EL quinto lavó la marcha de un festejo que no se dejaba querer por ningún lado. Pudo dejarse querer el torero que comprendió que esa puerta abierta en forma de un toro bravo y tremendamente noble era el regalo de la tarde y más por el derecho, Cortés embarcó con las mejores formas de su toreo una embestida brava y honda que resarce al festejo de ayer tarde de la melancolía de los primeros cuatro toros, donde dos -primero y cuarto- se dejaron más de lo que pareció, y otros dos, pues simplemente no sirvieron,

Bien presentada la corrida de Tomás Prieto de la Cal, con cuajo aunque lastimosamente desecha de pitones por los muchos derrotes que se dejaron los veragueños toros de la Ruiza en las paredes de chiqueros y burladeros. Pena, porque estampa tuvieron y, como dije, más de lo que aparentaron en la plaza se llevaron para el desolladero. Faena sin demasiados argumentos la que montó Vilches frente a un toro poco agradecido pero con posibilidades de algo más y con el que el torero no se dio coba. Más decidido salió el de Utrera frente al cuarto de la tarde, más alegre de salida. Vilches tuvo momentos con este toro, sobre todo por el pitón diestro, por el que el animal regaló buen son cuando el torero se puso en el sitio.

Toda una farsa el tercer acto de la corrida. Ni el toro quiso nunca ir de verdad, ni el torero estuvo con ganas de buscarle las cosquillas después de dos puyazos, uno innecesario. El manchego pagó el plato de una infame lidia al sexto, que terminó convirtiendo una embestida que había apuntado por bajo de inicio y que acabó por las nubes después de un sinfín de enganchones y muletazos por arriba.

Frente al segundo, un toro que terminó muy quedado, Cortés solo se acopló en la primera serie y después abrevió.