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Francisco Domouso Martínez. Nuevo director de Cáritas

"El que tenía el todoterreno negro reluciente viene ahora a Cáritas"

  • El responsable de la institución habla sobre los nuevos pobres, el incremento de las necesidades y su preocupación por cómo llegar a tantas personas con recursos limitados

Se define, sobre todo, como un hombre de Iglesia. Prejubilado de una entidad bancaria, Francisco Domouso fue nombrado recientemente nuevo director de Cáritas por el obispo José Mazuelos, una institución en la que ya venía trabajando como voluntario de San Juan Bautista de La Salle.  “Ahora dispongo del 100% de mi tiempo y ese tiempo lo dedico a lo que me dicta mi conciencia que es ayudar a las personas”.

Llega a la dirección de Cáritas en uno de los peores momentos por las muchas necesidades que atiende la institución.

— Cáritas vive especialmente esta situación con la cantidad de necesitados y nuevos pobres que están surgiendo. Ahí sí que se ven los brotes verdes que decía la ministra, lo que pasa es que no son tan verdes, sino negros y muy negros. En una economía con un índice de paro juvenil del 40% y del 50% en jóvenes sin estudios, nos tenemos que plantear qué futuro nos espera. Y  las políticas que se están poniendo de moda para estos jóvenes son las que invitan a marcharse en busca de soluciones que nosotros no podemos dar, la famosa huida hacia Alemania, por ejemplo, políticas que no incentivan el acceso a la vivienda y a un puesto de trabajo.  Esto no permite la dinamización de la construcción, que desgraciadamente era la fuente principal de empleo, ni tampoco permite la formalización de proyectos de pareja. Están apareciendo en la sociedad nuevos tipos de pobreza, personas que tenían un pasado reciente cómodo, incluso de caprichos cubiertos y de repente llegan a pasar necesidades, se quedan sin trabajo, tienen que abandonar los hogares que crearon por falta de recursos para mantenerlos y han sido a su vez acogidos por sus padres, que con pensiones mermadas de por sí tienen que atenderlos y se crea una nueva pobreza. Lo vemos en determinados barrios, gente trabajadora toda la vida de Dios, que les ha quedado una pensión más o menos decente para vivir él y su esposa, pero ahora se tienen  que hacer cargo de sus hijos. Eso  nos está llegando a Cáritas.

— ¿Qué parte de culpa tenemos nosotros? ¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?

— Todos tenemos culpa. En ese aspecto, por mi profesión lo vengo detectando desde hace tiempo. Además, se lo decíamos: tú no puedes meterte en esto y lo convencías, pero lo convencías haciendo los números: tú cuánto ganas, cuánto pagas, no puedes. Bueno, pues a los tres meses te enterabas que se había metido. Su familia, sus amigos, el entorno le empujaba. Pero, claro, qué te vendía a ti la prensa, la televisión, la Administración: estamos en la Champions League, somos fenomenales.

Los bancos, fomentando ese endeudamiento, también habrán tenido algo que ver.

— Los bancos no hemos propiciado esta situación. Si tú no dabas el préstamo se lo daba el de al lado. Es que esto ha sido un movimiento tan bien organizado que se ha caído por exceso en todos los aspectos. Tú no veías el dinero, era virtual. Yo muchas veces decía: ¿Dónde está el dinero? El dinero no existe. Si yo te daba un préstamo, tú pagabas con un cheque a la inmobiliaria y ésta a su vez lo ingresaba en una cuenta para pagarle al que había comprado el suelo y éste a su vez le pagaba al Ayuntamiento. El dinero se movía sin existir, una cosa totalmente virtual. ¿Qué ocurre? Que se cortó el grifo porque las circunstancias y el mercado dijeron:  no hay dinero. Además fue así de simple. Entonces las entidades bancarias no podían acudir a ese mercado internacional donde te compraban la deuda. Es un tinglado tan grande, que ¿quién es el responsable? La sociedad, los bancos, por supuesto, muchísima culpa, los políticos principalmente, nosotros también porque veíamos lo que nos interesaba. Todos tenemos parte de la culpa.

¿Jerez, por su elevado número de parados, vive una situación más dramática?

—Claro. Desde la crisis del sector bodeguero no se  hizo una política de reindustrialización, nos acomodamos en el sector de servicios que es el primero que estalla en una situación como la actual. ¿Qué es lo que tenemos? Servicios a empresas, pero es que  las empresas no están ¿Cuál es nuestro futuro? No lo sé, pero sé cuál es el futuro de Cáritas y es cada vez más trabajo.

—Lo tienen ya asumido.

