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Deportes

Réquiem por un clásico de Navidad

  • El torneo que ideó Saporta en 1966 sirvió como impulso del deporte de la canasta en España y el resto de Europa Clausurado en 2006, viejas glorias quieren ahora recuperarlo

En estas fechas tan señaladas, los aficionados canasteros que ya acumulamos más de cuarenta almanaques, recordamos con nostalgia lacrimal nuestro primerizo descubrimiento del baloncesto: aquel torneo organizado por el Real Madrid. Puntual a su cita, todos los diciembres, el club merengue nos regalaba un gran espectáculo de diversión garantizada: emocionantes y disputados duelos, a veces, plenos de incertidumbre, con igualadas y ajustadas alternativas en el marcador, hasta el final. Antes de la cena de Nochebuena y dar buena cuenta de la cesta navideña, paladear los turrones y polvorones, y brindar con la sidra y el cava, saboreábamos también otras canastas, auténtico básquet exquisito, delicatessen, calidad. Añejas vísperas recreativas frente al televisor de pantalla abombada, con la musical voz de Héctor Quiroga sonando de fondo, y cita ineludible -porque sólo existía una cadena-, aquellas Blancas Navidades eran uno de sus acontecimientos catódicos más tradicionales (con la vuelta a casa del hijo pródigo, el baile de las burbujas doradas, el sorteo de la lotería, el mensaje de SM el Rey, los saltos de esquí o el concierto de Año Nuevo).

El padre de la criatura fue Raimundo Saporta, un precursor directivo del baloncesto español. Para los campeones del Viejo Continente, la Copa de Europa de baloncesto (iniciada en 1958), empezaba a adquirir una dimensión similar a la del fútbol. El 6 de enero de 1966 el Real Madrid estrenaba nueva cancha, el Pabellón de Deportes en la Ciudad Deportiva, y para su presentación, Saporta ideó una gran competición donde el equipo blanco se midiera con los mejores del mundo. Se la consideró una Copa Intercontinental, tuvo cuatro participantes y el cuadro de honor final fue: Ignis Varese, Corinthians, Real Madrid y Jamaco Saint Chicago.

La segunda, celebrada también en 1966, era una reedición de la Copa Latina. Ya con su formato clásico de liguilla (enfrentamientos de todos contra todos), la clasificación quedó así: Simmenthal Milan, Real Madrid, Villeurbanne y Benfica. En 1967 tomó el nombre por el que es conocido, Torneo Internacional de Navidad. Cada año adquiría mayor prestigio. Especie de Campeonato del Mundo oficioso, codiciado y cita obligada del calendario, los grandes de Europa y Sudamérica pugnaban por las invitaciones para intentar ganarlo y engrandecer su historial. Bien es cierto que hasta 1987 la FIBA organizaba el Mundial de Clubes, pero éste nunca alcanzó idéntico nivel de relevancia, pues no participaban los considerados mejores equipos del mundo: por aquel entonces, los inaccesibles profesionales de las ligas norteamericanas (NBA y ABA).

A la llamada del club madridista acudían los monarcas del baloncesto europeo, con quienes disputaba reñidas batallas por la supremacía continental: Varese, Milan, TSKA Moscú, Maccabi Tel Aviv, Cibona Zagreb, Jugoplastika Split, Partizán Belgrado, Limoges, Olympiacos, Panathinaikos. Y también, selecciones nacionales que habían alcanzado medallas en Juegos Olímpicos, campeonatos del mundo o de Europa: URSS, Checoslovaquia, Yugoslavia, Grecia, Italia, Israel, Brasil, Argentina, Uruguay, Cuba. Por el parquet del Pabellón pasaron los mejores jugadores de cada época: Sergei Belov, Micky Berkovitz, Mirza Delibasic, Drazen Petrovic, Nikos Gallis, Sasha Djordjevic, Oscar Schmidt, Toni Kukoc, Vlade Divac, Arvydas Sabonis. Además, históricos del Real Madrid y del baloncesto español: Wayne Brabender, Clifford Luyk, Walter Szczerbiak, Emiliano Rodríguez, Vicente Paniagua, Juan Antonio Corbalán, Juanma López Iturriaga, Rafa Rullán, Fernando Romay, Fernando Martín...

El Torneo de Navidad era la oportunidad de poder contemplar enfrentamientos entre la élite europea y el extraterrestre baloncesto USA. Combinados All Stars y jóvenes emergentes de la NCAA (liga universitaria) que representaban a Estados Unidos en las Olimpiadas y competiciones FIBA, muchos llegarían después a figuras de la NBA. Los que no lograban superar sus estudios, no podían acceder a la competición profesional, y tenían que intentarlo por otras vías como hacer méritos en Europa. Estos extraordinarios jugadores norteamericanos, sobre todo, su festiva manera de entender el deporte, cambiaron el concepto del básquet que existía en el Viejo Continente. Según reflexiona el victorioso entrenador del Real Madrid, Pedro Ferrándiz, "eran muy espectaculares y también muy profesionales. Su incorporación al baloncesto europeo elevó el nivel de los equipos occidentales, hasta reducir la desventaja con los soviéticos y del Este".

Prestigiosas universidades norteamericanas participaron (algunas, la primera vez que venían a jugar a Europa) en el Torneo de Navidad: Virginia, Arizona, Tennessee, Bradley. Recordada fue la presencia de North Carolina en 1971, con dos jóvenes jugadores formando parte de su plantilla que, al cabo de los años, darían que hablar: George Karl (futuro coach del club blanco) y Bob McAdoo (luego estrella de la NBA). En el que los técnicos consideran mejor partido de la historia del torneo, North Carolina venció 83-77 al quinteto dirigido por Lolo Sainz. Siguiendo con el anecdotario, una de sus jugadas más recordadas sucedió en la edición de 1984, cuando un joven Sabonis, para evitar el tapón de Alfonso del Corral, ejecutó un explosivo mate, y toda la fuerza de sus veinte años hizo añicos el cristal del tablero. Faltaban poco menos de tres minutos para el final, la URSS dominaba 92-78, y con las protestas del público para que Sabas abonara el estropicio, se dio el partido por concluido.

En la edición de 1989 se le añadió al título Memorial Fernando Martín, en homenaje a su jugador líder, fallecido tres semanas antes en accidente de tráfico (el Real Madrid retiró el número 10 de su camiseta). Los calendarios cada vez más apretados, la abundancia de partidos y competiciones europeas, lo fueron poco a poco devaluando. La ausencia de fechas obligó, a partir de 1997, a reconvertirlo en un trofeo cuadrangular reducido a dos jornadas (semifinales y final). Desde el año 2000 se disputó a partido único, ante equipos de bajo nivel.

El histórico Torneo de Navidad, que tanto contribuyó al desarrollo del baloncesto en nuestro país, hoy en la cima del mundo, agotó en 2006 su última edición. Después, feneció. Desde hace dos temporadas, han surgido intentos de resucitarlo por parte de la asociación de jugadores veteranos del Real Madrid. En fechas próximas a las del desaparecido aguinaldo para los buenos aficionados, leyendas blancas y de otros clubes (entre ellos, sus vecinos del Estudiantes) celebran partidos amistosos, en un loable empeño por volver a reeditar aquellos inolvidables enfrentamientos.

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