Xerez CD

Jerez fue más que nunca Vigo

  • El xerecismo se congregó para alentar al Celta y luego se fue a vitorear a los futbolistas, que mantearon al entrenador

La mañana del domingo se despertó azulina, ya no sólo por la euforia desatada el día anterior tras ganar al Éibar, una circunstancia que fue aprovechada por algunos para adelantar la fiesta, sino porque una victoria del Celta ponía al Deportivo con los dos pies en la máxima categoría.

Desde primeras horas de la mañana Jerez se tiñó de azul. Los primeros claxons sonaron a eso de las once, mientras los coches circulaban de un lado a otro de la ciudad con sus ocupantes ataviados con bufandas y camisetas. Era un desplazamiento obligado en busca de cualquier casa de amigos, cualquier bar o cualquier peña, xerecista o no xerecista, de la ciudad con Canal Plus para seguir en directo el Hércules- Celta. Hasta en la misma aldea de El Rocío el xerecismo quedó patente, con banderas en los balcones y numerosos romeros pendientes de las emisoras de radio.

El pitido del colegiado y las primeras incursiones del Celta invitaban al optimismo. Se vivió como un partido del Xerez, y las aproximaciones gallegas a la portería de Calatayud eran jaleadas con entusiasmo. Hasta los goles celtiñas se cantaron como nunca. La desilusión se apoderó de la parroquia en el descuento, pero Farinós mandó el balón al palo, disparando el termómetro de la tensión y la felicidad para los azulinos.

Con el Xerez volando hacia la gloria, como rezó el tifo del Kolectivo, muchos integrantes de la peña emblemática del Fondo Sur se dieron cita en La Constancia, reunidos en torno a la televisión y jaleando por todo lo alto los goles del Celta. Al final hubo quien pidió que lanzase el penalti Abraham Paz y luego ubicaron en el santuario xerecista la portería del Rico Pérez donde fallaron sus penaltis el ex cadista y Farinós.

Los nueve puntos de diferencia, una vez consumado el empate del Hércules, provocaron que la afición saliera a la calle a celebrar el ascenso virtual. Algunos optaron por acercarse al Hotel AC, donde los jugadores habían seguido el partido, mientras otros tantos deambularon por las diferentes fuentes de la ciudad.

En el propio hotel, el clamor fue una constante y los gritos de ánimo a jugadores y entrenador igual. Los futbolistas optaron por salir a disfrutar el instante, bailando al son de los cánticos y manteando a Esteban, que tiró de González, Méndez y José Manuel Ortega, en principio reacios a ser centro de atención.

Todos tuvieron su momento, y hasta Morales y Osma salieron a la puerta del AC para compartir un día histórico.

No paró ahí la fiesta ya que los aficionados, una vez abandonaron las inmediaciones del Hotel AC, se congregaron en los que serán puntos neurálgicos de las celebraciones del ascenso: el Minotauro, la rotonda del Catavino y la plaza del Caballo, donde hubo presencia policial.

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