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La posición desagradecida

  • Álex Bergantiños regresa a Chapín con su estilo de siempre y mostrando oficio para ganar · Bruno Herrero eleva el nivel, pero sigue lejos de su mejor versión

De fútbol entiende todo el mundo. Eso, al menos, es lo que se dice desde hace tiempos inmemoriales sin que nadie se atreva a desmentirlo no vaya a ser que lo tachen de antidemocrático. Pero son pocos los que valoran el trabajo de gente como Bruno Herrero o Álex Bergantiños, dos jugadores que aportan cosas que, algunos casos, sólo ven los que realmente entienden de este juego.

El gallego regresaba a Chapín después de haber sido uno de los jugadores azulinos en los felices tiempos del ascenso a Primera y de los partidos en la máxima categoría. Es uno de esos profesionales intachables que tanto gustan a los entrenadores. A casi todos, excepto al del Granada, que dio el visto bueno a su salida en el mercado invernal. Sonaba extraña que un jugador competitivo como él no tuviera hueco en un equipo recién ascendido, pero la trayectoria del conjunto granadino invita a darle a Fabri la razón en casi todo.

Sigue siendo Bergantiños el de siempre, con sus virtudes y con sus defectos. Un jugador correcto en el apartado posicional, que no se permite una alegría fuera del guión y siempre dispuesto a entregarse por la camiseta que defiende. No es ese mediocentro de toque que tanto valora el público en general, pero produce intangibles que tienen mucho valor.

Lo mismo se puede decir de Bruno Herrero, un futbolista que todavía está buscando ser el que todos esperan, empezando por él mismo. Nadie le va a exigir tanto como lo que el propio Bruno se pide cada día porque sabe que ha vuelto a casa con la intención de asentarse en todos los sentidos. Sabe antes que nadie cuando no está bien y cuando no lo ha hecho bien y por eso nunca será de los jugadores que buscan al periodista para echarle en cara que le haya puesto una nota u otra en la calificación.

Tras una mala actuación en Tenerife, Javi López le ha mantenido su confianza y eso hay que valorárselo al entrenador, que ha hecho una apuesta en firme por el jerezano, al que ayer se le vio más dinámico y mejor en el apartado físico. A pesar de formar pareja con Héctor Font, un jugador menos disciplinado en lo táctico, en un par de ocasiones cayó en banda para contribuir en ataque y tuvo cuidado en no meterse demasiado atrás para que el equipo no reculara.

En la segunda parte todo fue a peor porque llegó la remontada del Nástic y con ella aparecieron los nervios, las imprecisiones y el bloqueo colectivo. Bruno dio lo que pudo para que el equipo reaccionara tras el palo, pero no pudo evitar alguna pérdida de balón.

El partido se puso ideal para Bergantiños porque era el rival quien tenía que arriesgar y él mandaba en el entramado defensivo de un equipo muy modosito. El gallego nunca pierde la posición, siempre ayuda al compañero y aunque no entre en contacto con el balón, hace un buen trabajo. Estuvo pendiente de Capi cuando éste bajó al doble pivote y contempló cómo el público que hace unos meses vivía tiempos mejores ahora tiene que digerir una racha de derrotas de imprevisibles consecuencias.

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