Medio Ambiente

El paraíso de Alberto

  • Un geógrafo jerezano descubre en el acantilado de los Caños una formación de estalactitas de 300 años. El estudio ha sido publicado en una revista internacional

 El acantilado de los Caños es una mezcla fascinante de relieves esculpidos por el viento, el mar y el agua de lluvia. Un auténtico paraíso para el geólogo. Un espacio en el que la investigación no tiene fin y que ha supuesto para el geógrafo y amante de la paleogeografía Alberto Manuel Cuadrado un campo para el descubrimiento.

Y es que este jerezano ha publicado recientemente un trabajo de investigación sobre ‘Formación de estalactitas en un paleo acantilado del cabo de Trafalgar’, en una revista de Bruselas llamada ‘The General Science Journal’ sobre su descubrimiento de una pequeña ‘colonia’ de estalactitas en esta zona de la costa.

“Son lo que he llamado ‘microestalactitas’. Es decir, muy pequeñas, de entre 3 y 5 centímetros, lo que indica que son de formación muy reciente, tal vez 300 años. Lo sorprendente es que se han formado en superficie, no como es habitual en el interior de una cueva”, cuenta Cuadrado, que califica el acantilado de los Caños como la zona geológica “más atípica  de nuestro litoral”. 

Una aproximación desde la costa permite ver en toda su magnitud el acantilado del Parque Natural del Pinar de la Breña, en Barbate. La parte occidental de este inmenso acantilado transcurre desde la Punta del Tajo hasta la playa de los Caños de Meca (pueblo). Luego, la línea costera continúa hasta el Faro de Trafalgar, uniéndolo por un tómbolo dunar al continente. “La singularidad  de los Caños es que se alza sobre un acantilado ‘seco’. Esto es, se trata de un paleo acantilado, al que hace ya varios siglos que no llega el mar. La causa es la gran extensión de arena que mantiene a la marea alejada, entre 50 y 100 metros, de las rocas”, apunta el investigador, que con este artículo ha pasado a formar parte del índice de autores de trabajos de investigación ‘Research Papiers’.

Otra causa es que hace 2.000 años, el mar tenía dos metros más de elevación sobre su nivel actual, y erosionaba la pared del acantilado, puesto que llegaba de lleno. “Lentamente, –explica– el mar fue retrocediendo, muy posiblemente por un enfriamiento en el clima, que se inició al principio de nuestra era y que continuó hasta que se frenó hace unos cincuenta años,  debido a un brusco aumento de la temperatura global del planeta. Hoy se discute si el nivel del mar ha vuelto a comenzar de nuevo a subir por el calentamiento global”. 

 

Los chorros de agua que manan de la pared dependen en gran medida de la pluviosidad que haya habido ese año y por tanto de los acuíferos de la zona. No sólo hay caños de agua, hay zonas donde la roca está cubierta con  una fina película de agua que mana de forma permanente de la misma roca. Cuadrado argumenta que de esta manera se ha formado “un paisaje de relieve mixto moldeado por el mar, el viento y el agua de lluvia. De hecho podemos ver en la misma zona, juntos,  paisajes karsticos (rocas calizas fuertemente erosionadas) y  relieves marinos. Otra peculiaridad es la flora que crece en el acantilado. Básicamente, una planta autóctona de esa zona. Se trata del Verbascum Giganteum, una escrofulariácea. La subespecie es Martinezii”. 

 

Pero, la otra gran singularidad del acantilado de los Caños está en un yacimiento de estalactitas en proceso de formación. “Este yacimiento, –apunta– situado en un lugar muy determinado del acantilado, está formado por el agua de las rocas calcitas disueltas que cae por las paredes del mismo hasta la misma base donde a pocos centímetros del suelo se han formado unas cornisas en la roca,  por donde cae el agua de forma permanente y en forma de finos hilos de agua”. Hay varios yacimientos, aunque en la mayoría todavía no se ha llegado a formar la estalactita, pero se ha iniciado el proceso.

“Pero en uno de ellos se puede ver un conjunto de cuatro microestalactitas de entre 3 y 5 centímetros de longitud y un grosor bien definido. También se puede apreciar otro espeleotema en la oquedad que se ha formado, y en el extremo derecho se puede apreciar una columna (unión de estalactita con estalagmita) que junta la base y el techo de la cornisa”, destaca el autor, que asegura además que la escasa longitud de las estalactitas sugiere que se comenzaron a formar hace entre 300 y 500 años (época en la que el mar ya no llegaba a la pared del acantilado, y las precipitaciones, y por tanto la erosión, eran más abundantes).

 

Para Cuadrado, la catalogación de este yacimiento de microestalactitas en un acantilado “es un fenómeno poco común, puesto que el hábitat natural de estas formaciones es el interior de las cuevas y cavernas, lo que hace aún más valioso este acantilado sobre el que se alzan los Caños de Meca”. Por ello, hace un llamamiento y señala que la pared del acantilado y la base “merecen ser protegidos por su alto valor medio-ambiental (caños de agua, flora autóctona, formas de relieve karstico, micro-estalactitas…). Todo esto  hace de esta zona un entorno singular”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios