Jerez

Respirar bodegas

  • La Fundación por el Patrimonio premia una tesis sobre la arquitectura del vino en Jerez en el XIX Aquí, un paseo por un tiempo que fue el origen de todo

¿Qué tienen en común un paseo por el Jerez del siglo XIX, otro por la ciudad de los años 50 del XX y un tercero en la actualidad? La esencia. El aroma de un germen, el sabor del futuro. Son aquellas bodegas, las que se colaron entre los muros de cada vivienda, por las que se fue estructurando un urbanismo y que dieron forma a un mapa, recorrido y olido por sus residentes. Algunos de estos cascos han sobrevivido al paso del tiempo y al efecto demoledor (propiamente dicho) de la mano humana. Otros han sido obsequiados con la rehabilitación o recuperación.

Y la cosa va de paseos de verdad. Todos los que se ha dado el arquitecto jerezano José Manuel Aladro para la elaboración de su tesis 'La construcción de la ciudad bodega. Arquitectura del vino y transformación urbana en Jerez de la Frontera en el siglo XIX'. "Algo que comenzó como un trabajo sobre la arquitectura de nuestro entorno para la universidad. Y elegí las bodegas. Y empiezo a mirar alrededor de mi casa y ahí es cuando me doy cuenta de la importancia y el volumen que tiene la arquitectura bodeguera en muchos rincones de Jerez", apunta el autor. Muchos boquetes en las suelas de los zapatos, fruto de la visita a unas 200 bodegas, a las que habría que añadir todas las que desaparecieron con el tiempo y que se conocen por documentación escrita y gráfica. Tanto esfuerzo se merecía un premio, al 'Mejor proyecto de investigación sobre Patrimonio Industrial en Andalucía del Bienio 2011-2012', por la Fundación para el Patrimonio Industrial de Andalucía.

Una labor que tiene dos campos, por un lado esas visitas a bodegas y paseos por el entorno, viendo cómo han construido la ciudad y su paisaje; y por otro, todo el trabajo de investigación documental centrado especialmente en el "extraordinario" Archivo Municipal. "De allí obtuve documentación gráfica y escrita que me aportó datos de cómo había sido la ciudad del vino en el siglo XIX". Ya que es una tesis centrada entre 1830 y 1875, que son las "décadas fundamentales de todo el desarrollo económico del vino de Jerez, que suponía prácticamente el 20% del valor de toda la exportación española", cuenta Aladro. Un sector que revolucionará la economía y la sociedad de la época. Un enorme volumen económico que se traslada al arquitectónico, y por ende, en cambios como que Jerez se convierte en la primera ciudad de Andalucía con ferrocarril, de las primeras que tienen iluminación urbana... "El motor del vino era tan fuerte que se convierte en una ciudad a la vanguardia. Así como en el empleo. La economía gira en torno al jerez", añade Aladro.

Los arquitectos de aquel momento fueron capaces de lograr un modelo que se basaba en la arquitectura popular, pero tan depurado que convierten las bodegas en un objeto industrial que se repite casi como si fuera una cadena. "Aunque la arquitectura del jerez no supuso una innovación técnica como tal, no pierde esa calidad de lo tradicional", comenta. Los edificios bodegueros que están repartidos hoy por la ciudad son prácticamente todos de esta etapa. "Para mí, las bodegas más destacables no es que sean precisamente las de esa época, son anteriores, como las que están en Madre de Dios, como Conde de los Andes o Bertemati y El Cuadro. No hay un edificio del siglo XVIII de tal dimensión y tan bien conservado que se haya usado para lo mismo que se usaron el primer día, y prácticamente sin interrupción. Es algo extraordinario". Aladro recuerda además que la manzana que está frente a Renfe era entera de bodegas, originarias del siglo XVI, que permaneció en pie hasta el XX. "Entonces la demolición era necesaria por la cantidad de cascos que tenía Jerez".

Pero tras el auge, a finales del siglo XIX se suman problemas que llevan al vino a una crisis. Una caída de los precios y de venta, a lo que pone la puntilla la plaga de filoxera. De aquello sobreviven las bodegas más fuertes y empuja la recuperación el surgimiento del negocio del brandy.

Para Aladro es una "suerte" que se hayan conservado muchos de estos cascos de bodega, aunque hoy sean supermercados. "Se han perdido bastantes y algunos muy importantes. Se han tirado varios muy buenos y antiguos..., pero aún así tenemos la suerte, insisto, de tener un inmenso parque de bodegas en pie con un gran valor de uso. Tenemos que ser capaces de reutilizarlos y, incluso, de darnos cuenta de ese beneficio. Es más bonito comprar en un supermercado dentro de una bodega que en una nave industrial".

Aunque el autor subraya que las rehabilitaciones son importantes, asegura que hay que ser "muy cuidadoso en determinadas recuperaciones, como las destinadas a vivienda, porque al transformar las bodegas en casas, hay muchas cosas de los cascos que perdemos. Si se consigue mantener la lectura del espacio interior y si además hay suerte y vuelve a contener vino, pues esas son las rehabilitaciones extraordinarias". "En la calle Pajarete -se queja- hay un conjunto de cascos que son parte de un mismo proyecto, uno de los más singulares que se construyen en el XIX. Está cerrado y casi en proceso de ruina. Es bastante triste. Me duele verlo así". A este respecto, aunque el arquitecto no ha tenido la posibilidad de rehabilitar alguno de estos edificios, "sí que muchas veces ha pensado cómo se podrían hacer esas recuperaciones. Creo que podríamos convertir todo este conjunto de bodegas en uno de los reclamos del turismo enológico. Y aunque Jerez tuviera un pasado glorioso y no sea reflejo de la situación actual, habría que enseñarlo como algo extraordinario, la potencia del sector y de su capacidad para encarar el futuro. Si hemos sido esto, ¿qué no podemos ser?".

Un premio a una tesis que llega junto al nombramiento de Jerez como Ciudad Europea del Vino 2014. "Un buen momento para poner en valor estas bodegas, nuestra gran singularidad. Su reutilización nos permite mantener la memoria de lo que fuimos. La desaparición de cada una de ellas supone la transformación de un espacio grande; no es tirar una pequeña casa. Las bodegas nos brindan la ocasión de revitalizar el casco histórico, que no es un lastre. Actividades que fueron expulsadas en el XX, pueden ser hoy muy productivas". Si es así, las bodegas volverían a ser las creadoras de una nueva ciudad.

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