Crónica de la quinta novillada del abono de la Maestranza

El Melli enciende una llama en la noche de San Juan

  • El sanluqueño corta una oreja en la única faena con posibilidad de trofeo, pues Lalo de María y Joselito Sánchez no cuajaron una actuación reseñable

Una de las celebradas largas cambiada de El Melli en la Maestranza.

Una de las celebradas largas cambiada de El Melli en la Maestranza. / ANTONIO DE LOS REYES / PAGÉS

El primer festejo taurino del verano en la Maestranza fue la novillada de ayer. Una agradable brisa acompañó al público en los tendidos, que fueron cariñosos con las promesas del toreo en su debut con caballos sobre el albero sevillano. Los tres protagonistas del cartel, tras el minuto de silencio guardado por la muerte del matador Andrés Vázquez, se presentaron ayer con suerte desigual. El Melli cortó una oreja, mientras Lalo de María y Joselito Sánchez se marcharon de vacío.

Arrancó el espectáculo con un gran recibimiento de El Melli a Lanudo, un negro mulato listón astifino que se arrancó formidablemente ante el caballo. Luego, cogió aparatosamente pero sin consecuencias a Lalo de María tras su quite y al banderillero David Álvarez. Sustos que dieron paso al toreo de muleta flexionado del joven sanluqueño. Despertaron los primeros y casi últimos aplausos a las tandas. El de Torrehandilla se volvió manso y se rajó. Huyó de la pelea y buscó toriles antes de caer tras recibir un pinchazo, una media estocada, otra entera y el descabello. Las largas cambiadas que dio El Melli en el cuarto fueron los momentos más celebrados de la novillada. Brotaron las palmas con fuerza y el gaditano, muy expresivo, se vino arriba. Llevó con gracia a Codicioso al caballo, toreando al paso. La animosidad de los tendidos se mantuvo con la muleta, haciendo sonar a la banda del Maestro Tejera. El buen motor del animal acompañó a las ganas del aspirante a torero, que completó la faena más lucida del festejo. Con la mano derecha encontró petróleo y, tras una buena estocada, la oreja. "¡Vamos!", gritó El Melli cuando vio al de Torrehandilla caer a la arena y al público desenfundar sus pañuelos.

La actuación de Lalo de María empezó a ser relevante cuando inició con la muleta agarrado a las tablas. Con más voluntad que acierto ligó los pases e intentó torear despacio y proponer sin éxito ante Emisario. Un novillo que no tuvo clase y no permitió posibilidades de trofeos al galo, que terminó con una media estocada fulminante. Ya en el quinto, un albahío -blanco amarillento- de nombre Lebrijano, Lalo de María quiso congraciarse con los asistentes brindándole la faena. La comenzó presumiendo de quietud por pecho y espalda. Luego fue dando pases con ambas manos, destacando un natural que precedió a una voltereta sin percances. A partir de ese momento, en el que el reloj marcaba las once de la noche, el novillo acortó su embestida y se volvió peligroso. Lo mató bien y saludó entre aplausos.

El lote más complejo fue para Joselito Sánchez. En los tercios de varas y banderillas del primer novillo, Vendimiador, el animal apretó al máximo a la cuadrilla. El joven de Morón lo llevó de fuera a dentro para darle varias tandas, pero sin transmisión. Sin entendimiento ni emoción. La insistencia del novillero no dio sus frutos. El éxito sólo le llegó con el metal, que lo hundió profundo a la primera. Y para terminar, 498 kilos de novillo bautizado como Comunero. Joselito Sánchez lo capeó con dificultades en el tercio. Su hermano Manuel se empleó virulentamente con la vara. El epílogo muletero de la novillada no dejó gran cosa, enfrentando al imberbe moronense con el mastodonte de Torrehandilla. Y terminando con una estocada casi entera.

Joselito Sánchez recibiendo de capa al tercero del festejo. Joselito Sánchez recibiendo de capa al tercero del festejo.

Joselito Sánchez recibiendo de capa al tercero del festejo. / ANTONIO DE LOS REYES / PAGÉS

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