Jerez

Tierra en el pastel

  • Paseo por torres y lienzos de la muralla abandonados y olvidados en el programa del 750 aniversario, que sólo contempla dedicar la plaza del Banco a Alfonso X

Mucho te quiero perrito, pero de comer poquito. 750 años ha que Alfonso X plantó el pie en Jerez y la incorporó a la Corona de Castilla. Mucho ha llovido desde entonces, y muchas piedras se han caído también. Testigo anterior a esos tiempos de luchas son las murallas de la ciudad y el Alcázar. Monumentos que han llegado "de milagro" hasta nuestros días, como aseguran expertos. Paradojas de la vida, este año se ha celebrado dicha efeméride con un programa lleno de actos, en el que no se ha contado con una apuesta por la recuperación de dichos lienzos de piedra defensivos que recorren parte del casco histórico. "Las murallas nunca se han cuidado, sólo cuando han estado ya por los suelos", apuntan estas mismas fuentes. Aquí, un recorrido por algunas de las zonas más necesitadas del cariño de su pueblo y de la olvidadiza Administración local.

En la calle Muro, la torre que hace esquina con Cordobeses, crea una especie de 'no lugar' por el que pasean los perros o se puede miccionar con disimulo si viene un apretón. En la misma vía, en la acera de la derecha, queda un ejemplo claro de cómo era la muralla antes de que se hicieran los derribos de viviendas. Ya que las casas solían estar pegadas al muro y la altura de las mismas no dejaba ver las almenas, pero en esta zona sí se muestran. Un espacio con bodegas que se caen a pedazos y que tienen como corona jaramagos a modo de jopo.

Estudiosos alertan de que hay otros casos, incluso más urgentes, que sí que necesitan una restauración ya, como el torreón de Muro (una de las cuatro torres mayores junto a la octogonal del Alcázar, calle Ancha 3 y tras el bar La Moderna), "que es una cuestión de dejadez y casi de orden público", ya que sobre la torre ha crecido un árbol, un acebuche, que con sus raíces está abriendo la azotea, lo que permite que cuando llueva entre el agua en la bóveda. "Sin duda, aquello amenaza ruina". Unas raíces que no se pueden arrancar así como así, ya que provocaría el derrumbe del monumento. Antes hay que intervenir para estabilizarlo.

Pero haciendo un poco de historia, el edificio más importante de la ciudad, previo a la conquista cristiana, es el Alcázar. Un monumento "muy restaurado", bien conservado y en el que se acaba de inaugurar una serie de paneles. "El Ayuntamiento siempre ha intentado guardar la memoria de Alfonso X -en referencia a la estatua del siglo XVIII de El Sabio-, que ha sufrido numerosas gamberradas", dice el historiador Manuel Romero Bejarano. Asimismo, añade que también tiene suma importancia la muralla (siglo XI-XII, hecha en dos fases), que dejó de tener utilidad en el XV. "Hay un periodo en el XVI en que está en ruina total y, aunque se caía a pedazos, las leyes prohibían derribarla para permitir el crecimiento de la ciudad que, aunque lo hacía fuera, estaba siempre esta barrera". El Ayuntamiento deja que la gente construya sobre la muralla para protegerla y así recaudar dinero, ya que esos solares le pagaban un impuesto al Consistorio. "El gran error de la época contemporánea ha sido pensar que las murallas tenían que dejarse al aire, vistas, por lo que se han creado espacios que están retranqueados y que sirven como vertedero, aunque la intención fuera buena", añade Romero. Ciertamente, en todos estos siglos, se han derribado algunos tramos y otros se han arruinado solos al estar en terreno en pendiente ya que nadie quiso construir ahí. "La gracia -apunta- y el interés urbanístico es que tú entres en las casas y veas la muralla. Y otro de los problemas de conservación es la propia obra del monumento que, al ser un tapial hecho de tierra, es muy complicado encontrar la clave para que eso no se vaya cayendo. El método es la cal, pero encalarla le quita su belleza".

Pero estrictamente, de la época de Alfonso X, queda seguro una parte de San Dionisio y otra de San Marcos. "Y las parroquias, bien que mal... Pero ya se podrían quitar algunos jaramagos".

Otro punto de gran interés es el torreón que se 'esconde' dentro de las oficinas del Consorcio del Agua, en calle Ancha 3 -que está en diagonal con la Torre del Homenaje del Alcázar-, cuyas paredes son parte de muralla. Allí, un pasillo conduce hasta el interior de esta torre. Un espacio abovedado con paredes leprosas, una imagen que no cuenta nada bonito. En el centro, una especie de trampilla da paso a una pequeña habitación en la que los soldados hacían fuego. Un estado lamentable, en el mismo en que se encuentra la escalera de madera que lleva a lo más alto. "Ahí se podría hacer un centro de interpretación de la muralla brutal, pero hay otras prioridades".

