Toros

Morante cierra su temporada de las 100 corridas con gran triunfo en Ubrique

  • Pablo Aguado sumó dos orejas y rejoneador Andrés Romero cortó un rabo en el cuarto

Andrés Romero, Pablo Aguado y Morante de la Puebla, a hombros en Ubrique.

Andrés Romero, Pablo Aguado y Morante de la Puebla, a hombros en Ubrique. / Canal Sur

Morante de la Puebla ha culminado este sábado en la plaza de la localidad gaditana de Ubrique su empeño de torear cien corridas en una misma temporada para homenajear a su mayor referente taurino: Joselito El Gallo. El matador cigarrero, además, lo ha hecho cuajando una tarde redonda, especialmente con el quinto, un toro de buen fondo pero un punto remiso que le sirvió para hacer una antología de su propia tauromaquia.

Antes ya había brillado con un bonito segundo, muy en su sangre Núñez, al que toreó en una faena entonada que inició con ayudados por alto antes de pasarlo por la derecha, en redondo y a compás. El sedoso cambio de mano también marcó el techo del propio animal que no tuvo el mismo comportamiento por el otro lado. Morante, sin importarle esas asperezas, perseveró en una notable labor a la que le faltó mejor refrendo con la espada. Pero lo mejor estaba por venir con ese quinto, recibido con lances arqueológicos, antes de mostrar una amplia variedad capotera: desde la tijerilla que le sirvió para ponerlo en suerte al caballo, pasando por las tafalleras del quite. Cuando los clarines señalaron el cambio de tercio Morante requirió las banderillas a sus hombres y se empleó en un brillante segundo tercio amenizado con el pasodoble ‘Gallito’ que culminó con un vistoso par al quiebro.

Las palmas echaban humo y el torero de La Puebla tomó la montera para brindar a su apoderado y hombre de confianza, el portugués Pedro Marques. Sentado en el estribo, esperó que culminara una copla que le cantaron desde el tendido antes de formar el primer lío toreando por ayudados por alto en medio de un clamor. Un nuevo molinete abrió la puerta al nudo central de una faena brillante en la forma y firme en el fondo. No le importó que el animal se metiera por dentro cuando se echó la muleta a la izquierda. Morante se entregó a tope, exprimiendo el buen aire del astado a base de pasión y conocimiento; reuniéndose con él en los embroques; expresándose en cada pase. Los naturales finales, con el toro agotado, tuvieron sabor de otro tiempo. La estocada, que cayó tendida, estuvo precedida de dos pinchazos. A pesar de todo le concedieron dos orejas.

Y otras dos, una de cada toro, se llevó Pablo Aguado que también cerraba la campaña 2022 en la plaza de Ubrique. La primera se la había cortado a un ejemplar terciado, demasiado anovillado, al que recibió con templadas verónicas y quitó por aladas chicuelinas. Fue una faena de sabor natural y bello trazo en la que hubo que lidiar con las fuertes querencias del animal. La estocada fue defectuosa pero también fulminante.

Pero lo mejor estaba por llegar, toreando a un sexto de inconfundible estampa Núñez que brindaría a Morante. Fue, seguramente, el mejor de los cuatro toros que habían llegado de los campos de Tarifa. Aguado entendió a la perfección esa fijeza en una faena limpia y reunida que fue a más en expresión. Las sucesivas series de muletazos estuvieron presididas por un sentido natural de la armonía que reveló el mejor ser y estar del diestro sevillano. Cuando se echó la muleta a la mano izquierda el ‘Núñez’ empezó a avisar. Estaba loco por rajarse pero Pablo Aguado aprovechó esas querencias para andarle siempre en torero a la vez que el astado se quería marchar. El acero tampoco funcionó esta vez pero el nivel del trasteo no impidió que cortara una nueva oreja y con ella se ganara la salida a hombros.

Había abierto el festejo el rejoneador onubense Andrés Romero, sustituto del matador Alfonso Cadaval que se encuentra en plena rehabilitación de una grave fractura cervical que se produjo en el campo cuando preparaba este compromiso. Romero, que descordó al primero de la tarde después de una faena animosa y entregada acabaría dando lo mejor de sí mismo con el excelente cuarto, al que cuajó una excelente faena premiada con los máximos trofeos.

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