Navidad 2022

Historia de un Belén familiar

Una imagen del Belén de El Barrosillo.

Una imagen del Belén de El Barrosillo. / Manuel Aranda

“Siempre he montado el Belén en casa, no recuerdo una Navidad sin él”. Detrás de esta afirmación, se esconde la pasión que José Ignacio Mateos tiene por los nacimientos. Su amor por esta tradición le llega de familia y ha venido desarrollándola “desde que era un niño, con decirte que para mí el mejor regalo de Reyes eran las nuevas figuras para mi nacimiento”, recuerda. 

Su trabajo se puede contemplar estos días en los Claustros de Santo Domingo, dentro de la XLV Exposición de Arte Belenista que podemos encontrar en la segunda planta de este enclave de la ciudad.

Sin embargo, este espectacular nacimiento, de quince metros de largo, ofrece un detalle importante, y es que por primera vez se expone fuera de su universo habitual, la finca El Barrosillo, que en este 2022 ha cumplido 200 años. “Este Belén es el que habitualmente montamos en la finca, y suele tener varios metros de largo, y es la primera vez que en Navidad sale de allí. Habían salido algunas piezas con anterioridad pero para una exposición que se hizo en verano en el Monasterio de la Victoria”.

La particularidad de este nacimiento radica en que muchas de sus figuras tienen más de un siglo. “Hay algunas piezas que las adquirió mi bisabuela Pilar Romero y luego las ha ido conservando la familia, que siempre ha tenido especial devoción por los nacimientos. De hecho, en el Barrosillo mi abuelo José María montaba un Belén gigante, y cuando llegaba la Misa del Gallo se llevaba a la capilla de la finca al Niño Jesús, para acto seguido celebrar una zambomba con toda la gente que entonces vivía en el campo”.

“Además, hay algunas figuras que he ido recuperando porque a lo mejor, por circunstancias, en su día se vendieron, pero afortunadamente las hemos podido recuperar”.

En total, el Belén está formado por unas 600 figuras, la mayoría de 11 centímetros, aunque también encontramos algunas de 14. Todas conforman una composición que adquiere especial realismo con cortezas de corcho natural, “que puede tener, en algunos casos, unos ochenta años”.

La mayoría de figuras, de estilo costumbrista, son obras especialmente valiosas, ya que pertenecen a Ángel Martínez, aunque también encontramos algunas de sus herederos, realizadas por Vicente Rodríguez, obras que según Ignacio Mateos “tienen una sensibilidad que no tienen otras”.

Su tamaño nos permite encontrar una diversidad importante de escenas, como la matanza del Rey Herodes, un encierro con toros bravos, niños mariscando, un colegio con el alumnado y el párroco del mismo, zíngaros con un oso y hasta la clásica vecina cotilla o vieja del visillo. Todo sin olvidarnos de pasajes habituales como los pastores con el rebaño, la anunciación o la adoración de los Reyes Magos. No faltan los animales, unas 40 gallinas, burros, caballos, ovejas, cabras...

Para montar esta curiosa creación Ignacio Mateos ha estado cuatro días trabajando, si bien no esconde que “si tuviera que montarlo otra vez, no lo haría igual, me gusta monta las cosas, tal como surgen”.

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