La ciudad de la historia por Eugenio J. Vega Geán y Fco. Antonio García Romero

Manuscritos enmarañados, historiadores desdibujados y un maestro de escuela

UNA de las obras sobre la historia de Jerez que más desapercibida ha pasado para la historiografía local ha sido la que dejó manuscrita el maestro de escuela del siglo XVIII Miguel Díaz Carbajo y Benavides, interesante y poliédrica personalidad de la que ya nos hemos ocupado en otros estudios. El único ejemplar conocido, conservado en la Real Academia de la Historia, dio pie a Parada y Barreto a incluir a su autor dentro del elenco de Hombres Ilustres de Jerez (1878). Aunque este no es el lugar ni la ocasión para su análisis exhaustivo, sí hay que decir de la obra de Díaz que se trata, básicamente, de una precisa, variada y extensa recopilación de citas bibliográficas sobre puntos o pasajes históricos relativos a nuestra ciudad. Su redacción, según referencias en su texto, data de hacia 1727, cinco años antes de la muerte del maestro.

Hoy, únicamente queremos centrar la atención en uno de esos textos recopilados. En concreto, en las Adiciones a la Historia de Xerez de la Frontera, sacadas de 12 cuadernos manu-escriptos que Dn. Pedro González de Mendoza y Colón sacó de los papeles de los Oficios de Cavildo de dicha Ciudad, y de los que escribió el Dr. Don Gonzalo de Padilla. Díaz hace una enumeración de todos sus capítulos, transcribiendo íntegramente el cuerpo textual de algunos de ellos.

Sobre su autor, Pedro Colón González de Mendoza, algunos datos hemos logrado reunir: que fue nombrado en 1684 veinticuatro interino del Ayuntamiento y que fue reconocido tanto por sus labores al frente la Hermandad de la Santa Caridad como por sus estudios genealógicos, en especial sobre las familias Spínola y Vargas-Machuca.

Volviendo a la descripción que Díaz hace de esta obra, comprobamos, con sorpresa, que los enunciados de sus capítulos y los fragmentos transcritos de estos son -exceptuando el salto de un capítulo al llegar al 21 y la inclusión de otro, que corresponde con el 38, dedicado a la fundación de la Cartuja- una reproducción exacta de la Historia de Xerez que donó en 1768 al archivo municipal el presbítero José Ángelo Dávila, a quien se acepta desde entonces como su autor. Una autoría que ha englobado la del tantas veces reproducido croquis del recinto amurallado de Jerez, dibujado al folio 39r. del que ahora deberíamos llamar Manuscrito Dávila. Los detallados apuntes de Díaz sobre las Adiciones no dejan margen a la duda: "al folio 39 B. […] pone el dicho escudo (de Jerez), y una deliación (sic, delineación) de Xerez como estava cuando fue ganada".

En conclusión, Dávila no entregó una obra de su autoría, sino un traslado del manuscrito de Pedro Colón. Por su estilo de letra, la copia de Dávila se puede fechar cercana al original de Colón, que es anterior a 1727.

Pero este asunto de autorías usurpadas o enmarañadas, algo habitual en este tipo de documentos por la libre utilización o apropiación de trabajos ajenos o anteriores, no acaba aquí.

El caso es que las Adiciones se denominan de tal modo por pretender ser una continuación de la obra histórica del presbítero del siglo XVII Gonzalo de Padilla, un texto que, como tantos otros, corría manuscrito de mano en mano. En ambas copias de las Adiciones que estamos estudiando, la supuesta obra de Padilla se transcribe a partir del capítulo 39. Gracias a ello, lo que se ha venido a llamar como la Historia de Xerez del Dr. Padilla se conoce en la actualidad. Sin embargo, los apuntes de Díaz y un análisis de la Historia atribuida al Dr. Padilla levantan no pocas dudas sobre su autoría.

