Roca Rey reconquista Sevilla
14ª del abono en la maestranza
El peruano corta tres orejas y se saca con creces la espina de la tarde de los victorinos en la que se sintió maltratado.
Un trofeo para Pablo Aguado y Juan Ortega sortea el peor lote.
Las fotos de la Puerta del Príncipe de la decimocuarta del abono
Las mejores imágenes de la corrida de toros de Juan Ortega, Roca Rey y Pablo Aguado
Minuto a minuto: Golpe de Roca Rey con la segunda Puerta del Príncipe de su carrera
Ficha del festejo
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla. GANADERÍA: Cuatro toros de Victoriano del Río y dos de Toros de Cortés lidiados en tercer y quinto lugares. Presentación al límite y muy deslucido el lote de Juan Ortega. TOREROS: Juan Ortega, de verde y oro, silencio en ambos. Roca Rey, de corinto y oro, dos orejas y oreja tras aviso. Pablo Aguado, de catafalco y plata, saludos y oreja. CUADRILLAS: Destacaron a pie Perico, Viruta, Paco Algaba, Juan Sierra y Diego Jiménez. A caballo, José Palomares y Sergio Molina. INCIDENCIAS: Decimocuarta corrida de abono en tarde que se va nublando hasta romper en lluvia a la salida del sexto toro. Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’. Andrés Roca Rey salió a hombros por la Puerta del Príncipe.
LLEGABA la tarde más rica en morbo de cuantas diseñó Ramón Valencia. Un morbo que nacía cuando la corrida de Victorino a cuenta del maltrato que decían le había dedicado Sevilla a Roca Rey. Y todo por el manido veto del peruano a Daniel Luque que aquella tarde dio pie a una inquina más fruto de mentes calenturientas que gustan de atizar el fuego de la cizaña. Hubo hasta quien quiso ver la mano de Luque en la actitud de algunos saboteadores que le pusieron a Roca imposible la tarde. Hasta ahí el morbo, pues este cartel de sabatina venía muy bien parido al colocar a la primera figura del escalafón junto a esas dos ilusiones de Sevilla que atienden por Juan Ortega y Pablo Aguado.
Y ahí, emparedado entre los dos sevillanos, iba ese cóndor llamado Andrés Roca Rey con la intención de volver la situación hasta ponerla de cara. Impresionante esta fuerza de la naturaleza que nos vino del Perú en esa tarea de no dejarse ganar la pelea por nadie, ni tan siquiera por gente que incordia como le incordiaron la malhadada tarde de los victorinos. Y con el acelerador pisado hasta el fondo, Roca fue adueñándose de la situación desde la misma salida de chiqueros de Cojito, un mulato feo, mal presentado, sin el mínimo exigible en Sevilla. Roca lo recibió cuajándolo por verónicas y sacando ahí del letargo a los tendidos. Brindó muy ceremonioso a la plaza, se plantó de rodillas en la boca de riego y ahí comenzó su recital made in Roca Rey. Asustando al miedo entre los pitones tras haberlo cuajado en muletazos largos con imponentes remates de pecho, acabó donde más le gusta vivir, entre los pitones del enemigo. El epílogo por bernadinas cambiándole el viaje al toro puso a la plaza como un manicomio, estocada hasta los gavilanes y las dos orejas con las que empezaba la reconquista de Sevilla.
En el quinto se sabía que la Puerta del Príncipe no se le iba ni con alas. Le salió Descreído, castaño y muy despegado del piso de Toros de Cortés, y Andrés dispuesto a que corra de su cuenta todo lo que el toro no quiere hacer. La Puerta del Príncipe entre ceja y ceja y eso lo consigue pasándoselo por la barriga y volviendo a asustar a la gente. Lo mató de otro estoconazo inapelable, una oreja y el salvoconducto para salir por el Paseo de Colón.
Recibió Juan Ortega una cerrada ovación al término del paseíllo en recuerdo de su faena del lunes a Florentino, invitó a sus compañeros a compartir el homenaje, pero éstos estaban a otra cosa y desistieron. No pudo Juan repetir el sueño de su actuación anterior y gran parte de culpa la tuvo el lote que le cupo en desgracia, francamente deslucido y que ni siquiera le dio opciones con el capote. Su primero se llamaba Tordillo y fue mal lidiado con demasiados capotazos, pero el inicio de faena de muleta da pie a la esperanza hasta que el toro dice nones. Son buenos los redondos y muy buena la trincherilla, el toro tiene poca fuerza, tardea una barbaridad y Juan se estrella en el inhoradable muro de la mansedumbre. Lo mata por arriba y a ver si en el cuarto...
En el toro tercero, Juan había hecho un delicioso quite por delantales rematado con una monumental media verónica en lo que fue su punto más alto de la tarde. Tampoco va a ayudar a Juan este Ebanista, negro, quizá el mejor presentado y que pronto sería cinqueño. Juan lo brinda a la plaza y en terrenos de sol le intenta sacar partido tras unas preciosas dobladas. El toro se para, lo mata y hasta otra más propicia para soñar.
Pablo Aguado estuvo muy dispuesto en todo momento, primero con Soleares y luego, bajo la lluvia, con Forajido, al que lograría cortarle una oreja. Unos redondos con cambio de mano muy inspirado destacó en su labor con el tercero, pero donde logró brillo marca de la casa fue bajo la lluvia en el que cerró el festejo y que brindó a la plaza. Formidables las dobladas con las que se hace con el toro, llora el dios de la lluvia y suena Nerva, con lo que la plaza entra de lleno en una faena repleta de delicadezas salidas de las telas de un torero que hace de la sevillanía uno de sus principales fundamentos. Lo mató bien y cortó una oreja mientras el ruedo se poblaba de aficionados dispuestos a llevar a Roca Rey a la gloria.
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