'Galicia calidade', en la zona ancha

Si había alguna duda de la calidad y progresión de este chico llamado Álex Bergantiños ayer desapareció. Como era de esperar, Esteban Vigo le dio más responsabilidad si cabe y ante la ausencia de Moreno por sanción el gallego asumió el rol de 'pulpo' en el centro del campo. De justicia es reconocer que junto a él pudimos ver a un Emilio Viqueira más bregador que nunca, aunque eso sí, en las incorporaciones del ex recreativista su paisano se convirtió en un auténtico dictador en la parcela ancha.

Y es que su labor no solamente se limita a crear, que lo sabe hacer y muy bien, sino que con él sobre el césped los espacios se hacen mínimos para sus rivales. No fue sencilla la tarea pues, ya que enfrente llegó a tener hasta a tres adversarios entrando por su zona, el mediocentro que componían Guerreiro y Bruno Herrero y las incorporaciones de un tercer jugador, Álvaro Mejía, incrustado en el pivote pero con proyección ofensiva. Ninguno de los tres pudo con el coruñés, que se consagró como un auténtico zar de la zona ancha.

La confianza que le da el entrenador se deja notar con el paso de los partidos, y es que en cada jornada disputada el mediocentro aporta algún detalle más de calidad. Ayer fue su capacidad para driblar en mediocampo, y salir de la asfixiante presión a la que sometía el Murcia en esa zona.

Asimismo, Bergantiños se ofrecía una y otra vez a las salidas de balón de su equipo. Los de Clemente trataban de impedir las salidas por bandas del Xerez, pero allí estaba siempre el coruñés cumpliendo la máxima que Jorge Valdano y Ángel Cappa pusieron de modo en el Real Madrid de hace unos años: 'Toco y me ofrezco'. Con esta dinámica, Álex contribuyó en buena manera a rescatar a su equipo de alguna situación comprometida.

Nada más comenzar la segunda parte, el centrocampista fue parte implícita de la jugada que dio origen al 1-2. Bergantiños agarró el balón en la medular, dribló a dos contrarios y fue objeto de falta. Mientras caía, pasó el balón a Momo para que éste cediera a Mendoza, derribado por Elía.

Con el Xerez volcado, y con Emilio Viqueira con mucha libertad en ataque, el gallego se convirtió en el nexo de unión entre el mediocampo y la defensa, cuajando una labor encomiable. Una y otra vez le tocaba destruir las acometidas del Murcia, que intentaba aprovechar los balones sueltos en la parcela ancha para agarrar una contra definitiva.

Todo cambió con la remontada. Desde ese momento al ex del Deportivo de la Coruña le tocó hacer trabajo doble para desbaratar las llegadas pimentoneras, ya más con el corazón que con la cabeza. El pelotazo largo, no obstante, no descolocó al mediocentro, impecable en su labor durante los noventa minutos.