— Totalmente, además yo ahora vuelvo otra vez al tema financiero. Cáritas se nutre a través de los socios y las aportaciones de la Obra Social de las Cajas y de algunas fundaciones personales. Nosotros en ese aspecto con buen criterio hemos ido redefiniendo esas aportaciones para no depender como otras organizaciones de la Administración. Pero también es verdad que las aportaciones de las Administraciones son importantes porque estamos cubriendo espacios que de alguna manera la Administración nos deja a Cáritas por nuestra buena labor, pero hay otro espacio que debe estar cubierto por otras entidades como son las Obras Sociales de las Cajas y con esta bancarización que se está haciendo y con la merma que tienen en sus resultados, no sé qué pasará.  Si las transformamos en bancos, su objetivo va a ser obtener beneficios y repartirlos entre sus socios. Para salvar un poco esta historia se está hablando de que se van a crear fundaciones pero me temo que esas fundaciones dejen de ser sociales y se queden para crear la pinacoteca mejor del mundo, para restaurar el edificio mejor del mundo, para financiar equipos deportivos... Pero, ¿y las personas que están pasando necesidades? Las personas que pasan hambre física, que están empobreciéndose día a día, esas son las que nosotros atendemos diariamente en Cáritas. A medio plazo me preocupa con qué las vamos a atender, porque con buena voluntad y echándole horas de trabajo no se solventan los problemas. Hay que actuar y dejarnos la piel para llamar a la conciencia y que todo el mundo nos impliquemos.

Y las previsiones de Cáritas para este año, imagino, que no serán mucho mejores.

—Si tuviésemos una varita, pero en el día a día en la calle lo estamos detectando. Sobre todo, lo que me preocupa en esta ciudad es el empleo. Aquí necesitamos no que llegue una empresa y contrate tres personas, necesitamos que se creen 400 empresas que contraten cada una tres personas o una empresa grande que contrate gente, pero con contrataciones de empresas pequeñas que desgraciadamente no tienen duración en el tiempo, ¿qué nos espera?

—¿Cáritas ha tenido que decir muchas veces no porque se ven desbordados?

— En Cáritas buscamos debajo de las piedras. Sí es cierto que tenemos que redimensionar muchas veces nuestros proyectos porque no tenemos capacidad humana ni económica. Se tiene muy claro que no podemos estar en todos los sitios pero donde estemos, a  muerte. Tenemos que ser eficaces, conseguir la optimización de los recursos porque son escasos y las necesidades son muchas, no podemos desperdiciar nada, ni esfuerzo económico ni humano. Volviendo a tu pregunta, no conozco ningún caso en el que a una persona se le haya dicho que no; puede ser que a veces tengas que aconsejar, porque tampoco puede ocurrir que Cáritas sea un paraguas que se abre cuando se quiere para estar protegido. A la vez que ayudas tienes que aconsejar y no se puede confundir Cáritas con algo como el interruptor de la luz, lo enciendo y lo apago cuando me da la gana. No sé si me explico.

¿Está hablando del abuso?

—La palabra no es abuso, la palabra es equivocación. Hay personas que consideran que tienen derecho a todo. Yo creo que tienen derecho a no pasar necesidades de hambre, de vivienda, de vestido, pero es curioso como tenemos en algunas ocasiones casos que se contradicen: personas con un cierto patrimonio, que ahora mismo no lo pueden liquidar y que no tienen dinero para comprar, con una casa bastante aceptable y que acuden a nosotros porque no pueden pagar la luz, no sólo eso, es que no tienen dinero para comer. Algo muy gráfico: por ejemplo, hace un par de años te acercabas a un restaurante de Jerez y veías a un montón de gente que decías: ¿esto de dónde sale?,  con su todoterreno negro reluciente. Pues mucha de esta gente ha pasado del todoterreno negro reluciente a pedir dinero a Cáritas. No tuvieron la previsión de guardar y se han encontrado ahora hasta con desahucios. Cuántos constructores ganaron mucho dinero y pensaban que siempre iba a ser así y al final que les queda: Cáritas. Si es que desgraciadamente somos referencia.

— ¿Se presta la misma atención a estas personas que al que nunca ha tenido nada?

— No podemos diferenciar la pobreza. Es que son pobres, una persona que malvivió lo que tuvo y ahora tiene necesidades, ¿qué le decimos?: tú no, que no te lo mereces, porque ,entonces, ¿quién se lo merece?  También hay gente que pregunta por qué ayudamos a los inmigrantes con las necesidades que hay aquí. Yo cuando veo un accidente no miro si es negro, si es mayor o tiene dinero, intentas sacarlo del coche, llamas a alguien, intentas ayudar. Yo no tengo derecho a preguntarle a nadie cuál ha sido su vida. No debemos juzgar, sino actuar e intentar poner en valor aspectos que se han abandonado. Como además este mundo se ha cargado los valores, nos metemos en otra historia. Creamos campañas de beneficencia para lavar la conciencia, y como yo ya he dado un donativo o compro un boleto para un sorteo de una camiseta que además me viene de maravilla para ir a la playa, pues ya he ayudado. ¿Esa es la solidaridad? Eso es lavado de conciencia.

Vamos, que somos generosos entre comillas.

— Sí. Es verdad que hay gente que hace el bien y está aportando mucho esfuerzo y dinero, pero esa gente  no cubre todas las necesidades, que se han quintuplicado, no somos conscientes. Por barrios las ves y cuando hablas con la gente te das cuenta, el tendero es un termómetro. Es verdad que hay una economía sumergida muy fuerte; si no fuese por eso, Egipto y Túnez aquí se habrían quedado en pañales. Pero la economía sumergida crea otras bolsas de pobreza, porque se está abusando, se está explotando.

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