Toros

Rotundo triunfo de Perera, que mantiene su idilio con Huelva

Perera, en un muletazo de rodillas, ayer, en la plaza de toros de Huelva.

Perera, en un muletazo de rodillas, ayer, en la plaza de toros de Huelva. / Efe

La segunda de las Colombinas fue para Perera, que salió triunfador y con cuatro orejas en su esportón, trofeos que logró en dos versiones, con el toro bueno, desplegando toda su tauromaquia de mano baja y profundidad, y con el menos claro, en faena expuesta y entregada, muy de verdad.

El Juli, sin opciones, se justificó de forma torera, y Cayetano, que sustituía a Roca Rey, anduvo desajustado con el primero de su lote y queriendo con el parado sexto de un encierro de Torrealta falto de clase, solo salvado con el excelente segundo. Porfió El Juli con el primero de la tarde, un toro inválido y soso al que el torero alargó la faena de forma incomprensible. Nunca entró el público en un trasteo insustancial por las condiciones de un toro alejado de las condiciones y comportamientos mínimos de un toro bravo. Tampoco tuvo suerte Julián con el cuarto de la tarde, un toro castaño, de mayor presencia que la primera parte del encierro. Toro áspero en la muleta, soltando la cara y derrotando al final del muletazo, lo que obligó a Juli a desplegar todo su conocimiento técnico. No prendió la faena afanosa de Julián, que atronó al toro de estocada de mejor efecto que ejecución.

De excelente juego fue el segundo de la tarde, que ya mostró esas buenas condiciones desde el saludo capotero de Perera, que lo recibió a la verónica a pies juntos, llevándose la primera gran ovación de la tarde. Hubo un quite por chicuelinas y tafalleras, y, tras el inexistente tercio de varas, hubo uno de banderillas de categoría protagonizado por Curro Javier y Jesús Arruga, sin olvidar la extraordinaria lidia de Javier Ambel, que también se debió desmonterar con sus compañeros. Vibrante fue el comienzo de la faena de muleta, con un pase cambiado por la espalda de rodillas. El público ya estaba entregado con el torero extremeño. Luego hubo toreo fundamental de buen trazo, con el toro embistiendo con profundidad. Lo mejor, el toreo al natural, de mano baja y profundo, rotundo. Gran faena de Perera que culminó con circulares cuando el toro ya había acortado el recorrido. La estocada refrendó la actuación y dio paso a la concesión de las dos orejas. Sigue el idilio de Perera y Torrealta con el público de Huelva como testigo.

Más complicaciones tuvo el quinto, un toro sin clase, a dos meses de cumplir los seis años, que se quedaba corto y midiendo siempre al torero, que se entregó totalmente, exponiendo ante las nada claras embestidas del astado. Se inventó la faena Perera a base de tragar y de tapar los muchos defectos del toro.

Faena rotunda, con otro epílogo de cercanías. Una estocada en el mismo hoyo de las agujas tiró al toro sin puntilla, siéndole concedidas las dos orejas antes el clamor del respetable.

Volvía Cayetano a Huelva tras 11 años de ausencia y se encontró con un toro falto de clase, que mostró mayor recorrido por el pitón izquierdo. Protestó más por el derecho.

Faena tirando líneas de Cayetano, sin ajuste y desplazando siempre al de Torrealta hacia fuera. No caló en los tendidos hasta las postrimerías, donde anduvo más arrebatado hasta el punto de rozas el percance. El mal uso de los aceros le privó de premio. El sexto se paró, sin dar opciones a Cayetano, que lo intentó sin frutos.

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