Crónica de la tercera novillada del abono de la Maestranza

Sopor y calor a partes iguales

  • Santana Claros, Jesús Álvarez y Manuel Diosleguarde completan una gris tarde en el coso de El Arenal

El novillero Jesús Álvarez entrando a matar en la Maestranza.

El novillero Jesús Álvarez entrando a matar en la Maestranza. / Arjona / Pagés

El cerrojazo del patio de cuadrillas sonó a las nueve en punto como un cohete más de los que anunciaban la llegada de las carretas rocieras por el Aljarafe. La primera novillada de junio, que trató de torear sin éxito al intenso calor de la jornada, fue una realidad en una Maestranza que se acercó al tercio de su aforo. Y en la que no ocurrió mucho. Ninguno de los tres aspirantes a torero dio un golpe en la mesa poniendo su nombre en boca de la afición, que cenó seis faenas sin premio.

Santana Claros, aún con la herida abierta por su cornada el pasado mayo en Las Ventas, arrancó voluntarioso con el capote, recibiendo a Bulería con medias verónicas. Primeros aplausos que dieron paso al silencio y al crujir de pipas hasta la llegada de la muleta, en la que consiguió dar algunos pases con mérito. Y riesgo. El malagueño no dudó en arrimarse al correoso novillo de José Luis Pereda, llegando el animal a rasgarle la tela y a intentar darle una voltereta. El novillero aguantó y resolvió con estocada profunda y descabello una faena que no pasará a la historia. El segundo novillo de Santana Claros, probablemente uno de sus últimos antes de tomar la alternativa, era negro burraco y de nombre Alpargatero. El fuengiroleño lo brindó al público, que lo aplaudió cariñoso. El novillero decidió hacer gala de quietud y toreo a dos manos. Estatuario ante un animal que casi no humilla. Se entregó sin éxito Santana Claros y terminó su comparecencia en El Arenal con un pinchazo y una casi entera estocada.

Santana Claros durante la primera faena de la novillada. Santana Claros durante la primera faena de la novillada.

Santana Claros durante la primera faena de la novillada. / Arjona / Pagés

Recluso salió de toriles como una bala, pero el capote de Jesús Álvarez, que lo saludó a portagayola, lo capeó con éxito. A ese lance le siguieron otros de igual mérito tras una vuelta al ruedo del novillo. El brindis a su madre dio paso a la lidia de muleta, que fue de menos a más. Aunque no tanto como para encender al público y tener opciones de trofeo. La justa fuerza del novillo y su corta embestida tampoco ayudó al sevillano, que lo fulminó de un espadazo. Nada que contar hasta los pares de Juan Márquez, que saluda desde el burladero. Pases y pases que no conectan con el público. Pero tiró de coraje y encendió por momentos a los tendidos. Aunque, poco después pinchó antes de enterrar el metal en Rinconero.

Manuel Diosleguarde pisó con ganas y gusto el albero ante su primer novillo, de nombre Ventolero. Sobresalió Elías Martín en banderillas, desmonterándose tras su último par. El público lo alentó y también al novillero, que brindó la faena a los tendidos. Trabajadas tandas con ambas manos, pero la irregular embestida del novillo afea el espectáculo. A ello se le unieron dos pinchazos del salmantino, que fue golpeado por el animal en su tercera entrada a matar. El sexto novillo no hizo honor a su nombre: Noble era muy peligroso. El picador, que se llevó una importante bronca, lo picó todo lo que pudo, pero en banderillas seguía amenazando a las cuadrillas. Algo embistió ante la muleta, pero se rajó pronto, desluciendo las tandas de Diosleguarde. El castellano puso punto y final a la tarde con dos pinchazos y una estocada completa.

Manuel Diosleguarde da un bello muletazo al último de la tarde-noche. Manuel Diosleguarde da un bello muletazo al último de la tarde-noche.

Manuel Diosleguarde da un bello muletazo al último de la tarde-noche. / Arjona / Pagés

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