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IX Edición

Un Salón de perfil muy bajo

  • Vinoble se despide con más pena que gloria de su IX edición. Se echan en falta grandes bodegas y vinos de fuera y la presencia de muchos importadores que generaban negocio.

Primero se echó en falta al Instituto do Vinho do Porto -el equivalente al Consejo Regulador del jerez en la DO portuguesa-; luego se perdieron a las principales bodegas de Tokaji y a sus puttonyos, representados ahora junto a los icewines alemanes y candienses por su distribuidor en España; y hay una presencia testimonial de los Sauternes franceses.

Es muy difícil encontrar el rastro en el Alcázar de muchos de los grandes vinos del mundo que contribuyeron a construir el prestigio de Vinoble, a convertir la cita jerezana en una de las imprescindibles del calendario vinícola internacional. La presencia de los primeros del escalafón, salvo por su inclusión esporádica en alguna cata, se ha ido diluyendo con el tiempo, lo que resta a Vinoble el interés que generaba antaño entre las bodegas y los profesionales, que se deshacían en elogios hacia el único evento capaz, por entonces, de reunir en una misma feria a los vinos generosos, licorosos y dulces especiales de todo el mundo.

Eran años en los que Vinoble generaba negocio. Pero aquello se perdió, señalan muchos de los expositores consultados y otros que salieron ayer corriendo a las primeras de cambio, a mediodía, para no perder más tiempo después de dos días y medio esperando la llegada de algún importador o distribuidor interesado en sus vinos entre tanto chorreo de público local, y no necesariamente profesionales del sector del vino y la hostelería.

La organización esgrime que los expositores que echaron el cierre prematuro lo hicieron por falta de género, nada que ver con la versión del representante de los vinos de Armenia, que se quejaba amargamente de la falta de 'clientela' y de apoyo logístico -servicio de retirada y reposición de copas- antes de coger la puerta para no volver a cruzarla. Otros expositores confesaron que aunque el cuerpo les pedía seguir los pasos del anterior, aguantarían hasta el final por vergüenza.

En el aire está la enésima promesa de resucitar el Salón para la próxima edición, una cantinela que se repite con cada cambio de signo en el gobierno local y que se extiende a esferas autonómicas, pues Vinoble ha conocido ya cuatro alcaldes distintos, y otros tantos, o algunos más, consejeros y ministros de Agricultura.

La alcaldesa y su equipo de gobierno reiteran hasta la saciedad que su idea es recuperar el esplendor que en su día alcanzó el Salón, para lo que tras la presente edición de transición, se pondrán a ello de inmediato. Y la nueva consejera de Agricultura, que el martes quedó encantada, como todos y cada uno de sus antecesores, con lo que vio en el Alcázar, también anunció una apuesta decidida para garantizar la continuidad del Salón, aunque en las nueve ediciones ya celebradas el apoyo de la Administración autonómica se caracteriza por su austeridad. Al menos la Junta ha aportado algo este año, no como el gobierno central, que tras la salida del PP del ejecutivo local renunció a mantener su contribución económica.

El sector del vino pide la profesionalización de Vinoble, de su gestión, pero los políticos de turno no parecen dispuestos a ceder el testigo de un evento al que entienden que aún pueden sacar rédito. Algún día será tarde si no recapacitan.

El caso es que la novena edición de Vinoble es ya historia. Tras sus tres días de celebración, los profesionales coinciden en señalar que se trata posiblemente de la edición con el perfil más bajo, principalmente de los asistentes, entre los que había mucha cara conocida y del ámbito local. Se echa en falta a la prensa especializada, nacional e internacional; se echa en falta la presencia de profesionales extranjeros, ya que únicamente el día de la inauguración se notó la presencia de importadores de otros países, los traídos por Extenda para un encuentro con bodegas del Marco el sábado en los Claustros de Santo Domingo y que aprovecharon su estancia en Jerez para pasarse por Vinoble; y se echan en falta muchas de las grandes bodegas y vinos de regiones productoras de fuera de Andalucía.

El vino de Jerez ha salvado, con el apoyo de Montilla, la muestra de este año gracias al interés renovado que desata el Marco entre los profesionales del sector. Pero el jerez se tiene que medir con los mejores vinos del mundo, para eso se ideó el Salón, porque está a la altura de los mejores, de los más apreciados, y más ahora que vuelve a sacar cabeza.

Como mal menor, la organización considera que la edición de este año ha estado por encima de la anterior. Es una opinión aislada no compartida con los que han vivido las dos últimas ediciones, salvo en las catas, en las que se mantiene el nivel. Pero Vinoble no puede vivir sólo de las catas.

De lo mejor de la novena edición, el personal interesado se queda con la cata de las nuevas avenidas del Marco en tierras milenarias, el guiño que el Consejo Regulador, de la mano del único Master of Wine español, Pedro Ballesteros, hizo a los jóvenes viticultores-enólogos del Marco que han contribuido decisivamente a que el Marco de Jerez, y no necesariamente con los productos amparados por la Denominación de Origen, vuelva a estar de moda.

La denominación jerezana no puede ser un compartimento estanco anclado en un pasado glorioso que hace tiempo se esfumó. Montilla, por citar un ejemplo cercano y de vinos similares, hace unos años aprobó la incorporación a su pliego de condiciones de tres nuevas variedades de uva para la elaboración de sus vinos, aunque la Pedro Ximénez mantiene su hegemonía con la ocupación el 95% de su superficie de viñedo. El Consejo abre la puerta a la renovación, y así lo dio a entender su director general, César Saldaña, cuando apuntó a la posibilidad de que algunos de los vinos que están elaborando estos jóvenes en el Marco, pero fuera de la DO del jerez, puedan entrar mañana en la misma. Con la debida cautela, lo que sume, bienvenido sea. No se trata de abrir la puerta de par en par para dejar entrar todo lo nuevo. Pero tampoco pasa nada por volver a autorizar otras variedades de la palomino distintas a la palomino fino que invadió el Marco cuando se apostó por supervolúmenes y por la uniformidad en lugar de la excelencia.

El vino de Jerez se equivocó en cierta manera al apostar por los grandes volúmenes y por la industrialización de su proceso de elaboración. De aquellos lodos vienen los bajos precios que aún arrastra el jerez, túnel al que ahora se empieza a ver salida con la diferenciación de los vinos, la puesta en valor de los pagos, del terruño, a través de vinos elaborados a la antigua, en rama, añadas... Hoy día, el consumidor está dispuesto a pagar por la diferencia, por la calidad extrema y no por la homogeneidad.

Había que celebrar este año Vinoble para evitar su muerte. Salvada la novena edición con más pena que gloria, seguramente la décima será mucho mejor. Pero el problema volverá a aparecer en próximas ediciones si se mantiene la gestión municipal, pues está ya más que comprobado que con cada cambio de gobierno local, se hace borrón y cuenta nueva, lo que termina haciendo mella en la calidad y el prestigio de Vinoble. Tiempo al tiempo.

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