Para el también historiador José Manuel Moreno Arana, "es paradójico que, con motivo del 750, la alcaldesa quiera colocar unos azulejos explicativos en cada puerta de la ciudad y, sin embargo, deje los torreones llenos de vegetación y cayéndose por día. Creo que no cuesta tanto adecentarlos, y este tiempo hubiera sido la fecha ideal para hacerlo. En Arcos, que también fue conquistada en el mismo año, se está interviniendo en la muralla. Pero aquí en Jerez, como en esos espacios no vive nadie, no hay asociaciones y tal, pues parece que no sirven para nada".

Otra torre necesitada de amor es la que se encuentra en Monjas Victorias. Desde allí, ella lo observa todo, pero nadie la observa a ella. De la época también están en los Claustros de Santo Domingo los restos del edificio islámico allí construido, bien conservado.

Hay que tener en cuenta que estos edificios (muralla y Alcázar), fueron hechos de manera provisional, para la guerra, con poco dinero, rápido, con el enemigo a las puertas. Así que se recurrió a la tierra, que da muchos problemas de mantenimiento. Los muros, lejos de tener la dureza de una pirámide de Egipto, se deshacen nada más tocarlos. Una piedra de tierra que lo lleva a la ruina y en la que hay que invertir en conservación.

Así que, absurdos de la vida, llama la atención que, tras un año de fastos por el 750, y en el que medio Jerez se ha enterado por fin de dónde viene, no haya cambiado nada más. "Independientemente al 750 ó al 850, aquí hay un problema más grave que es el estado del centro histórico en el que, en una parte, no se ha hecho nada en los últimos 50 años. Y los proyectos que ha habido, se han quedado en eso, en proyectos. Así que, intentar solucionar eso con motivo del 750, es imposible. Aquí estamos hablando de un proyecto de ciudad, no es tapar agujeros. Es sentarse, el Ayuntamiento con otras entidades, y plantearse que la gente se venga a vivir aquí, que es la única salida. ¿Eso lo está haciendo el Ayuntamiento? Creo que no", se quejan expertos en patrimonio. "En caso de parcheo, estamos hablando de otra cosa", añaden. Las únicas propuestas que destacan son los azulejos que la alcaldesa dice que colocará en cada puerta de la ciudad y la intención de dedicarle la plaza del Banco a Alfonso X, que aún no está aprobada por alcaldía.

Pero antes que el 750, hubo un 700 también. En época de Franco se harán una serie de obras en la mezquita del Alcázar, para recuperar la memoria de 'El Sabio'. Espacio que era una vivienda, así que lo que había lo recuperaron, "y lo que no, se lo inventan". Con la excusa de hacer algo por el patrimonio, "te encuentras con lo que hay aquí, que es en parte un monumento falso. De hecho, la torre de la mezquita es un añadido imaginado. Hasta cierta altura es original, y el resto...", aseguran fuentes municipales. Otro de los homenajes a Alfonso X que salió rana fue el de su monumento, "que existía o no". La estatua que se conserva en el Alcázar estaba en el convento de Santo Domingo, ya que el rey lo donó a los dominicos. En el siglo XVIII, encima de la puerta actual, y como homenaje. se coloca la estatua. En la Revolución de 1868, el monumento ya no era de los frailes y estaba en manos de los González. Por miedo a los exaltados antimonárquicos, la obra se guarda en su interior y una vez que llega el nuevo dueño, Salvador Díez, decide colocar la pieza en el interior del Alcázar, porque pensaba que era San Fernando, de ahí el nombre de uno de sus patios. Luego la colocaron en exterior del monumento, de ahí pasó a la Porvera y luego regresó al Alcázar ya muy deteriorada por la mano de los incívicos. Se le hizo una cabeza nueva, una mano y un retallado.

Como buena noticia respecto al Alcázar, fuentes solventes apuntan que próximamente se empezará a excavar en la parte trasera de la mezquita, única zona que queda sin intervenir. "No se sabe lo que se encontrará porque los planos más antiguos que hay son del XVI, pero ahí debe haber dormitorios, cuadras, pozos porque no han aparecido restos de edificios para la tropa y es que esto era un cuartel. Tienen que estar en alguna parte, a no ser que fueran una obra de madera que desapareció".

Y pasarán 50 años más y puede que en el 800º aniversario de la reconquista, si se celebra, las desmoronadas murallas sean protagonistas por su desaparición o por lo que no se hizo en día. Claro está que si no han estado en el pensamiento de casi nadie durante más de nueve siglos, ¿por qué iban a estarlo ahora? El regusto del pastel de esta ya concluida celebración es aún agridulce y arenoso.

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