Crónica de la octava del abono de la Maestranza

Tomás Rufo, figura a corto plazo

  • El joven torero toledano abrió la Puerta del Príncipe en la tarde de su debut

  • Bajo un diluvio tocó pelo El Juli y luchó con elementos muy variados Roca Rey

Tomás Rufo, a hombros en Sevilla.

Tomás Rufo, a hombros en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Hacer el paseo desmonterado y salir por la Puerta del Príncipe es un premio sólo para elegidos, tan elegido como un toledano que debutaba y que iba a enamorar a Sevilla con dos faenas macizas y un estado de ánimo por las nubes. Y todo discurría en una tarde meteorológicamente a contraestilo que se encabronó meteorológicamente poco antes del comienzo y que tendría momentos de lluvia torrencial. Y si la lluvia en Sevilla es una maravilla, en su plaza de toros no lo es. El albero no sólo no drena sino que, creando una capa de barro, convierte el ruedo en una pista de patinaje en el que guardar la verticalidad es muy complicado.

Pero en ningún momento revoloteó sobre el pensamiento de los toreros la suspensión y ya que tiraron palante, la corrida discurrió bajo una catarata que dificultó en gran manera la labor de los coletudos. Pero El Juli no es de amilanarse, cuajó verónicas bajo el diluvio en su primero, lo domó con su muleta dominadora y aunque el toro no colabora, él se muestra muy por encima del toro. En el cuarto seguía la lluvia y bajo las notas de Suspiros de España y tras brindar a la plaza cuajó a Forajido, un mulato cinqueño, serio y con mucha clase. Un gran toro para un torero grande que no deja una sola tarde de pisar el acelerador a fin de exprimir a cuanto le sale de chiqueros con la mano muy baja para sacar los pases por debajo de la pala del pitón. Si en su primero anduvo a la deriva con la espada, en éste acertó y una oreja fue su cosecha en su primera tarde sevillana.

El Juli toreó gran parte de su lote bajo una intensa lluvia. El Juli toreó gran parte de su lote bajo una intensa lluvia.

El Juli toreó gran parte de su lote bajo una intensa lluvia. / Juan Carlos Muñoz

Andrés Roca Rey entraba en el abono sevillano con esta corrida de Victoriano del Río y la verdad es que debe haberse ido nada satisfecho. Y no puede decirse que fuese por su culpa, sino por un lote poco agradable, el lote de más volumen del encierro. Andrés quiso y hasta pudo, pero entre el diluvio y uno se sabe qué, su faena no tuvo la respuesta adecuada del tendido. Cierto es que resulta difícil animar con un paraguas en la mano, pero el peruano debió tener una respuesta mejor. Roca Rey, que es el mejor atractivo para la taquilla y que está llevando a las plazas mucha juventud, siempre da todo lo que tiene y ayer estuvo muy por encima del lote que le cupo en desgracia. Dos toracos que subían bastante sobre el resto de la corrida y que hacía dudar de cómo se había enlotado la corrida.

Y la sensación de la tarde vino de Toledo y de esa factoría de hacer toreros que tienen los Lozano. Tomás Rufo era esperado con ganas y todo lo que realizó fue un recital de toreo bueno, hondo y sin alharacas. Vestido de grana y oro, este joven espada evidenció unas ganas enormes de ser figura del toreo. Desde sus verónicas con especial brillo las de recibo al sexto y como adormeciendo la embestida de Jaceno hasta su toreo seco con la muleta, este joven toledano ha encandilado a Sevilla. Curiosamente brindó sus dos toros a la plaza y la verdad es que la plaza estuvo con él desde aquellas verónicas de ensueño hasta que se lo llevó en volandas por la puerta mayor y más complicada del toreo. Entendió a la perfección a su lote, dio la que puede ser la estocada de la Feria a su primero y se tiró dramáticamente en el morrillo del sexto para agarrar la anhelada Puerta del Príncipe.

Roca Rey desplegó su arriesgado toreo a pesar de la adversa climatología. Roca Rey desplegó su arriesgado toreo a pesar de la adversa climatología.

Roca Rey desplegó su arriesgado toreo a pesar de la adversa climatología. / Juan Carlos Muñoz

Un suceso la aparición de un torero que muchos cuestionaban cuando vieron la luz los carteles. ¿Y qué clase de torero vio Sevilla en él? Pues un torero que, aun en estos inicios, parece cuajado como para ponerse más pronto que tarde en todo lo alto del escalafón. Torea con el capote como si fuese de por aquí abajo y es con la muleta tan rotundo como fueron y son los mejores muleteros castellanos. Si Dios quiere vuelve por San Miguel en compañía de Morante y Juan Ortega, dos debilidades de Sevilla, pero él se ha convertido de un plumazo y un recital de toreo como otro favorito de la afición hispalense. Un triunfo tan rotundo en un debut tiempo hacía que no veíamos en el ruedo del Baratillo.

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