que todo gire en torno a ella, que sabe defender con honestidad el esfuerzo de convertirse en una señora con hijos dispuesta a desprenderse de cualquier rasgo femenino para sobrevivir en un mundo de tíos muy malos.

Como ya sucediera en Narcos, y ya lo inventó Peckinpah, los contrastes musicales melosos entre la sangre y violencia funcionan de manera sobrecogedora en la narrativa. Y en el primer capítulo de Griselda sobresalta el Mirando al mar de Jorge Sepúlveda. Vergara es más lista que la inteligencia artificial. Por supuesto.