Rafa Verdú, en su etapa de entrenador del Pilar.

El Xerecismo, con mayúscula y sin adjetivación, ha perdido, en menos de una semana, a dos de sus más insignes representantes, a dos iconos del fútbol de la Ciudad. Si el pasado domingo se nos fue Pepe Ravelo, hoy ha fallecido, a los noventa y cuatro años, Rafa Verdú, auténtica leyenda del Xerez Club Deportivo.

Rafa llegó a nuestra ciudad en 1953 procedente del Real Madrid para enrolarse en el Xerez CD, de cuyo primer equipo formó parte durante ocho temporadas. Pero llegó y nunca más se fue. Entrenador, directivo, empleado de la Compañía Sevillana de Electricidad, Concejal de nuestro Ayuntamiento y Presidente de Honor del Xerez CD, fue justamente distinguido en 2018 con el nombramiento de Hijo Adoptivo de la Ciudad y con una Avenida que lleva su nombre.

Conocí a Rafa hace más de tres décadas y mi relación con él fue intensa en los años en que, siendo él Consejero del Xerez CD, desempeñé yo responsabilidades como asesor jurídico, Secretario del Consejo de Administración o Presidente del Club. Pude entonces constatar la categoría de persona que era. Educado, amable, atento, cercano, generoso, nunca le vi un mal gesto con nadie.

Atravesó malos momentos con el fallecimiento de su esposa y, más recientemente, con el de su único hijo, así como con los problemas derivados de su condición de Consejero del Xerez CD, situaciones que supo sobrellevar con resignación y con su natural elegancia y serenidad.

Sus valores personales, su espíritu positivo, su bondad y su permanente disponibilidad, que, durante años puso especialmente de manifiesto en su condición fáctica de embajador del Xerez CD, le hicieron merecer el respeto y la admiración, no ya del xerecismo, sino de todos los jerezanos. Él disfrutaba y agradecía un afecto que era más que merecido.

Para quienes tuvimos la suerte de conocerlo, tratarlo y quererlo, sabemos que Rafa siempre tendrá un lugar en nuestros corazones.

Dios lo tenga en su Gloria.