El Cid y Joselillo, a hombros en una complicada corrida de Victorino

Feria de Valladolid

El Cid, en un remate a su segundo toro.
El Cid, en un remate a su segundo toro.
J. L. Lera (Efe) / Valladolid

13 de septiembre 2015 - 01:00

FERIA DE VALLADOLID Ganadería: Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, de desigual presentación y juego. La estampa de alguno de ellos fue aplaudida al saltar a la arena. Humilló mucho el primero, pero se revolvía como una lagartija. Muy difícil el segundo y una alimaña el tercero, ha dado un gran juego el cuarto, ha sido bueno a secas el quinto y resultado muy soso y parado el sexto. TOREROS: Manuel Jesús 'El Cid', saludos y dos orejas. Manuel Escribano, saludos y silencio tras un aviso. José Miguel Pérez 'Joselillo', oreja y oreja. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Valladolid. Un tercio de entrada en tarde espléndida,

Manuel Jesús El Cid y José Miguel Pérez Joselillo cortaron dos orejas cada uno y salieron a hombros al término de la cuarta corrida de la Feria de la Virgen de San Lorenzo, celebrada en Valladolid.

No logró El Cid coger el aire al primer toro de la tarde. La res humillaba una barbaridad pero se revolvía como una lagartija. Muchos muletazos, pies del diestro siempre en movimiento y falta total de brillantez. En definitiva, no existió faena.

En su segundo, El Cid descubrió la gran clase del toro en un fajo de verónicas que fueron colosales. La faena de muleta fue un dechado de autenticidad, profundidad y pureza en varias series, casi todas con la derecha en la que toro y torero mostraron sus bondades.

En su primer enemigo, Manuel Escribano intentó todo sin conseguir nada. El toro era una alimaña, sin un muletazo. El valor de Escribano quedó patente. Fue mucho mejor el segundo de su lote, al que realizó una faena tan larga como deslavazada. En este toro, como al anterior, puso banderillas, en ambos con más voluntad que acierto.

En los primeros compases de la faena de Joselillo al primero de su lote, el torero sufrió una caída de la que salió ileso milagrosamente. Fue el primer aviso para que el diestro tomara precauciones ante la alimaña que le tocó en suerte. El trasteo fue un susto continuo y terminó cuando Joselillo, con arrestos y decisión, terminó de una estocada. En el último de la tarde, muy soso y parado, le hizo una faena muy estimable, aunque faltó algo de ajuste.

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