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Matías Prats: medio siglo dando las noticias
Antena 3 rinde homenaje al comunicador que lleva en la casa de 1998 tras debutar en 1976 en el 'Telediario' y haber ingresado en RTVE en abril del 75
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Digno heredero de su padre, del recordado Matías Prats Cañete, su hijo acompañó a todos aquellos voluntariosos deportistas españoles que en los 80 se jugaban las excepcionales medallas que a duras penas nos caían en los mundiales o en los Juegos Olímpicos. Narraba el esquí, el golf, el tenis. Contó el desencanto de aquella caída de Blanca Fernández-Ochoa en Calgary 1988 cuando tocaba el oro en slalom.
También narró fútbol, con permiso del recientemente fallecido José Ángel de la Casa, pero le correspondió a otros contar los goles que vinieron a enmendar aquel mítico de Zarra en Brasil 1950 que cantó su padre. Al hijo le correspondió bien joven contar sobre la marcha la salida de los diputados tras acabar la intentona golpista en la mañana del 24 de febrero de 1981. Ya con eso habría pasado a la historia de la televisión en España, aunque él ya es historia por sí mismo.
Él, Matías Prats Luque, pronunció en TVE otra frase memorable, lo de “la historia cambió su curso”, cuando Aratnxa Sánchez Vicario se tiró eufórica al albero, profetizando a Nadal, tras ganar su primer Roland Garros en una final de tanto esuferzo. A partir de ahí empezó el chaparrón de títulos deportivos españoles a los que nos hemos acostumbrado. Quién sabe si algún agente del Ministerio del Tiempo estaba detrás de los intempestivos dolores menstruales de Steffi Graf cuando perdió en 1989 en París.
Esas sospechas aumentan cuando Matías Prats estuvo vinculado con el único funcionario de ese ministerio de los temponautas que hemos detectado: Jordi Hurtado. El que fuera presentador de Saber y ganar condujo una sección en Estudio Estadio, La liga del millón, allá por 1990. Las azafatas, a lo mamachicho, enseñaban sus ligas mientras la sonrisa de Hurtado hacía preguntas futboleras telefónicas a los espectadores. Aquello era un despropósito y Matías Prats, horrorizado, estuvo en un tris de plantarse en antena después de estar un decenio conduciendo los resúmenes dominicales de los partidos ligueres. Se enfadó con razón . Y aquello de “pero ¿esto qué es?”, pifia que sí salió al aire en pleno caos en el mundial de Francia de 1998, revela que tras sus modos de terciopelo se aposenta un carácter firme si se tiene que dar el caso. Aunque ya, menos.
Por eso ha estado ahí durante todo este tiempo, por autoexigencia y temple. De los deportes pasó a los noticias. En Antena 3, su casa desde 1998, narró el momento en que la Historia, con hache mayúscula, cambió su curso y de siglo cuando atónito narraba cómo un avión impactaba en la segunda de las Torres Gemelas. “La otra torre, Ricardo; la otra torre”, advertía al malogrado corresponsal Ricardo Ortega.
En 1992, a raíz de la gloria olímpica, había narrado con Olga Viza la apertura y clausura de los Juegos de Barcelona y de ahí ambos pasaron a la conducción de información general, no sólo la deportiva. Eran las felices voces del momento más dulce vivido por España. De La 1 ambos pasaron a Antena 3. Lamentaba que en el 98 nadie hubiera movido un dedo en el Pirulí para retenerle. TVE lleva la ingratitud en su sangre institucional.
Matías ya era entoces la voz de la credibilidad. Lo sigue siendo. 200.000 noticias después. Ha cumplido 10.000 ediciones de informativos. De todos los presentadores de los telediarios, confiesa, ¿quién te gustaría que te contase la mejor noticia de tu vida? Y este veterano periodista sería capaz de añadirle un chiste, para que Mónica Carrillo, a su lado, no pueda aguantar la risa.
Matías Prats hijo, como fue conocido durante muchos años para no hacer demasiada sombra a la grandísima voz paterna, de origen cordobés, cumple 50 años desde su ingreso por oposición en RTVE. Dio la cara poco después, aunque hace diez años tuvo que desaparecer un tiempo para recuperarse de un antiguo pelotazo tenístico en el ojo.
El actual conductor de los informativos de fin de semana en Antena 3 debutó en el Telediario dominical de sobremesa de la Primera Cadena el 6 de junio de 1976. Su compañero, su auténtico hermano, Jesús Álvarez, también se estrenaba por entonces en TVE. Ambos, por estirpe, entraron con honores en la casa pública, aunque siempre negó la evidencia Matías Prats padre. Pero no se equivocaba en su insistencia, como demostraron ambos. Llegó a ser portavoz del jurado de España en Eurovisión en 1978. En esos votos estuvo implicada Bárbara Rey. José Vélez fue noveno en aquel festival y parecía un fracaso.
En el vídeo, su primer Telediario.
El cuajo de Prats ante la cámara lo terminó de pulir con años de experiencia y aunque lo de presentar noticiarios parecía una fase pasajera en aquellos años de meritorio, se convirtió finalmente en su destino tras su periplo deportivo. Forjado como unos de los rostros más admirados en la TVE de este medio siglo, el más veterano de todos cuantos hacen la televisión (y en general lo audiovisual) en España a día de hoy, tiene un carisma que se confirma en los audímetros. Nadie en todo el panorama nacional ha estado 50 años consecutivos en primer línea de las cámaras o de los micrófonos.
Él se lo toma con esa naturalidad rotunda de sus comentarios que dejan al reportero con la boca abierta. Y si hay que pisar la tierra, el barro, estaba en Paiporta el día de los Reyes en la zona cero y la huida de Pedro Sánchez.
Sí, ha vivido la Historia en primera persona. La voz de lo que hemos sido y somos. Matías Prats, triplicado por generación (su hijo, el nieto, está en Telecinco), es un nombre de leyenda.
Matías Prats Luque es legendario por sí mismo. Cincuentenario de honor.
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