Oreja a Escribano, torería de ley de Urdiales y adolfos descastados

El de Gerena corta la oreja del único toro bravo y encastado de una deslucida corrida en la que sobresaió la torería del Riojano

Escribano recibiendo a su primer toro de Adolfo Martín a porta gayola.
Escribano recibiendo a su primer toro de Adolfo Martín a porta gayola.
Paco Aguado / Madrid

05 de junio 2015 - 01:00

26ª DE FERIA DE SAN ISIDRO Ganadería: Seis de Adolfo Martín, terciados, sueltos de carnes y con muy astifinas defensas. Faltos de casta y empuje, aunque algunos apuntaron nobleza y clase sin llegar a desarrollarla. El sexto, bravo y encastado, fue la excepción TOREROS: Diego Urdiales corta tendida y dos descabellos (ovación); estocada (gran ovación tras aviso) Sebastián Castella pinchazo y trasera (silencio); pinchazo y corta atravesada (silencio tras aviso) Manuel Escribano cuatro pinchazos y trasera desprendida (silencio); tendida (oreja) INCIDENCIAS: "No hay billetes"

La tarde de ayer no puede resumirse sólo por el dato estadístico de esa solitaria oreja que Escribano le cortó in extremis al único toro realmente bravo y con empuje de la deslucida corrida.

Porque a la faena, abierta con una larga a portagayola, tuvo básicamente la emoción que aportaron las intensas pero nada inocentes, del que también fue el único toro negro de la corrida, en tanto que al sevillano la faltó mayor convicción para apurarlas.

Después de banderillearlo con ciertos apuros -se salvó milagro-amente de un percance al intentar clavar los palos por el pitón derecho- Escribano le hizo a "Baratero" un trasteo con bastantes altibajos provocados por la desigual firmeza y entrega con que le plantó cara en cada serie. Aun así, después de una estocada efectiva, se concedió esa oreja que antes Escribano ni se planteó cortar al tercero, con el que tuvo más problemas de la cuenta por sus desaciertos técnicos.

Más allá de esa oreja, lo de más sabor y sentido de toda la corrida lo hizo Urdiales ante los dos toros de su lote, a los que sacó un partido mayor del que parecían ofrecerle. Con una sincera torería, porque siempre se colocó muy puro en los cites y con mucho asiento, el riojano sacó muletazos de muy bello trazo y limpio temple a un animal que nunca se empleó pero al que tomó perfectamente la medida, incluso cuando se le paró y le siguió provocando muy cruzado entre pitones.

El cuarto fue un toro noblón pero de muy escaso fondo de bravura, pues acudía con cierta inocencia, pero sin ningún celo, a cada llamada y se salía distraído o se violentaba si se le forzaba a entregarse. Urdiales estuvo presto para aprovechar los momentos de mayor viveza del cárdeno, en la primera parte de la faena, para gustarse con la figura relajada y ofreciendo el pecho en cada muletazo. Fueron los momentos más bellos de la corrida, aunque no pudieron tener continuidad por la falta de raza del "adolfo".

Aún así, intentando prolongar esa nobleza huidiza, siguió el de Arnedo salpicando de calidad y buen gusto una obra que no pudo compactar pero que remató de una contundente estocada en lo alto, antes de escuchar una fuerte ovación de reconocimiento.

Castella, hasta ahora el triunfador de la feria con las tres orejas en tardes anteriores, cerraba su paso por el abono haciendo el "gesto" de lidiar una ganadería que no suelen matar toreros de primera fila. No desentonó ni desmereció el francés pero ante sus toros, aparte de su sobrada capacidad, se apreció también su falta experiencia ante animales de este encaste. Si con su primero se demoró demasiado sin llegar a acoplarse técnicamente, la estrategia empleada con el quinto, con cites enérgicos y un desaconsejable de encimismo, no le sirvió para sacar partido de la calidad de un toro que acabó yendo a menos.

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