La soberbia verdad de David de Miranda pone de acuerdo a Las Ventas
Toros |Feria de San Isidro
El onubense le arranca con mucha clase dos orejas a un buen Juan Pedro el día de su confirmación
Húmedos los ojos alzados al cielo sosteniendo las dos orejas del último de la tarde. Miranda había roto todo. El regreso de Ureña, la poca suerte del El Juli, el viento y hasta la incredulidad de una plaza que hasta ayer no lo conocía y ahora no va a olvidarlo. El destino, brutal con David muchos días, se había confabulado para que esta tarde fuese la de un torero modesto, humilde pero valiente capaz de formarle un lío gordo a un excelente toro de Juan Pedro Domecq el día que venía a confirmar a Las Ventas en pleno San Isidro. Un verdadero terremoto de toreo que parte por la mitad esa feria isidril y una faena que no deja lugar a ninguna duda porque ninguna duda hubo sobre el albero para empapar tanta codicia y bravura del Juampedro que cerraba tarde ayer.
Por todos lados brotó la emoción ante la quietud del triguereño desde los lances de recibo hasta ese pase cambiado en los medios. Nada importaba el aire; nada importaba el riesgo; nada importaba más que convencer y vencer ante un tendido derretido en oles y frotando los ojos ante el descubrimiento de tanta torería como la que David había engarzado en esas excelentes series llenas de ligazón, temple y quietud para embarcar hasta el final la embestida de un toro que repitió con nobleza ante el reto de mando y dominio del torero. Clase del Juampedro que nunca claudicó en su movilidad y entrega. Las bernardinas finales entumecieron al tendido gastado ya en el ole y con la verdad que Miranda dejó en la estocada nadie dudó de que éste iba a ver esa calle de Alcalá a hombros.
Su primero, lleno de nobleza pero falto de fondo, solo sirve para testimoniar una efemérides: la de su confirmación en Madrid de manos de El Juli y Ureña de testigo. Se llamó el toro Molador, número 98 y con el guarismo del cuatro marcado a fuego.
No fue la tarde del Juli en cuanto a suerte con el lote. Violento y sin clase, a las dificultades de su primero se unió el viento molestando fuerte los engaños. Julián fue todo oficio y sapiencia en una labor poco vistosa para el tendido pero valiosa para el aficionado en la manera de intentar aprovechar lo poco que había en ese toro.
Devuelto al cuarto por flojo casi a mitad de su lidia, Juli no se aburrió frente a lo poco lucido de ese sobrero de Algarra. Sin aburrirse, insistiendo desde ese conocimiento de la lidia Juli nunca le perdió la fe a una faena que costaba hacer llegar al tendido 0 pero que íntimamente le servía al torero. La espada no fue ayer esa aliada necesaria para que certificara nada importante.
Paco Ureña se bebió desde el tercio la cariñosa ovación de un público entregado con él la tarde de su retorno a Las Ventas. Buena tarde echó el murciano, entendió a un buen toro que por el izquierdo le planteó mejor calidad a su embestida. Esa fue la conexión que Ureña envió al tendido llevando muy toreada la noble embestida del burel que además lució fijeza en toda su lidia. El pinchazo previo a la estocada le restó fuerza a la petición que hizo el tendido a la presidencia y Ureña saboreó una vuelta al ruedo con Madrid de su lado.
Logró una oreja por otra faena de mucho compromiso y clase al quinto de la tarde mostrando un toreo muy puro al natural y más vibrante echando la muleta abajo y con poder para engarzar con la diestra la gran conexión con el tendido. Faena importante y llena de verdad con otro aceptable toro al que Ureña consiguió sacar a flote su buen fondo de casta que atestigua el mérito de esa oreja lograda.
La tarde no podía consumarse de otra forma que con David de Miranda a hombros por la Puerta más ansiada del toreo. Dos orejas de mucha contundencia y que van a definir de forma muy rotunda el futuro de un torero que se metió de lleno en el corazón de una de las aficiones más duras del toreo. Sabor a gloria y héroes le deja a Huelva la tarde madrileña.
Ficha técnica del festejo de San Isidro
Feria de San Isidro
Ganadería: Cinco toros de Juan Pedro Domecq y un sobrero de Luis Algarra (4º, sustituto de un titular devuelto al lastimarse una pata en el último tercio), generosos de cornamenta armados de voluminosas hechuras. Solo el sexto, enrazado y con transmisión y la buena condición del quinto venido a más son la excepción de un conjunto, sin fuerzas ni fondo de casta, en un juego muy deslucido en su conjunto.
Toreros: El Juli: silencio; silencio tras aviso en el cuarto. Paco Ureña: vuelta tras petición; oreja tras aviso. David de Miranda: silencio; dos orejas en que cerró plaza.
Incidencias: La plaza registró un lleno de ‘no hay billetes’ en tarde ventosa y molesta para la terna. Confirmó su alternativa David de Miranda, que salió a hombros por la Puerta Grande.
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