La lectura detenida de la Historia de Padilla aporta múltiples detalles biográficos sobre su autor. Conocemos, así, que quien escribe era una persona íntimamente relacionada con la institución municipal desde el último tercio del siglo XVI, época de la que relata no pocos hechos vividos o conocidos en primera persona. Que se preocupaba por la falta de educación de los jóvenes. Y que se honraba, además, de sus lazos familiares con el conquistador de Melilla, Pedro de Estupiñán. Si estos trazos biográficos hacen recelar de la autoría del presbítero sobre la Historia que se le adjudica, la referencia que da a su edad en uno de los primeros capítulos acaba por desmontarla del todo. El supuesto Padilla dice tener 72 años en 1606, año en el que redactaba esas líneas. Es decir, tuvo que nacer hacia 1534. Pues bien, esta es una fecha incompatible con sus datos biográficos publicados, como es, por ejemplo, la carta que le remitiera en 1632 el cronista real González Dávila para orientarle en las labores historiográficas que estaba iniciando.

¿Quién es, pues, el autor de esta obra que, aparte de sus propias contribuciones, inserta manuscritos anteriores sobre la historia de Jerez? De nuevo, el maestro Miguel Díaz hace un revelador apunte que nos ayudará a desenredar el asunto. Al describir el primer cuaderno de las Adiciones de Colón, que está desaparecido en el Manuscrito Dávila, indicaba que se correspondía con el primero de la Historia de Padilla y que lo componía un "prologo muy lacto elogiando la nobleza de esta ciudad", seguido de tres capítulos dedicados a Hasta Regia. A continuación daba el apunte que nos interesa: dice (Padilla) en el fº. 12, 13 que esto es lo se halla escripto en el manu-escripto, que dexó de su letra el Licenciado Francisco de Castilla, jurisconsulto.

La misma anotación hace Mesa Xinete al citar a Padilla, aunque en su caso la referencia es a un licenciado Francisco del Castillo. Con todo, los datos objetivos que presentaremos nos hacen apostar por la versión del apellido dada por Díaz. Pero, sea lo que fuere, la historiografía ha pasado de puntillas sobre esta deuda de los supuestos escritos de Padilla, así como ha ignorado las citadas incongruencias biográficas que se observan de su lectura y que obligan a cuestionar su paternidad. De hecho, recientemente la llamada Historia de Padilla ha sido, al igual que la -hasta hoy- Historia de Dávila, editada por el profesor Abellán Pérez sin discutir ni una ni otra autoría.

Como decimos, dicho retrato biográfico difícilmente casa con el del Dr. Padilla, cuya vida traspasa el ecuador del siglo XVII. Pero, ¿coincidiría con el del letrado Francisco de Castilla? La respuesta sería afirmativa, si a éste lo identificamos con el Francisco de Castilla que nace en 1535 en el seno de una intrincada familia de abogados, que fue Veinticuatro, que enlazó con los Estupiñán, que sostenía a estudiantes de Derecho y que muere en 1615. Todo encajaría, salvo en el hecho de que en los documentos consultados no se le nombra directamente como licenciado en Derecho.

Posiblemente Padilla tuviera una confusión en relación al padre de estos escritos. Una confusión que podría radicar en la figura del hermano de Francisco, el licenciado Bartolomé de Castilla, de quien sabemos que fue nombrado en 1596 alcalde mayor y que fue docto en varias letras. No hemos logrado localizar la partida de bautismo de Bartolomé, dato que podría descartar o confirmar su también posible autoría sobre esta Historia de Xerez. Así pues, y mientras otros documentos no digan lo contrario, decantamos la balanza hacia el veinticuatro Francisco de Castilla como el compilador y transmisor de estos 'sillares fundacionales' de la historiografía jerezana.

Fuentes:

Moreno Arana (2012): La Educación en Jerez de la Frontera en el siglo XVIII. pp. 50-53, 122-123; Gutiérrez (1988): Historia de Xerez. Tomo IV, pp. 34, 160, 188; Archivo Municipal de Jerez: Actas Capitulares, año 1596, f. 827; año 1684, f. 222; Archivo Diocesano: San Miguel, Bautismos, 1535, f. 27. Archivo Protocolos Notariales: tomo 778, f. 569; tomo 1152, ff. 1776-1200v.

Juan A. Moreno Arana

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