El 12 de mayo de 2013 tuvimos que decir adiós a Constantino Romero, voz rotunda y presencia contundente en la televisión en España durante más de veinte años. Pero antes de ser imagen, el albaceteño era sonido.
La gente se le acercaba y le pedía que dijera: "Luke… yo soy tu padre". Y normalmente atendía la petición con una sonrisa, porque la compostura exquisita formaba parte de él. En su vocabulario de El tiempo es oro aparecían palabras como "sicalíptica" o "ebúrnea", piropos con los que definía a su azafata, Janine, en arrinconadas noches de la Segunda Cadena cuando su concurso podía verlo medio país cenando. Con Constantino, nombre de emperador guiado por la cruz, fue creciendo aquel sencillo invento bibliotecario de Sergi Schaff (Saber y ganar) destinado a cuñados sabihondos que nadaban entre brazadas por los tomos en la prueba final.
Fue en aquel concurso cuando los cinéfilos le pusieron, por fin, cara a la voz de Clint Eastwood, Roger Moore o al capitán Kirk de William Shatner. Ellos eran él. Antes de ser el amable presentador de la categórica calva y del bigote a lo Vázquez Montalbán, Constantino era "La Voz". Sí, aún es la voz. No lo tenemos en vida, pero lo tenemos en la memoria.
Hace diez años nos decía adiós el sonriente presentador, a los 65 años. Inmenso actor de doblaje y conductor de El tiempo es oro o de La parodia nacional y Estrellita la Moderna. Pero es aún más, el que subrayó el carácter de Mufasa, el padre de El rey León ("Simba, me desobedeciste deliberadamente", glabs), la voz más grave y sugerente del doblaje español.
Si aprietan el oído por youtube comprobarán que es el más habitual de los spots de los años 70, cuando era el chico de moda de Radio Barcelona. Su timbre era entonces más cantarín (incumplió la promesa de modernizar su agudo "Filmax, presenta…") y alguno de sus primeros trabajos como doblador fue ponerle el acento español al padre de Tommy y Anika en Pippi Calzaslargas, la prehistoria televisiva para casi todos nosotros.
Desde la SER en 1975 pasó a Radio Nacional y de ahí a probar en algún momento con TVE era sólo cuestión de tiempo dorado.
En el cine fue el Pepe Carvalho de su amigo Montalbán y, descorazonado por el rumbo de la televisión, se decantó por el escenario y en teatro participó en montajes como A Electra le sienta bien el luto, mientras seguía anunciando colchones. Constantino daba dignidad a todo. Su primer programa en TVE fue Ya sé que tienes novio, en 1985. Un concurso en la tarde de los sábados en el que parejas de recién casados iban perdiendo los regalos que se les entregaba al principio del programa. No era una buena idea. Carmen Conesa, la presentadora, y él, encontraron pronto mejores proyectos. De ahí pasó a El tiempo es oro que al cabo de cinco años en el UHF, en 1989, pasó a las noches de la Primera Cadena. En el 92 condujo una fugaz secuela, La vida es juego.
Pero si quieren hallar la primera aparición de la calva constantinera en TVE el nombre se las trae: Quesquesé se merdé. Un especial de (mal) humor de La Trinca de 1984, aprovechando su tirón discográfico y cuando ellos no sabían que iban a inventar Operación Triunfo, destinado a ganar premios en los festivales y que, tan petardo, se vino de vacío de todos ellos. Constantino hacía de mafioso, porque él se reía de sí mismo, como demostraba en las Nocheviejas de Telepasión, donde cantaba ópera y boleros. Después de ponerle voz a Humphrey Bogart, a Donald Sutherland o a Darth Vader. ah, o al conde Broken de Mazinger Z, cualquier cosa es asequible.
El nuevo siglo lo encontró en Alta tensión, en Antena 3, de donde pasó a relevar a Silvia Jato en Pasapalabra, y para su disgusto, se frustraba por no ir tan rápido en la lectura como quería. Disfrutó de un buen contrato en la televisión manchega y para la productora sevillana ZZJ presentó, en 2004, Matrícula, un concurso de Canal Sur 2. Otro honor que lo tuviéramos ahí. Pero él ya no sentía cosquilleo cuando le enfocaban las cámaras, así que se fue divorciando de la tele, sin dejar de atender a sus actores para doblar.
En diciembre de 2012, tal vez observando un final probable, se despidió de todos con un "That's all folks!". Más fiel sería el monólogo final del replicante Roy en Blade Runner. Sublime registro de voz: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…".
Diez años sin Constantino, pero diez años añorándolo en la pantalla, viéndolo u oyéndolo.
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